EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX, un escritor autodenominado Arthur Avalon empezó a traducir al inglés viejos escritos de la India, los llamados tantras. Poco se conocía de esos textos sagrados en Occidente, pero Avalon, quien en realidad era un juez indobritnico llamado Sir John Woodroffe, los descubría para el mundo. Los tantras hablaban de cómo alcanzar estados de conciencia expandida y de la unión con lo sagrado.
En 1918, Arthur Avalon publicó la versión del Shat-Chakra-Nirupana, un libro del siglo XVI, bajo el título de The Serpent Power. A partir de entonces fue ampliamente conocida entre los eruditos una tradición que tenía ramificaciones en el hinduismo y el budismo, y que no considera que existan dos (o muchas) realidades, sino una sola.
Efectivamente, la realidad está compuesta por una unidad (monismo), y por lo tanto el sexo, que es parte de ese único ser, puede ser practicado también como una forma de encontrar el camino hacia la iluminación. En el siglo XX, algunos movimientos lo fundieron con las nuevas ideas de la revolución sexual y el amor universal. Hoy