Caos y purgas en el ala oeste

Después de ocho meses en la Casa Blanca, el equipo que rodea al presidente Trump sigue envuelto en una espiral de ceses y dimisiones sin fin. En este breve lapso de tiempo, Trump ha perdido puestos tan relevantes como su consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, su jefe de Gabinete, Rience Priebus, dos directores de comunicación, Mike Dubke y Anthony Scaramucci, y a su portavoz, Sean Spicer, además de al director del FBI, James Comney.

De todos esos ceses y dimisiones, el de su jefe de estrategia, Steve Bannon, conocido ayer, es el más significativo. Bannon representa como nadie las profundas corrientes ideológicas que han llevado a Donald Trump a la presidencia. Hablamos del principal arquitecto y animador del cóctel de populismo antisistema, nacionalismo blanco y proteccionismo económico que subyace en la visión de EE UU y el mundo que respalda a Trump. Pero su papel no queda ahí: además de ser el ideólogo de la derecha alternativa y, con ello, el principal responsable de la práctica destrucción del Partido Republicano, Bannon es el inspirador de plataformas como Breitbart News, adalid de un periodismo de combate sin escrúpulos y que convierte a los medios de comunicación en sustitutos de los partidos políticos tradicionales.

La decisión de Bannon de volver a Breitbart News y el tono belicoso con el que lo ha hecho dejan claro que su agenda política no ha cambiado. En lugar de impulsar su ideología extremista desde dentro de la Casa Blanca, lo hará desde fuera, seguramente con mayor eficacia. No cabe, por tanto, esperar que la salida de Bannon modere los impulsos más radicales de Trump. Al revés, supondrá un aumento de la presión sobre su Gabinete y el partido republicano. Por mucho orden que el nuevo jefe de gabinete, el general Kelly, quiera imponer, Trump ha demostrado sobradamente que la agenda nacionalista y populista de Bannon y la suya son idénticas.