SIN LÍMITES
SIGUIENTE PARADA: CIUDAD FUTURA
PARTE I
CÓMO MOVERSE EN LA ERA DE LAS SMART CITIES
Si hay una cualidad que define al ser humano es la movilidad. La supervivencia de nuestra especie ha pasado inevitablemente por la necesidad de tener que desplazarnos desde el punto A hasta el punto B. De hecho, hay trabajos científicos que encontraron una relación directa entre las migra y la mutación 7R presente en el gen DRD4, como se explica en el ensayo Assortative human pairbonding for partner ancestry and allelic variation of the dopamine receptor D4 (DRD4) gene, impulsado por un equipo internacional de investigadores de variadas instituciones. Este tipo de análisis corrobora lo que cualquiera de nosotros podemos intuir: las personas parecemos estar programadas para movernos.
Las migraciones son un denominador común en nuestra historia. En principio, pueden darse por una pura necesidad biológica, pero también ocurren por cuestiones demográficas, económicas, climáticas o por puro afán exploratorio. Eso sí, moverse hoy resulta más sencillo que nunca. Hasta tal punto lo es que se ha llegado a acuñar el concepto de Homo mobilis para describir a la generación actual.
En nuestro tiempo, la mayor parte de los desplazamientos está relacionada con el trabajo. En las grandes ciudades eso se concreta en fenómenos como el commuting, o migración pendular; esto es, los largos traslados que buena parte de sus habitantes hacen a diario entre su hogar y los centros de estudio, las oficinas, etc. También en los procesos de abastecimiento logístico de las propias urbes. Es justo la búsqueda de trabajo lo que explica algunas de las modernas migraciones. En otras ocasiones, para movernos no hay más razón que el puro ocio.
Ciudades en red
En las últimas décadas ha ido consolidándose una tendencia que extiende el concepto de movilidad a los viajes realizados entre distintas metrópolis. Esto lo han facilitado enormemente los trenes de alta velocidad y los aviones. En algunos países, como en Estados Unidos, tomar uno de estos últimos es tan normal como conducir, y así, los denominados red-eye flights, una práctica que define de forma muy gráfica el hecho de volar por la noche para aprovechar el día a la llegada a destino (red-eye se traduce como “ojos rojos”), se han vuelto muy habituales. En España ocurre algo así en el puente aéreo que comunica a las ciudades de Madrid y Barcelona en un tiempo inferior a lo que se tarda en hacer muchos desplazamientos en metro. Otra práctica que ha experimentado un fuerte impulso en los últimos tiempos y ha hecho posible el desarrollo exponencial de las ciudades es el transporte de mercancías, sobre todo gracias a los contenedores. Aunque se utilizan desde el siglo XIX, se estandarizaron en los años 70 y permiten, por ejemplo, pasar la carga con rapidez a un vehículo sin tener que manipular de forma individual los elementos que la integran. De tal manera, estos pueden trasladarse con facilidad de un barco a un tren o de este a un camión, ya en tierra.
Es más, la misma filosofía que impera en el transporte
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