La justicia condena a 51 años de cárcel al asesino de una niña indígena en Bogotá
Rafael Uribe Noguera no fue sentenciado a la pena máxima a pesar de las evidencias en el crimen de Yuliana Samboní
El crimen es de los peores que se recuerde en la historia reciente de Colombia. En un país marcado por un conflicto armado de más de 50 años, el secuestro, el abuso sexual y el asesinato de Yuliana Samboní, una niña de siete años, indígena, sacudió a los colombianos, que pedían justicia y, en su mayoría, exigían pena máxima (60 años de prisión) para el responsable de la cruel muerte de la niña. Rafael Uribe Noguera fue enviado a la cárcel en diciembre pasado como presunto responsable del crimen. No pasó mucho tiempo para que las evidencias dejaran de ser sospecha. Uribe Noguera, de 39 años y arquitecto de profesión, raptó, abusó, mató y pretendió burlar a la justicia asegurando que tenía problemas mentales y era adicto a la droga. Su estrategia, sin embargo, no funcionó. Este miércoles, la justicia colombiana lo condenó a 51 años y 10 meses de prisión por el homicidio de Yuliana.
“La condena a Rafael Uribe Noguera debe reflejar el repudio general que sus actos ocasionaron”, leyó la juez del caso ante un auditorio frío y en el que el culpable ni siquiera se hizo presente, bajo la excusa de que su seguridad estaba en peligro. Hace unos meses, una comunidad enfurecida por el horror del crimen intentó lincharlo cuando era trasladado de la clínica, en donde se recuperaba de una supuesta sobredosis, a la cárcel.
La Fiscalía, como colectivos sociales y la familia de la menor no quedaron conformes con la condena y apelaron la decisión de la juez. Piden que la pena sea máxima y que no se omitan agravantes que, al parecer, no se tuvieron en cuenta a la hora de fijar la sentencia. “Espero que se haga justicia por mi hija, si no, no valdría la pena tanta prueba y tanta cosa, tiene que ser la pena máxima que hay aquí en Colombia”, declaraba a la entrada del complejo judicial Juvencio Samboní, el padre de la niña.
Uribe Noguera aceptó su responsabilidad en los delitos de feminicidio agravado y acceso carnal violento agravado. Lo tuvo que hacer después de que Medicina Legal demostrara que en el cuerpo de la niña había rastros biológicos suyos. El acusado también participó con sus dos hermanos (que están siendo investigados y ya se les prohibió salir del país) en la alteración de la escena del crimen. Según la Fiscalía, Yuliana fue bañada y parte de su ropa tirada al inodoro. La menor fue untada con aceite y se intentó destruir la mayor cantidad de pruebas posibles.
A Uribe Noguera ningún abogado quiso defenderlo y el que le fue dispuesto por el Estado, solo tenía como argumento a su favor que no registraba antecedentes penales. Y esa fue una de las razones para que la juez del caso no impusiera la pena máxima, a pesar de asegurar que la menor fue “sometida con feroz agresión física”. En la lectura del fallo, además de recordar cómo Uribe Noguera se valió de su posición económica para ingresar a un barrio humilde y en su camioneta, robarse a la menor y cómo intentó excusarse en la droga, al decir que estaba “fuera de control”, la juez fue clara. "Si el comportamiento del acusado fuera el de un enajenado, como lo quiso hacer ver, no hubiera realizado todo con la precisión de un reloj". Agregó además que “eligió al ser más débil de entre los débiles: mujer, niña y pobre”.
El país aplaude la celeridad en este caso porque de los más de 15.000 agresiones a mujeres, las condenas siguen siendo pobres; sin embargo, exige que las penas sean ejemplarizantes. Sobre todo después de relatos como los que escucharon todos en la audiencia, menos el implicado. “Los fragmentos de muestra en las uñas de la menor también dieron positivo respecto a Rafael Uribe. Quedaron en su cuerpo huellas biológicas. Los actos de Rafael fueron dirigidos a la impunidad de su conducta”.
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