SIN LÍMITES
SALMAN RUSHDIE Y LA DEMENCIA TELEVISIVA
Todo está ya en Cervantes. Todo lo que hará la perdurabilidad de muchas novelas futuras: el enciclopedismo, el sentido de la historia, la sátira social, la caricatura junto a la poesía y hasta la crítica literaria». Son palabras de Alejo Carpentier, leídas en 1977 al recibir el premio Cervantes y que suscribirían Fielding, Swift, Sterne, Defoe y Dickens; Stendhal, Flaubert y Balzac; Hawthorne, Melville y Twain; Pushkin, Turguénev, Tolstói y Dostoievski; Galdós y Clarín. Es decir, lo mejor de las mejores literaturas, durante los siglos XVIII y XIX, se empaparía de Cervantes con mayor destreza e intensidad que la tierra que le vio nacer y afirmar de sí mismo: «Soy el primero que he novelado en lengua castellana».
En este sentido, constituye el principio y, por así decirlo, el final de lo novelístico. En –título extraído del ensayo que escribió a bordo del barco que le condujo a Nueva York en 1934 mientras leía –, recordaba que Cervantes «funda un género en el arte de la escritura; y al instaurarlo parece contener en sí mismo toda la aventura formal que la humanidad puede imaginar para la ficción». Por su parte, se muestra taxativo en : «Todas las novelas desde rescriben la obra maestra universal de Cervantes, aun cuando no sean conscientes de ello». (Además, señala, en el capítulo «Cervantes: el juego del mundo», cómo «los críticos más distinguidos todavía no han conseguido ponerse de de , «un hidalgo que padecía del amor de la literatura», como referencia destacada del personaje quijotesco del siglo XX.
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