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Artistas que se rebelan frente a la censura en Senegal

Activistas culturales desafían la inestabilidad política utilizando sus obras como herramientas de resistencia y expresión en un momento crucial para el futuro de este país africano

Zeinixx, grafitera de Senegal, poeta y activista política
Dieynaba Sidibé (conocida como Zeinixx), grafitera de Senegal, poeta y activista política.DIEGO MENJIBAR
Texto: Soraya Aybar Laafou y Marta Hidalgo Foto: Diego Menjíbar

La grafitera Zeinixx, el rapero Fou Malade o el actor Petit Sambou son tres de cientos de activistas culturales que toman los espacios públicos de Senegal en favor de la democracia, la libertad de expresión y el progreso social. En los últimos tres años, las voces críticas han denunciado censura y persecución por parte del Gobierno de Macky Sall, presidente desde 2012. Los activistas denuncian que la señal del canal privado senegalés Walf TV se ha apagado en dos ocasiones; en 2023, según Pressafrik, cuatro periodistas fueron arrestados en el país y, según la organización Forces Vives du Senegal, durante los últimos años de mandato de Sall, más de 1.000 políticos y activistas han pasado largas temporadas en los centros penitenciarios del país. “Hemos vivido una época en la que la libertad de expresión y opinión nos ha sido arrebatada. Bastaba con hablar para vivir entre rejas”, asegura Zeinixx, la joven grafitera.

El 3 de febrero de 2023, Senegal entró en una situación inédita. Sall sacudió las calles con sus declaraciones: las elecciones presidenciales quedaban pospuestas. Con su arte como arma y la ciudad de Dakar por campo de batalla, estos artistas volvieron a la lucha, para reclamar la celebración de los comicios. Entre brochas y botes de pintura, Zeinixx garabateaba sus pensamientos sobre un lienzo en blanco. Mientras, en la sede de la asociación Ghiphop, en el norte de Dakar, un grupo de jóvenes capitaneados por Fou Malade, también conocido como Malal, expresaban su indignación a través del hip hop y el break dance. Y el barrio de Ngor se convirtió en escenario para “el teatro del oprimido” de Petit Sambou.

Finalmente, tras casi dos meses de protestas y actos simbólicos, el pasado 24 de marzo Senegal abrió un nuevo capítulo en su historia: Bassirou Diomaye Faye, liberado de prisión 11 días antes, se impuso en las urnas. El líder de Los Patriotas, “panafricanista de izquierdas”, se convertirá en el quinto presidente del país y el más joven en toda su historia, con la promesa de un giro profundo en las políticas de su predecesor.

Dieynabá Sidibé (conocida como Zeinixx) pinta un mural en el centro social Africulturban. Se define a sí misma como la primera grafitera de Senegal y dice que, mientras pinta se evade escuchando música. También participa en los recitales de poesía de Poetry Slam organizados en su ciudad.
Dieynabá Sidibé (conocida como Zeinixx) pinta un mural en el centro social Africulturban. Se define a sí misma como la primera grafitera de Senegal y dice que, mientras pinta se evade escuchando música. También participa en los recitales de poesía de Poetry Slam organizados en su ciudad. DIEGO MENJIBAR

Zeinixx: feminismo y activismo a todo color

A finales de 2007, Dieynabe Sidibé (31 años) empezó a ser conocida como Zeinixx. Con sus espráis de pintura, se estrenó en la vida profesional como grafitera. “Empecé porque sentía la necesidad de expresarme, de hablar”, explica. Los inicios como mujer artista en Senegal no fueron fáciles, recuerda, pero finalmente ha cumplido un sueño. “Ahora puedo viajar por el mundo con mi boina y mi arte. Es increíble”.

Zeinixx es una de las primeras mujeres del país que irrumpió en el mundo del arte callejero. “El mero hecho de sostener un espray o un pincel es un mensaje muy fuerte. Sobre todo, en una sociedad en la que antes no se permitía a las mujeres realizar ciertas tareas”, cuenta mientras se coloca los auriculares. Su trayectoria como artista despegó en 2010. Desde entonces, sus ideas creativas giran en torno a la defensa de los derechos humanos con una mirada, siempre, hacia el feminismo.

Si mi arte ha escandalizado significa que se nos está escuchando. El arte visual es fundamental en esta lucha
Dieynabe Sidibé 'Zeinixx', grafitera senegalesa

“Como millones de jóvenes, quiero que Senegal avance en positivo. Debemos cuidar nuestra democracia porque si no estaremos cayendo en la mediocridad”, expresa sobre la situación política del país antes de conocer la victoria de Diomaye Faye. Con el ímpetu de sus brazos y la fuerza de sus pulgares, Zeinixx señala que el arte es un vector para la paz y la estabilidad de todas las naciones y culturas, a pesar de los retos y la censura gubernamental. “En varias ocasiones han borrado algunos de mis grafitis. Si mi arte ha escandalizado significa que se nos está escuchando. El arte visual es fundamental en esta lucha”, sentencia.

Petit Sambou mira sobre los muros que rodean el centro sociocultural Ngor. Para él, el teatro es una forma más de lucha política: “Ahora la gente baja a las calles, coge piedras, las lanza y hacer todo ese tipo de cosas. Desde el teatro tenemos otras formas de expresar nuestra ira o de expresar lo no dicho, lo que nos gustaría compartir con la gente. Eso es el teatro del oprimido. Y este teatro realmente puede ayudar”, explica.
Petit Sambou mira sobre los muros que rodean el centro sociocultural Ngor. Para él, el teatro es una forma más de lucha política: “Ahora la gente baja a las calles, coge piedras, las lanza y hacer todo ese tipo de cosas. Desde el teatro tenemos otras formas de expresar nuestra ira o de expresar lo no dicho, lo que nos gustaría compartir con la gente. Eso es el teatro del oprimido. Y este teatro realmente puede ayudar”, explica.DIEGO MENJIBAR

El teatro de Petit Sambou para la intervención social

Su jersey colorido y sus pantalones estampados manifiestan una personalidad sólida, formada en el arte de expresarse con el cuerpo y los complementos que se eligen para decorarlo. Sin necesidad de mediar palabra, se reconoce a Petit Sambou como artista. Y con ese mismo carácter defiende el papel del teatro como una herramienta de intervención social. “Es un arte transformador”. Cuenta que, a raíz del contexto inusual de censura y restricción de la expresión artística, la única manera de expresar la ira es a través de la violencia, del conflicto de ideas que se reflejan en “tirarse cosas unos a otros”. El teatro, en cambio, permite hacerlo desde la expresión personal, corporal, “con muchos lienzos que se pueden utilizar como punto de partida”. Y en la calle. Siempre en la calle, insiste. Ese es su escenario.

El “teatro del oprimido”, explica, también se abre al debate con el público; se involucra a los espectadores porque, de esta forma, “no se limita al escenario y la gente sigue pensando sobre ello en casa”. Los temas tratados no solo son políticos, sino que se representan conflictos del día a día, que afectan a la rutina. Por ejemplo, en la obra 7 millones de vecinos abordaba la idea de que se puede vivir todos juntos: “los niños, los adultos, los discapacitados, los minusválidos, los blancos, los negros. Todos en comunidad”, enumera.

Petit Sambou hace lo que llama “teatro invisible”: tomar un té, preguntar sobre ciertos temas controvertidos y plantear un debate. “Sabemos que estamos haciendo teatro, pero no lo decimos”

Como defensor de derechos fundamentales como la libertad de expresión y reunión, Sambou confiesa que es difícil para los artistas transmitir su mensaje de la forma que quieren. Por eso hacen lo que él llama “teatro invisible”: tomar un té, preguntar sobre ciertos temas controvertidos y plantear un debate. Como en el escenario, pero sin estarlo. “Sabemos que estamos haciendo teatro, pero no lo decimos. Nos colamos entre la gente y sacamos estos asuntos”.

Sambou defiende que el teatro tiene la llave para dejar huella en el futuro: “Creo que el compromiso de los artistas debe partir de ahí, de lo que quedará para después. ¿Qué dirán de nosotros nuestros nietos, o nuestros hermanos más jóvenes? Creo que dependerá de los artistas ponerse en pie y formar un bloque común para conseguir un diálogo, primero, y la paz, después”.

Malal Almamy Talla, conocido artísticamente como Fou Malade, es un rapero senegalés y miembro fundador del movimiento Y’en A Marre ("estamos hartos", en francés), creado en 2011 por raperos, periodistas, estudiantes, trabajadores y profesores.
Malal Almamy Talla, conocido artísticamente como Fou Malade, es un rapero senegalés y miembro fundador del movimiento Y’en A Marre ("estamos hartos", en francés), creado en 2011 por raperos, periodistas, estudiantes, trabajadores y profesores.DIEGO MENJIBAR

El rap reivindicativo de Foumalade

El arte que emana de las paredes del espacio Nataal Visual Arts, en Dakar, invita a sentir que allí la reivindicación forma parte de la cultura. La voz acompasada del rapero Malal (49 años), conocido artísticamente como Fou Malade, invade cada rincón. “El mensaje del hip hop es muy fuerte; es una forma de luchar contra la impunidad y el mal gobierno”, sentencia. Desde 1994, cuando arrancó su carrera artística, el objetivo de este rapero era despertar en los jóvenes interés por la política a través de la música.

El hip hop significa paz, amor, unidad y fe
Malal, rapero senegalés

“El presidente Macky Sall intentó buscar formas de corromper a la gente violando la constitución”, denuncia. La situación afectó a la libertad de expresión de un arte que vive, o se desvive, para “dar voz a los sin voz, por hablar de política, por educar”. En este sentido, dice, la música “puede unir a la gente” en un momento en el que la sociedad tiene que estar cohesionada, opina. Y eso es lo que intenta transmitir a los jóvenes: “Si no te implicas, el mañana no será mejor para ti”.

La cárcel no es un sitio desconocido para él. En 2005 fue condenado a un mes de prisión por sus opiniones. También su trabajo con el grupo Y’en a Marre (“estamos hartos” en francés), del que fue fundador, le llevó a estar detenido en República Democrática del Congo por “intentar influir a la gente para destruir el país”. Esto, sin embargo, no ha conseguido silenciarle. “Macky Sall no ha sido un demócrata, ha sido un dictador”, afirma sin tapujos.

El rapero reconoce con orgullo que sus esfuerzos por movilizar a la sociedad han dado sus frutos: “Cuando llamamos a la gente a unirse a nosotros en la calle para protestar, se unen”. Su mensaje y congregación se alejan de cualquier tipo de protesta violenta. Para Malal y su comunidad artística, “el hip hop significa paz, amor, unidad y fe”. Y ese es su mensaje: “Cada acción que hacemos la relacionamos con la paz. Esa es la principal forma que utilizamos para movilizar a los jóvenes”.

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