Borrasca, el origen del mito

Las Bodegas Poveda han cumplido 90 años en el momento que se han trasladado a una nueva en la partida de Salinas, bello paraje similar al Stellenbosch de Suráfrica. Este es un cambio estratégico, pues con la nueva se debe andar otros cien años. Abandonar la antigua en el barrio de la Goletja no es fácil, hay que trasladar su parte más entrañable, La Sacristía -el Sancta Sanctorum del Fondillón-, se trata de mover sus viejos toneles hinchados por su sangre vinícola, que es pura memoria histórica. La Goletja nunca será lo mismo sin esta bodega: sus aromas, ruidos y sabores. Pero con la nueva, Salvador Poveda continuara elaborando grandes vinos. Como este Borrasca, que debe su marca al mote del fundador, Salvador Poveda Corbi, (Monòver 1894-1987). Este primer Borrasca perteneció a la generación de luchadores por la república, menestrales llenos de visión y cultura, que dominaban otros oficios aparte del propio y que sabían combinar la modernidad con los ideales románticos del pasado. Una generación que se mereció lo mejor y en cambio aguantaron lo peor. Borrasca ha sido sabiamente criado durante 14 meses en futs borgoñones de 500 litros para hacer una crianza lenta sin sufrir una maderización excesiva. Así, hay poco de tostado de barrica en el bouquet de este sensacional monastrell, que responde al carácter del mote. ¡Después de la tempestad viene la calma! Así es este Borrasca, elegante, fino y especiado pero con pasional carácter. Es también muy frutoso (grosella y cereza madura) y fructoso -tiene un residual de azúcar que le da el tono de gran vino-. Un tinto manifiesto de la cultura enológica que siempre ha gobernado esta casa. Como la propia saga Poveda, nobilísima familia monovera que ya esta en su cuarta generación, y que dio en su segunda a uno de los mejores vinateros y ciudadanos del País Valenciano, Salvador Poveda Luz, maestro del bien, que quería al vino, a la gente y a su tierra y que pensaba, como Jean Paul Sastre, que la felicidad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace.