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Más de 1.000 reclusos, becados para encontrar empleo

El acuerdo entre la Fundación la Caixa y el Ministerio del Interior permitirá evaluar la reinserción de los internos a través de servicios a la comunidad

La reinserción empieza desde el primer día en prisión. Pero es en el tercer grado cuando el interno empieza a orientar su futuro lejos de las rejas. La Fundación La Caixa, en colaboración con Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior, ha concedido becas a 1.200 reclusos para que reciban un curso formativo que facilite su incorporación laboral. En esta sexta edición, como novedad, deberán realizar un servicio a la comunidad que servirá para evaluar su porcentaje de inserción. "Si estudian un curso de cocina, por ejemplo, elaborarán los menús de las residencias de mayores", apunta un portavoz de la fundación.

Desde 2006, más de 5.000 internos de centros penitenciarios de todo el país han disfrutado de estas ayudas que a algunos, como al recluso Luis Jesús Díaz, de 40 años, les han servido para encontrar una vocación en la vida. "Me hubiera gustado ser médico", dice al recordar el curso de enfermería que le proporcionó, durante cinco meses, unas prácticas como auxiliar de ayuda a domicilio para personas mayores. Él es uno de los seis beneficiarios de la edición anterior que han acudido a la presentación del convenio de este año en la sede del ministerio.

El ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha considerado un éxito la iniciativa porque hasta "un 95% de sus beneficiarios" obtienen buenas calificaciones al terminar el curso. Solo el 25% de los formados bajo este acuerdo bautizado como Reincorpora, consigue un contrato de trabajo. Desde sus butacas, los seis reclusos escuchaban con atención las palabras del ministro, mientras la mayoría de los periodistas esperaban ansiosos el análisis de Rubalcaba sobre las posibles consecuencias tras la muerte de Osama Bin Laden.

Querer es poder

El ministro ha afirmado que estos datos "también demuestran la voluntad de los reclusos para salir de la situación que los ha llevado a la cárcel" y que es un hecho que "permite cumplir la función constitucional de las Instituciones Penitenciarias, que es la reinclusión social de los delincuentes".

El camino para lograr un empleo les sirve a muchos para "sobrellevar mejor" el tiempo que les resta en prisión. "Aprendes cosas cada día que te vienen muy bien porque uno se va adaptando al encierro y luego al salir todo te parece un mundo nuevo", cuenta el recluso Díaz. Este colombiano, además de primeros auxilios, recibió un curso de cocina y otro de comunicación para "saber tratar a los ancianos". En el caso de Santiago Peña, de 43 años, el propio trayecto en autobús desde la prisión hasta las prácticas como celador sanitario le servía para despejarse de la cárcel: "Me venía bien el simple viaje", asegura.

El programa, con un presupuesto de 4,5 millones de euros, garantiza experiencia profesional, pero no un puesto de trabajo. Es lo que le ocurrió a Ángela Quinbayo, de 30 años: "Hice un curso de agente comercial y trabajé como teleoperadora, pero [al terminar las prácticas] no me cogieron", dice. La fundación, fuera de este convenio, ha proporcionado empleo a 34.879 personas, todas ellas en riesgo de exclusión social. De ellas, 457 son ex reclusos. Aunque a esta interna le queda "poco más de un año" para obtener la libertad, no pierde la esperanza, aunque considera que aún "hay mucho prejuicio fuera" para labrarse un futuro.

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