SIN LÍMITES
Quien ríe el último...
ugar sin romper las reglas es un hábito al que Jeremy Scott (Kansas City, Estados Unidos, 1975) nunca le ha gustado entregarse. Parapetado en la hipérbole y la transgresión, el secreto de su éxito siempre se ha caracterizado por provocar en el espectador de todo menos indiferencia. Así ha sido desde que debutara sobre la pasarela parisina en 1997 con la etiqueta que lleva su nombre y con la que ya apuntaba maneras de (tal vez uno de los calificativos más sonoros aunque intrascendentes y vacuos que la industria de la moda adjudica con absoluta ligereza a los genios emergentes). Pero tras esa fachada gamberra se esconde un ávido analista social, quien, fascinado por el fenómeno de la cultura pop, disecciona con sus diseños la civilización contemporánea. «Es la manera en de Chanel –en una clara pretensión por abrir el melón de la conversación sobre la moda rápida y su contienda con el discurso del lujohasta la más reciente para el próximo Otoño-Invierno –una suerte de extravagancia inspirada en los objetos de una antigua mansión rococó– la integridad de su discurso se mantiene fiel a una búsqueda inquebrantable de la belleza. «Me encanta embriagarme de esa sensación de los objetos cuya única finalidad es dar placer a la mirada. Era el momento para mí, tal vez porque hemos atravesado una época de absoluta falta de belleza ySólo quería sumergirme por completo en una piscina de opulencia», afirma.
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