SIN LÍMITES
No fui yo
L uchaba por meter la llave dentro de la cerradura, pero no ayudaba el poco equilibrio que tenía. Cuando entró a su departamento cayó sobre la cama. Todo le daba vueltas, y una vez más se prometió que no volvería a embriagarse.
El sonido del timbre la despertó. ¿Quién podía molestarla tan temprano? Eran las 10 de la mañana y por lo general dormía hasta las tres los fines de semana.
Al abrir la puerta se encontró con una señora que parecía reprobarla con la mirada.
—¿Usted es Virginia Guzmán? — le preguntó retadora y de mala gana.
—Así es, soy Virginia, ¿en qué le puedo servir? — respondió alisando el vestido que había usado la noche anterior.
—Soy la asistente social del hospital Rebagliati. Su amiga está muy grave.
—¿Qué le ha pasado a Daniela? — preguntó, olvidándose de sus ganas de seguir durmiendo. —Sufrió un desmayo...
—¿Y Kathy? — dijo angustiada.
—Fue precisamente por ella que la encontraron con vida. La bebé no dejaba de llorar. ¿Sabía que su amiga Daniela tenía problemas en el corazón?
—La operaron cuando tenía diez años — dijo, y recordó el miedo que tenía de que muriera.
—Nada le va a pasar —le aseguró su madre cuando la encontró llorando en su habitación—. Daniela se pondrá bien y seguirán tan amigas como siempre.
Y fueron inseparables hasta que Daniela se fue a Milán a estudiar historia del arte y ella se quedó en Lima estudiando ingeniería. Pero un día regresó y le dio la sorpresa.
—Estoy embarazada — le dijo entusiasmada. Se alegró por ella, aunque ambas sabían que un embarazo podía ser peligroso para su salud.
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