Carlos Alcaraz, el último gran virtuoso
El murciano, el rey de la dejada, recoge el testigo de los tenistas más creativos con un juego instintivo e incontenible, desplegado ahora sobre la tierra de Madrid
“Podéis llamarme genio, porque me impongo a muchos de mis rivales y a cada uno de forma diferente”, decía Roger Federer allá por 2007, conforme iba sacándole brillo a su imperio y lo adornaba con más y más trofeos, edificado sobre un juego tan delicioso que el escritor David Foster Wallace lo definió como Una experiencia religiosa. El suizo, algo así como un genio, prestidigitador sin igual, dejó huella aquí y allá; también en la Caja Mágica de Madrid, donde ahora se escuchan los suspiros al paso de Carlos Alcaraz. El suizo venció en las ediciones de 2006, 2009 y 2012, el murciano se coronó el curso pasado y previamente, en el origen de todo, 2002, fue Andre Agassi el que levantó el trofeo de campeón, cuando el torneo se disputaba en el Rockódromo de la Casa de Campo sobre moqueta.
“Cuando tienes 32 años, todos los que vienen detrás son la nueva generación”, exponía entonces el estadounidense, cercado por el auge de los Ferrero, Safin, Hewitt y un tal Federer, por el que siempre ha bebido los vientos Alcaraz. “Admiro mucho a Rafa [Nadal], pero ver a Roger, la clase que tiene, es como observar una obra de arte”, se expresaba el murciano en febrero en una entrevista concedida a la revista Vogue, ahora que asoma una nueva época, él marca tendencia como nadie y se erige en el último fenómeno, porque más allá de números, estadísticas, récords y más o menos victorias, el defensor del título se eleva como el último gran virtuoso de la raqueta. El último gran creador. Tenis, sí, pero en su versión más hedonística.
Al margen de la huella competitiva (cuantificable) que pueda dejar, Alcaraz tiene entre ceja y ceja la idea de pasar a la posteridad como un jugador con un estilo único, reconocible y espectacular. Ganar, pero no de cualquier manera. Importa el qué, igualmente el cómo. “Solo pienso en disfrutar, porque así es como sale mi mejor versión”, afirmaba a su llegada a la Caja Mágica, el día después de participar en la presentación del torneo –en la Plaza de Colón, en compañía del alcalde, José Luis Martínez-Almeida– y ante cerca de un centenar de representantes de los medios de comunicación, entre periodistas y reporteros gráficos; “quiero disfrutar y hacer disfrutar. Mi estilo es muy alegre e intento hacer cosas distintas; eso es lo que me sale de dentro cuando estoy disfrutando y saco una sonrisa”.
Pese a la brevedad de su recorrido en la élite, Alcaraz ya forma parte de esa estirpe de tenistas singulares y únicos, capaces de sorprender día sí y día también. Los artistas. Le sobran trucos y su creatividad se multiplica en contraste con la monótona propuesta que predomina en estos últimos tiempos, todo velocidad y todo potencia, a poder ser pocos golpes y en el fondo, demasiada carencia estratégica. “Había oído hablar de él, había escuchado que hacía cosas diferentes al resto, yéndose mucho a la red y tirando muchas dejadas”, suele contar su preparador, Juan Carlos Ferrero, al que la rutina diaria no le ha arrebatado la perplejidad, sorprendido por los golpes y las maniobras de un talento excepcional que hace ocho meses, especificaba el valenciano coincidiendo con el éxito en el US Open y el ascenso a la cima del ranking, estaba solo “a un 60% de su potencial real”.
Agassi, Ríos, Federer...
En aquel momento, Ferrero precisaba que su chico debía mejorar el resto, el revés, la consistencia y “el no irse mentalmente”. Hoy por hoy, con tres trofeos más en el expediente, la progresión en todos los campos es un hecho. Cada vez más completo, en un proceso más acelerado de lo esperado, Alcaraz sigue subrayándose y diferenciándose, por una vía que en su día escogieron virgueros como Edberg, Ríos, Agassi o Federer, de muñeca y técnica privilegiadas todos ellos. “Ninguno tiene la variedad que tiene él, nunca sabes qué puede hacer”, indica el director del torneo, Feliciano López, aún en activo. “Si hablamos de creatividad, es el mejor del circuito”, destacó la última vez que se midieron el veterano Marin Cilic.
Sin Nadal ni Djokovic en escena, retirado ya Federer, los ojos de Madrid se van directamente al murciano. “No están ellos, pero siempre tienes a Alcaraz, así que…”, apuntaba este martes Stefanos Tsitsipas, batido por el español el pasado domingo, en la final de Barcelona, y rendido las cuatro veces que se han enfrentado; “está siendo un gran obstáculo para mí. Tiene un entusiasmo por este deporte difícil de encontrar”, prorrogaba el griego después de enumerar las virtudes de su azote, tan imprevisible como efectivo a la hora de emplear sus recursos. Mientras otros jugadores espumosos (Kyrgios o Bublik, por ejemplo) se quedan en la anécdota, en la viralidad puntual por su ingenio, él arriesga en busca siempre del rédito, en situaciones delicadas y más allá del aplauso.
“No entrenamos prácticamente nada las dejadas; es lo que menos trabajamos porque las incorpora de forma natural”, señaló Ferrero hace dos días en unas declaraciones a El Larguero, de la Cadena Ser, rememorando un episodio de 2019, cuando su jugador tenía 16 años y disputaba el challenger de Sevilla: “Estaba haciendo una cantidad exagerada, así que cuando empezó el desempate del segundo set, me puse serio y le dije que no hiciera ni una más. Me prometió que no lo haría, pero dos puntos después, hizo una y ganó el punto. Se giró y me dijo que no lo podía evitar...”.
BADOSA: “OJALÁ ESTE SEA EL PUNTO DE INFLEXIÓN”
En medio de los vaivenes, Paula Badosa se busca en Madrid. Dice la catalana, de 24 años, que hoy por hoy su juego sigue describiendo una línea ascendente y que confía en que, por fin, venga acompañado de una recompensa. No quizá en forma de premio, pero sí de buenos resultados.
“Estoy jugando mejor y teniendo opciones, pero no terminan de mi lado. Estoy dudando un poco, pero el nivel es bueno y tengo ganas”, apuntaba este martes la española, que el curso pasado llegó a ascender hasta el segundo escalón del circuito y, a partir de ahí, fue perdiendo pegada. Coincidió el inicio del desinfle con su paso por Madrid, donde acusó sobremanera el jugar en casa.
“Me encantaría llegar a las rondas finales, pero no creo que eso sea lo que debo buscar ahora mismo; tengo que hacer lo que estoy haciendo estas semanas, seguir mi línea y sentirme bien. Estar tranquila”, prolongó la de Begur, que ha vuelto a rediseñar su equipo de trabajo y recientemente lo presentó a través de las redes sociales.
Le asesoran ahora los jóvenes Edu Esteve (28 años) y Pol Toledo (28), junto con el fisio Jordi Verdaguer. “Empiezo de cero, aire fresco. Por mi forma de ser, me gusta. Leo que cambio mucho de entrenador, pero he aprendido de todos ellos. Son gente que han jugado al tenis y que empatizan conmigo, me aportan”, valora la catalana, que hoy día es la 42ª en la lista.
Campeona de Indian Wells hace dos años, Badosa sigue reformulándose para volver a coger impulso. “Este deporte es muy duro mentalmente, la gente no sabe lo que es”, dijo, en referencia al paréntesis de Garbiñe Muguruza, sin fecha de vuelta; “me sabe mal porque ha sido un ejemplo a seguir para mí”.
Este martes se cerraron las rondas clasificatorias y a partir de hoy comienza el fuego real, con la disputa de la primera ronda. El cartel anuncia los estrenos de Ramos, Carballés, Munar y Landaluce, además de Masarova y Bucsa, enfrentadas; Badosa empezará el jueves —ante Cocciaretto— y Alcaraz lo hará el viernes.
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