_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El mejor

Sentí en algún momento la humedad en los párpados viendo en Movistar el documental ‘Michael Robinson. Good, better, best’

Michael Robinson, en una imagen de 2019. En vídeo, tráiler del especial sobre el exfutbolista y comentarista deportivo: 'Good. Better. Best.'Vídeo: SAMUEL SÁNCHEZ
Carlos Boyero

Cuentan que llorar es liberador, una válvula de escape de la pena, la respuesta fisiológica a lo que te toca el corazón o las entrañas. Hace mucho tiempo que las lágrimas se niegan a invadirme. Algo debe de estar muy atrofiado. Pero anoche sentí en algún momento la humedad en los párpados. Viendo en Movistar el documental Michael Robinson. Good, better, best.

Su protagonista reía mucho, hacía reír a los demás, podía reírse de sí mismo, poseía en grado superlativo algo tan necesario para andar por este mundo o para sobrevivir, llamado sentido del humor. E inteligencia, clase, seducción, generosidad, voz propia. Conocedor de su letal enfermedad confiesa: “A mí me ha llovido la suerte. Tengo 61 años. Me los he pasado amando y sintiéndome amado, con sonrisas de oreja a oreja, con risas totales. No cabe más felicidad y fortuna. Si se trata de eso, creo que tengo 130 años”. Su esposa cuenta que cuando se conocieron le dijo: “Vamos a vivir la vida en colores, nunca en blanco y negro”. Y que ella pensó perpleja que este hombre seguía creyéndose que era Peter Pan. Al tirar sus cenizas al mar asegura que esa vida en colores existió algunas veces.

Era tan listo y tan honrado Michael que confiesa no haber sido un futbolista de talento, pero que siempre dio en el campo todo lo que poseía. Y cuando sus ligamentos están destrozados, cuando sabe que no podrá jugar más, rompe su contrato con el Osasuna diciéndoles: “Si no trabajo, no quiero seguir cobrando”. Se reinventa haciendo un oficio genial como comunicador, delante de las cámaras, comentando partidos, poniéndose al frente del inolvidable El día después y posteriormente, tras una breve época de tinieblas y alcohol desbocado, inventándose el insólito y magistral Informe Robinson. Y, cómo no, sonrío cada vez que te recuerdo, Michael.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_