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Maragall busca que sus mensajes lleguen al cinturón de Barcelona

Enric Company

VIENE DE LA PÁGINA 1 Uno de los objetivos de Pasqual Maragall en sus intervenciones fuera de Cataluña es conseguir un reflejo de sus mensajes en la población catalana que tiene parientes en otras partes de España. En algunas ocasiones lo pide abiertamente. En Gijón, donde el jueves habló junto al alcalde, Vicente Álvarez Areces, que será el candidato socialista a la presidencia de Asturias, provocó una cálida reacción en un público también deseoso de victoria. Tras el acto, uno de los asistentes, un hombre ya mayor, se le acercó y le dijo: "Estoy apretando a los familiares que tengo en Santpedor para que le voten". Por esta razón, Maragall tiene previsto continuar sus incursiones fuera de Cataluña durante su larga precampaña electoral. Repetirá viajes a Madrid y Andalucía e irá a otras comunidades. El otro objetivo que persigue es difundir fuera de Cataluña su idea de "unión y diversidad" como contenido del federalismo que predica entre unos auditorios socialistas que tienden a considerarlo como un concepto vacío tras décadas de utilizarlo sólo para designar a los órganos de dirección del PSOE. Pretende acostumbrarles a la existencia de un discurso catalanista sin trasfondo secesionista, que promueve una España con mayor peso político de las regiones y los municipios. Una de las objeciones más frecuentes en los coloquios que mantiene con auditorios catalanes es ésta: "Lo que dice está bien, pero ¿se lo dejará hacer el PSOE?". Ataques al nacionalismo Los discursos de Maragall están sistemáticamente dirigidos a marcar diferencias con los nacionalistas, pero más por la vía de reafirmar su oferta propia que la del ataque. En Magaz de Pisuerga apenas aludió a ellos, a diferencia de Redondo Terreros, cuya intervención estuvo dedicada exclusivamente a exponer el conflicto entre nacionalistas y no nacionalistas en Euskadi. Pero eso no equivale a complacencia alguna con los nacionalistas cuando llega el caso. En Gijón, Maragall los definió de esta forma, que contrastaba vivamente con el dibujo de una España articulada a partir del federalismo que acababa de hacer: "Los nacionalistas quieren la nación, la suya. Y punto". Acto seguido, agregó que España "no tiene una solución unitaria", pero eso no significa que exista una solución secesionista. "Ni los abertzales piden un referéndum", afirmó. Y por una explicación elemental, agregó: "Porque lo perderían". A propósito de las incidencias en el Parlamento vasco provocadas la semana pasada por la inasistencia de los diputados de Euskal Herritarrok, Maragall formuló una dura acusación. "El comportamiento de una coalición parlamentaria que proclama su respeto a la democracia y a las mayorías y, al mismo tiempo, incendia las sedes de los partidos de la oposición, de la minoría, tiene un nombre". No lo dijo, pero quedó claro que hablaba de comportamiento fascista.

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