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Venerable vitalidad

Más de 2.000 personas participan en Vícar en un encuentro de personas mayores

Se pasaron la vida trabajando hasta lograr dejar marcadas en su rostro y en sus manos las huellas del empeño por doblegar las circunstancias y labrarse un camino por el que discurrir sin excesivos sofocos ni estrecheces. Ahora, cuando la primavera de la existencia dejó paso a tiempos más reposados, afrontan una nueva etapa en la que la tranquilidad y el disfrute debería ser máxima de obligado cumplimiento. A ese principio trataron ayer de responder las casi 2.000 personas que se dieron cita en La Gangosa, un núcleo dependiente del municipio almeriense de Vícar que acogió un encuentro comarcal de personas mayores cuajado de vitalidad. "Esto está muy bien, lo que pasa es que hay mucha gente y, claro, no se puede atender bien a todo el mundo", comentaba Ramón Rubí, un agricultor jubilado de 61 años. La apreciación de Ramón no resultaba en absoluto desatinada: decenas de personas entrando y saliendo de una carpa que se quedó pequeña para tanta afición, daban a la multitudinaria reunión un toque bullicioso que los cerca de 100 voluntarios que formaban parte de la organización trataban de encauzar como buenamente podían. El Ejido, Enix, Felix, La Mojonera, Roquetas de Mar y Vícar fueron los seis municipios participantes en este encuentro que contó también con la asistencia del consejero de Asuntos Sociales, Isaías Pérez Saldaña, para quien actividades de este tipo "demuestran la mejora del Estado del bienestar y el hecho de que, para el siglo XXI, se demanda una sociedad para todas las edades". La enorme paella con la que los seis ayuntamientos trataron de homenajear los estómagos de sus invitados desapareció con la misma rapidez con la que los asistentes se precipitaban hasta el mostrador, plato en mano. Antes de almorzar, los protagonistas tuvieron la oportunidad de recorrer los distintos municipios del Poniente almeriense. Después disfrutaron con las actuaciones que cada asociación de mayores aportó para dar colorido a la reunión. Bailes, música y teatro centraron una jornada de convivencia en la que tuvieron la oportunidad, aún quizás sin proponérselo, de demandar su espacio propio en la sociedad. Conscientes de su derecho al descanso pasada la frontera de los sesenta, algunos de estos mayores tenían también ayer tiempo para valorar los cambios que han apreciado con el paso de los años: "Ahora hay mucho más respeto y muchos más adelantos". Los recuerdos que atesoran los mayores suelen ser la mejor garantía para mantener la memoria viva. Y de esos recuerdos echaron mano un grupo de mujeres de Vícar para rescatar el que durante años fue el traje típico del municipio: la falda azul y la blusa blanca, la pañoleta, los pololos, las puntillas y encajes que adornaban la vestimenta con la que se cubrían a finales del pasado siglo las mujeres de Vícar y que desapareció con la Guerra Civil. La fiesta se alargó hasta bien entrada la noche y sus protagonistas demostraron que, no por recurrente, carece de sentido la expresión de que la juventud está en el alma y no conoce de edades ni calendarios. "Ahora vivimos muy bien. Lo estamos pasando estupendamente. Qué más podemos querer, que nos tengan en brazos", explicaba Purificación Vargas, una mujer de 70 años que, como el resto de sus compañeros, espera disfrutar con alegría el resto del viaje que aún le queda por hacer en esta vida.

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