Sacar a Aznar
Todos sabemos que la comisión del Congreso investigaría si Aznar había tenido imprevisiones y fallos antes del atentado de Atocha y juzgar si había falseado la información y obligado o inducido a falsearla a medios públicos y privados con fines electorales. La respuesta personal es "si". El PP, que pidió que se formara ese cuerpo, trata de convertir la pesquisa en si el partido socialista se aprovechó para ganar las elecciones por medios ilícitos. Claro que no: creo que sin el atentado Aznar hubiera perdido. Sabíamos que no tendría mayoría absoluta como castigo a la guerra contra Irak, al desentendimiento y desprecio a la catástrofe natural de Galicia, por el "decretazo" laboral que se tragó ante la huelga, por los estudiantes y los profesores en las calles contra la Ley de Enseñanza: y por muchas cosas más. Sin mayoría absoluta gobernaría la misma coalición de hoy. El PP ya lanzaba antes su contraofensiva según el catecismo autoritario: si pierdes las elecciones, niega su validez. Había tenido éxito en las elecciones de Madrid: perdió, aparecieron dos individuos bien dispuestos, se negó la validez, se hicieron elecciones nuevas y las ganaron. Nada más fácil. Para mí seguirá siendo siempre un misterio por qué los madrileños cambiaron su voto y se lo negaron a las víctimas de la trampa.
El argumento de alguna que otra sabandija cundió: si son tan tontos como para dejarse engañar por sus candidatos, no sirven para gobernar. País de paradojas. En el caso nacional no se podían repetir las elecciones: no había materia. Han pasado seis meses, y están en lo mismo: demostrar que esas elecciones fueron injustas, que les robaron los votos, y gobiernan de una manera antiespañola, y que se puede forzar una votación anticipada. Sobre todo, si gana Bush en Estados Unidos y aprieta al Gobierno que retiró sus tropas de Irak. No sería el primer país: es una maniobra consabida. Para eso, el PP necesita volver a sacar a Aznar; perjuro, además de todo, porque había jurado su retirada. Lo sacan. Le veremos en la comisión: irá como acusado de lo que hizo y saldrá como acusador. Es lo que mejor hace. Para su partido, puede ser fatal. Desaparece Rajoy, muere el sueño de Gallardón, los guerreros afilan sus cuchillos y los obispos sus homilías dentadas. Puede ser el canto del cisne. Pero, siendo el mundo como es, nadie sabe lo que pasará. Y Zapatero podría resultar como el personaje de Quevedo: el alguacil alguacilado.
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