El Ejército de Angola mata en combate al histórico líder guerrillero Savimbi
'Teníamos un problema y lo hemos resuelto', asegura el portavoz del presidente
El Gobierno de Luanda anunció oficialmente anoche la muerte del líder histórico de la guerrilla de UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), Jonas Savimbi, y aseguró que mostraría su cadáver en las próximas horas. El Gobierno apeló a la calma y admitió un inminente 'alto el fuego' en la guerra civil que ha arrasado el país desde la independencia de Portugal, hace 27 años, con un resultado de cerca de un millón de muertos, cuatro de desplazados y una situación humanitaria catastrófica. 'Teníamos un problema que acabamos de resolver', dijo Aldemiro de Conceição, portavoz del presidente.
Da Conceição responsabilizó anoche a Savimbi de las 'acciones terroristas' que provocado la muerte de centenares de civiles e infraestructuras por todo el país y lanzó un llamamiento a los guerrilleros de UNITA para que 'reconsideren' ahora sus posturas con el objetivo de acabar definitivamente con el conflicto. Las calles de Luanda registraron anoche alguna algarabía y disparos de júbilo, pero sin registrarse ningún tipo de incidentes.
Poco antes, un comunicado oficial de las Fuerzas Armadas había informado de la muerte de Savimbi en un enfrentamiento con una columna de la guerrilla de UNITA en la región de Moxico. Llevaban meses tras la pista del dirigente guerrillero, a la vez que el delegado de Naciones Unidas para los asuntos africanos, Ibrahim Gambari, había iniciado 'contactos preliminares' entre el Gobierno y UNITA para alcanzar un alto el fuego y restablecer las negociaciones de paz, tal como reconoció la semana pasada en Nueva York.
Diplomáticos portugueses que aseguraron que la muerte del dirigente guerrillero facilitará el diálogo para acabar con una guerra que ha destruido uno de los países más ricos de Africa. La guerrilla de UNITA inició en 1961 la lucha por la independencia contra los portugueses y, tras la Revolución de los Claveles, en 1974, se embarcó en una larga guerra civil casi ininterrumpida por escasos períodos de paz.
El presidente angoleño, José Eduardo dos Santos, y el líder de la guerrilla de UNITA, Jonas Savimbi, admitieron recientemente su total disposición para reabrir un nuevo proceso de negociaciones, pero ambos sostuvieron un diálogo de sordos y aseguraron que mantendría sus ofensivas militares hasta que existiera un compromiso claro por ambas partes para decretar un alto el fuego. La Iglesia angoleña y la ONU estaban presionándoles para concluir un conflicto que, olvidado por la comunidad internacional, ha provocado una de las mayores catástrofes humanas de Africa.
Veintisiete años después de su independencia de Portugal, la guerra civil ha provocado un millón de muertos, más de 100.000 mutilados por minas explosivas, cuatro millones de desplazados (de ellos, más de dos tienen que recibir alimentos para subsistir) y una gravísima situación humanitaria. Los informes oficiales registran más de un millón de afectados por la malaria, de los que mueren unas 25.000 personas al año, y 500.000 seropositivos. La desnutrición afecta al 80% de los niños y la media de vida se ha reducido a los 46 años.
La explotación de sus inmensas reservas de petróleo, florecientes minas de diamantes o inagotables bancos de pesca no han impedido que el 82% de la población (de un total de 12 millones de personas) sobreviva por debajo del índice de pobreza, la mitad duerma a la intemperie, y sólo un 37% tenga acceso a agua potable y un 16% a un mínimo servicio de saneamiento.
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