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Reportaje:

A convivir se aprende

Un libro analiza los avances de la educación intercultural en los últimos 20 años Un libro analiza los avances de la educación intercultural en los últimos 20 años

La coexistencia de culturas diferentes en los colegios no debe verse como una amenaza para derechos básicos como la igualdad de género, sino como una oportunidad para reforzar los principios democráticos fundamentales". A esta convicción ha llegado la catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, María José Díaz-Aguado, tras estudiar durante 20 años distintas formas de abordar la multiculturalidad en las escuelas.

La investigadora ha recopilado en Educación intercultural y aprendizaje cooperativo (Pirámide) los resultados de 14 proyectos educativos que dirigió entre 1983 y 2001. El libro incluye testimonios de alumnos y profesores que participaron en los trabajos, además de un CD-ROM con material para trabajar en clase.

Éstos son, según la autora, los principales retos que ha planteado el multiculturalismo a la escuela en las dos últimas décadas:

- Integración de minorías. En los años ochenta aparecen síntomas de racismo en las aulas. Niños provenientes de minorías sufren un proceso psicológico de exclusión semejante al acoso moral. Para recuperar el control del aula, perdido ante la llegada de alumnos diferentes, uno de cada 10 profesores emplea recursos de control de la escuela tradicional que conducen a estos alumnos a la pasividad, el fracaso y el abandono.

A comienzos de los años noventa aumenta la inmigración y se dispara el racismo. Empieza a valorarse en foros educativos el interculturalismo y el respeto a la diversidad como fuente de progreso. Pero los propósitos no llegan a realidad de la escuela. Se limitan a soluciones cuantitativas, como prolongar el periodo de escolarización. En los últimos años se empieza a cuestionar la bondad del multiculturalismo, ante la sospecha de que amenace valores básicos de la sociedad.

Díaz-Aguado propone que se dote a los docentes de herramientas para ceder a los alumnos protagonismo. "La educación actual no consiste tanto en transmitir una identidad cultural como en cooperar en la búsqueda de referentes comunes", dice. Y aclara: "La democracia, las leyes y los derechos humanos deben ser siempre los valores fundamentales, los límites de la libertad de comportamiento".

- Pérdida de autoridad del profesorado. La revolución tecnológica aceleró la pérdida de dos viejos modelos de autoridad: el poder coercitivo (temor al castigo) y el poder de experto.

Los alumnos reciben de la televisión y de las nuevas tecnologías más información sobre sus derechos que sobre sus obligaciones. Además se amplía el acceso al conocimiento, lo que resta al profesor autoridad derivada del dominio de distintos saberes.

La prolongación de la escolarización obligatoria a los 16 años y la renovación de la estructura familiar aumentaron la resistencia a la obediencia. La situación actual, ironiza Díaz-Aguado, es que "los profesores ya no dan miedo ni aunque quieran".

A su juicio, el camino para recobrar autoridad no está en recuperar el castigo, sino en fortalecer otras formas de influir en la conducta del alumnado.

Su consejo es "tratar a los alumnos como expertos", crear situaciones para que lleguen al conocimiento por sí mismos, "sin posibilidad de disfrutar con los errores del profesor".

- Exclusión y violencia. La pérdida de autoridad coercitiva, la ampliación de la edad de escolarización obligatoria y la creciente heterogeneidad de los alumnos dejaron a los profesores sin recursos para atajar la indisciplina, que se multiplicó de forma progresiva a partir de los años ochenta y se convirtió en caldo de cultivo de violencia escolar en los noventa. Disminuye la violencia de los profesores hacia los alumnos, pero se agrava la violencia entre escolares y crece la violencia de los alumnos hacia los profesores.

Díaz-Aguado cree que la violencia nunca debe quedar impune, pero no es partidaria de la expulsión como medida correctora. Defiende la participación activa de los alumnos en la redacción y ejecución de normas escolares de disciplina, dirigidas a explicar por qué un comportamiento es incorrecto, provocar el arrepentimiento y conseguir la reparación del daño.

"El origen de la violencia está casi siempre en la exclusión", explica. Por eso defiende la formación en grupos heterogéneos, la atención a la diversidad y el aprendizaje cooperativo como principales medidas para atajar comportamientos violentos.

- Igualdad de sexos. En los dos últimos decenios se ha producido un avance progresivo en este campo. No obstante, Díaz-Aguado recuerda a quienes rechazan la convivencia con otras culturas por marginar a las mujeres que "la igualdad de género es en España un hecho reciente, no existía hace sólo tres décadas".

Como reto pendiente en este área, la psicóloga destaca la necesidad de dotar a la escuela de los medios necesarios para que los logros en cuanto a acceso, rendimiento y expectativas de futuro, ya consolidados desde la educación primaria hasta los doctorados, se extienda al mundo laboral, donde persisten las desigualdades.

Por otro lado, explica que ahora son los chicos quienes necesitan liberarse de viejos esquemas sexistas que les impiden aún sentir como propios los valores identificados tradicionalmente con las mujeres.

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