SIN LÍMITES
SON LAS PERSONAS, ESTÚPIDO
Los beneficios, las personas, el planeta. Un triángulo virtuoso, tres vastas dimensiones, tres ‘P’ que salen del inglés: Profit, People, Planet. No necesariamente en este orden. Definitivamente, no en este orden.
Al exorbitante descubridor científico Isaac Newton le atribuyen algunos la siguiente sentencia: “Si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes”. Esos gigantes son las personas. En una empresa hacen de engranajes que, bien engrasados, elevan su productividad, determinan su rentabilidad, diseñan su éxito y definen su marca. Allá por los años cincuenta, fraguada ya la Guerra Fría, se comenzó a popularizar y a divulgar en los entornos laborales la fórmula de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), un compromiso social integrado en la estrategia de la corporación. Ese acuerdo formal evolucionó en muchos casos hacia una ventajosa campaña de marketing y comunicación, un lavado de cara sin más propósito efectivo que los beneficios económicos. Se predicaba y no se practicaba, pero “no es fácil sostener una Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa y consejero vocal del Consejo Estatal de Responsabilidad Social Empresarial.
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