Las graves lesiones que los rayos provocan cuando impactan en los seres vivos son bien conocidas en la actualidad, pero también lo eran en la Antigüedad. En la Biblia se encuentran bastantes versículos sobre este fenómeno considerado en general como castigo divino. Así vemos en Job 1:16 que «cayó fuego de Dios del cielo y quemó las ovejas y a los criados y los consumió». Y en 2 Reyes 1:10-12, Elías maldice al capitán de cincuenta diciéndole: «Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta. Entonces descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a sus cincuenta».
En el Corán también se castiga con «rayos y centellas» por mandato divino. Un ejemplo lo tenemos en 51, 44-45: «Pero desafiaron el mandato de su Señor y les sorprendió el Rayo, viéndolo venir. No pudieron tenerse en pie, ni defenderse». Hoy en día no interpretamos los impactos por rayos como castigos divinos, pero tienen mucho de maldición por la mortalidad y las gravísimas lesiones que suelen causar, sobre todo en algunos lugares del planeta como la India, cuya posición geográfica la hace especialmente susceptible a los rayos durante los monzones.
El guardia forestal Roy Cleveland sobrevivió al impacto de un rayo en siete ocasiones durante los 36 años que duró su vida profesional
LESIONES NEUROLÓGICAS
Mientras redactamos este reportaje nos llega la noticia de que en solo 24 horas han muerto 20 personas en ocho distritos del estado de Bihar, en el este de la India, por impacto de rayos. Esta cifra se une a la de cientos de individuos que mueren allí anualmente durante las lluvias monzónicas. Una de las razones de tantas muertes se debe a que muchas personas se ven obligadas a trabajar). Antes de proseguir conviene aclarar que el término «fulguración» se emplea clínicamente para referirse a la acción del rayo sobre el cuerpo humano y el de los animales y, por extensión, al conjunto de los accidentes producidos por la electricidad. El efecto de las descargas de los rayos sobre el cuerpo humano lo estudia la ceraunomedicina, pero lamentablemente, como apunta B. Guardiola y su equipo en el ensayo publicado en (vol. 37, nº 5, 2013), aunque la fulguración es una de las causas más frecuentes de muerte por fenómenos naturales, son escasos los estudios documentados al respecto.