SIN LÍMITES
El paso del Rubicón PEDRO DÍAZ CEPERO*
Contempladas en la distancia, las circunstancias que hemos vivido suelen cobrar una nueva luz. Nos sucedió en la frontera de nuestra emancipación, el salto al escenario de la vida real: el abandono del cinturón de seguridad de la tutela familiar.
Un día se acercó a nosotros un muchacho a preguntarnos si podía añadirse a nuestros juegos. Le habíamos visto varias veces observarnos de refilón, con mirada ausente y perdida. Supusimos que pasaba por allí en tránsito y se detenía a curiosear. Varios de nosotros, los que estábamos más cerca, cruzamos un gesto cómplice y asentimos. Era un poco mayor, aunque por señales ajenas a su corpulencia. Como es natural, se mostró un tanto cohibido al principio. Sonreía para concitar nuestra confianza, pero, por
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