Lola Flores, la primera punk de España
Fama y éxito, pero también malos tratos, bancarrota y enfermedad. No hay un resquicio de la biografía de la mítica folclórica que no quede bajo el minucioso escrutinio de ‘Lola’, la serie documental ya disponible de Movistar+ que repasa la historia y el impacto social de este icono del siglo XX a través de imágenes de archivo, grabaciones inéditas y los testimonios de Lolita, Rosario, Rosalía, C. Tangana, Alaska, Mala Rodríguez, Tomasito y muchos otros.
A finales del pasado enero, el anuncio de una marca de cerveza, utilizando técnicas de inteligencia artificial, mostró a Lola Flores soltando un emotivo discurso sobre el pellizco, las raíces y el acento. Durante varios días, se habló de ella más que de cualquier otro personaje público de la política, la cultura o el deporte. Habían transcurrido 25 años de su muerte (falleció en mayo de 1995) y La Faraona seguía ocupando minutos en televisión, artículos en prensa y comentarios a pie de calle. Aparte de la del Cid Campeador, no constan en la historia otros muchos casos de “resurrección” tan sonada.
Si la popularidad de un famoso se midiera por la cantidad de frases célebres que ha producido o inspirado, pocos podrían competir con Lola. Del entrañable “si me queréis, irse” al “ni canta ni baila, pero vayan a verla” que le dedicó supuestamente The New York Times, pasando por el enrevesado “cómo me las maravillaría yo” y el incendiario “más fuerza que Chernóbil tengo”, la folclórica fue una máquina de generar dichos, requiebros y titulares cuya sola mención basta para identificarla. Durante medio siglo pudo vérsela en pantallas grandes y pequeñas, tablaos, teatros y multitud de eventos de todo tipo; escuchársela en canciones y entrevistas. Su presencia era constante. Acompañó a los españoles antes, durante y después de la Guerra Civil; en la dictadura, la transición y la plena democracia. El gran público la adoraba, y dado su carácter expansivo y su carencia de filtros, no es exagerado afirmar que sabía casi todo de ella.
Casi, pero no todo. En torno a su figura aún faltaban cosas por revelar, y sacarlas a la luz ha sido el objetivo Lola, la serie documental que ya se puede ver en Movistar+. A lo largo de cuatro episodios de una hora de duración cada uno, el trabajo desmenuza cada etapa de su vida: su infancia en Jerez, sus primeros pasos en el mundo de la música en Madrid, sus periplos transoceánicos, sus amoríos, sus discos, sus películas (35) y hasta su afición al bingo, su bancarrota o su enfermedad. Pero, además de indagar en su trayectorias vital y profesional, ahonda en su arrolladora personalidad. “Es el dibujo de una mujer decidida y transgresora por naturaleza”, describe el director y guionista Israel del Santo, autor de proyectos como El Palmar de Troya, El corazón del imperio y Conquistadores: adventum. Como afirma Alaska en la cinta: “Si hay un ejemplo de mujer que ha hecho lo que ha considerado por encima de lo que se supone que tiene que hacer, esa es Lola”.
Leyendas, drogas y amantes
La serie documental se vale de un ingente archivo (que incluye 17 cintas de casete inéditas en las que “al no estar ninguna cámara grabando, se soltaba más”, según Del Santo) y de un abrumador contingente de entrevistados, más de cuarenta. Entre estos no faltan su hermana Carmen Flores, sus hijas Lolita y Rosario; hay flamencólogos, antropólogos y profesionales de diversos campos que trataron con ella. Pero aún más impactante es la profusión de jóvenes artistas como Rosalía, C. Tangana o Mala Rodríguez, que señalan a la jerezana como un referente. “Es sorprendente. Te preguntas: ¿Rosalía, Nathy Peluso o Mala Rodríguez se han inspirado en ella? Para mí fue una obsesión contar Lola Flores a los más jóvenes. Que personas de todas las edades se viesen representadas”, dice el director. No fue difícil concitar a las estrellas. “Entienden que esta cadena no iba a darle un tratamiento frívolo y, por otro lado, para hablar de Lola nadie quería quedarse fuera”, añade.
Una serie documental sobre una celebridad tan deslenguada como Lola Flores no podía quedarse en medias tintas. Sin cortapisas, pone el foco en temas que por desgracia están de plena actualidad, como el acoso sexual, los malos tratos o las drogas. Lola Flores se topó con su propio Harvey Weinstein en la persona del empresario Adolfo Arenero, que compró su supuesta virginidad por 50.000 pesetas que ella destinó a financiar su primer espectáculo. Sale a relucir la violencia con que a menudo la trataba el insigne cantaor Manolo Caracol, de quien era amante. “Yo viví ese tiempo verdaderamente asustada”, confiesa Lola en una de las grabaciones en casete. De esos funestos episodios pueden extraerse lecciones hoy en día. “Si a Lola Flores, la mujer fuerte por definición, le pasó aquello, demuestra que le puede pasar a cualquiera”, analiza Del Santo. “Y que lo contase resulta revelador y fascinante: es una cría que va a arrasar con cualquier cosa que se le ponga por delante para cumplir su objetivo: convertirse en Lola Flores”.
Lola trae al presente a la legendaria artista, de modo que el espectador no puede dejar de preguntarse: ¿cómo sería ese torbellino de mujer en la era de las redes sociales? ¿Cómo sería su Instagram? ¿Sería trending topic con cada declaración? En muchos aspectos, fue una adelantada a su tiempo. Como apunta el director Israel del Santo, “Lola Flores encarnó el inicio del movimiento punk en España. En los ochenta era muy fácil ser punk y hoy es muy fácil ser una trapera. Pero hacerlo en los años cuarenta en Jerez, no lo era tanto”.