El jefe de Boeing anuncia su dimisión en plena crisis de la empresa
Dave Calhoun dejará la empresa a finales de año, mientras que el responsable de aviones comerciales cesa de inmediato y el presidente del consejo prepara su salida
El presidente y consejero delegado de Boeing, Dave Calhoun, de 66 años, ha anunciado hoy su decisión de dimitir como consejero delegado a finales de 2024, aunque continuará al frente de Boeing durante este año para completar el trabajo que se está llevando a cabo para estabilizar la compañía. El anuncio de la dimisión, acompañado de otros cambios en la cúpula, como el relevo del responsable de la división de aviación comercial, llega en plena crisis de la empresa por los fallos de seguridad de sus aviones.
Boeing está sometido a una estrecha vigilancia desde el accidente de principios de año en que un avión de Alaska Airlines perdió en pleno vuelo un panel que tapaba un hueco destinado a puerta de emergencia en otras configuraciones del modelo, un 737 Max. Además, un duro informe encargado por los reguladores estadounidenses y publicado a finales del mes pasado ponía en cuestión la “cultura de la seguridad” de Boeing en lo que supone un nuevo golpe para el fabricante estadounidense de aviones comerciales.
El goteo de malas noticias ha seguido con nuevos incidentes, como la abrupta sacudida de un avión Boeing 787-9 Dreamliner de Latam al apretar aparentemente una azafata un botón que hizo plegarse el asiento del piloto en un vuelo de Sídney a Santiago de Chile.
Las acciones de Boeing han caído un 25% en lo que va de año, un descenso de valor de unos 30.000 millones de dólares. La empresa tiene una capitalización bursátil de 115.000 millones de dólares. La compañía ha ido perdiendo cuota de mercado frente a la europea Airbus en el negocio de la aviación comercial. Calhoun, que fue directivo de General Electric y Blackstone, deja el puesto de consejero delegado que asumió en 2020, donde antes había sido consejero independiente desde 2019. Asumió el cargo con una reputación de gestor de crisis, buen comunicador y experto en operaciones. Llegó para solucionar una crisis tras estrellarse dos aparatos 737 Max 8, y se va con otra.
Búsqueda de sustituto
El presidente del consejo, Larry Kellner, ha informado de que no tiene intención de presentarse a la reelección en la próxima junta anual de accionistas. El consejo ha elegido a Steve Mollenkopf para suceder a Kellner como presidente independiente del consejo. En este cargo, Mollenkopf, que fue consejero delegado de Qualcomm, dirigirá el proceso de selección del próximo consejero delegado de Boeing, que releve a Calhoun.
Mientras, la compañía ha nombrado a Stephanie Pope como nueva responsable de la división de aviones comerciales, donde está el origen de la crisis de la empresa. Pope ha sido directora de operaciones de Boeing desde enero. Antes, fue presidenta y consejera delegada de Boeing Global Services, donde era responsable de dirigir los servicios aeroespaciales de la empresa para clientes comerciales, gubernamentales y de la industria de la aviación en todo el mundo. Previamente, fue directora financiera de Boeing Commercial Airplanes y ha ocupado cargos en todas las unidades de negocio de Boeing. Comienza a desempeñar sus funciones como jefa del área de aviones comerciales de forma inmediata en sustitución de Stan Deal, que cesa en el puesto. Por su trayectoria, si tiene éxito en esta etapa sería una clara candidata al puesto de consejera delegada de la empresa.
“He estado considerando durante algún tiempo, en discusión con nuestro consejo de administración, el momento adecuado para una transición de consejero delegado en Boeing. Quiero compartir con ustedes que he decidido que este será mi último año como consejero delegado de nuestra gran compañía, y he notificado al consejo esta decisión”, explica Calhoun en una carta a los empleados en la que empieza reconociendo que el accidente del vuelo 1282 de Alaska Airlines fue un momento decisivo para Boeing. “Debemos seguir respondiendo a este accidente con humildad y total transparencia. También debemos inculcar un compromiso total con la seguridad y la calidad en todos los niveles de nuestra empresa”, afirma.
“Ha sido el mayor privilegio de mi vida servir a Boeing”, dice el jefe de la empresa. “Los ojos del mundo están puestos en nosotros y sé que superaremos este momento como una empresa mejor. Seguiremos plenamente centrados en completar el trabajo que hemos hecho juntos para devolver la estabilidad a nuestra empresa tras los extraordinarios retos de los últimos cinco años, con la seguridad y la calidad al frente de todo lo que hacemos”, añade.
Boeing ya sustituyó el mes pasado al jefe del programa 737 Max, según informó la empresa en una nota interna. Tras una carrera de casi 18 años en la compañía estadounidense, Ed Clark dijo adiós a la compañía con efecto inmediato.
La compañía está tomando medidas para reforzar la calidad del programa 737, entre ellas inspecciones adicionales en su fábrica y en los principales proveedores y una mayor supervisión por parte de las líneas aéreas. También decidió detener la producción del 737 durante un día para volver a centrar a sus empleados en la calidad. Además, Boeing ha designado a un experto externo para dirigir una evaluación independiente en profundidad del sistema de gestión de calidad.
El siniestro de Alaska Airlines, aunque sin consecuencias catastróficas, puso de nuevo a Boeing y su modelo 737 Max en el ojo del huracán después de que en 2019 se le retirara el permiso de vuelo —el fabricante estadounidense hasta suspendió su fabricación— a raíz de dos accidentes fatales que le costaron la vida a más de 300 personas en otra variante diferente a la que ha sufrido ahora el percance. En octubre de 2018 se estrelló en el Mar de Java, en Indonesia, el vuelo 610 de la compañía de bajo coste Lion Air operado por un 737 Max 8; pocos meses después, en marzo de 2019, fallecieron 157 personas en el vuelo 302 de Ethiopian Airlines en el mayor desastre aéreo de ese año también en un 737-8.
La compañía cerró el pasado ejercicio con unas pérdidas de 2.222 millones de dólares (unos 2.050 millones de euros). Aunque se trata de números rojos, su cuantía es menos de la mitad que los 4.935 millones de dólares de pérdidas del año anterior. La empresa ya sufrió pérdidas de 636 millones en 2019, que se agravaron hasta el récord de 11.873 millones de dólares en 2020. Luego perdió 4.202 millones en 2021. Los números rojos acumulados de los últimos cinco años suman unos 23.800 millones de dólares.
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