SIN LÍMITES
DE DIOSES Y HOMBRES
Imaginen una religión que dedicara templos y altares a Superman, Wonder Woman, Hulk, Pantera Negra o Jessica Jones, gente con superpoderes embarcada en luchas inaccesibles para los mortales de a pie. En realidad, no hace falta imaginar mucho, basta con remontarse a la Antigüedad. Para los grecolatinos, la fe era, en parte, un conjunto de buenas historias que contarse junto al fuego del hogar. En la mitología clásica hay material de sobra para un centenar de cómics o películas de aventuras: héroes que completan misiones imposibles, descabezan hidras, encuentran vellocinos de oro, se orientan en laberintos mortales y conquistan el corazón de bellas princesas; seres inmortales voladores, celestiales, infernales, aguerridos, caprichosos, con intrincadas vidas amorosas; sabios centauros, estúpidos cíclopes, mirones convertidos en ciervos; monstruos capaces de enloquecerte con su canto o de petrificarte con una sola mirada; combates, trampas, celos, intrigas, premios, castigos, venganzas.
Con la
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