“Yo quería volar como mi padre”
Renaud Lavillenie, el hombre que más alto ha saltado con una pértiga (6,16 metros), cuenta sus orígenes, sus objetivos, su secreto
Antes de viajar a Pekín, donde el 24 de agosto intentará ganar su primer Mundial, el campeón olímpico y plusmarquista mundial de salto con pértiga, Renaud Lavillenie, se tomará unas semanas de libertad, que para él es sinónimo de riesgo: subirse a una moto y hacer subir de las uñas de los pies a la punta de los cabellos un chorro de adrenalina que aumentará según se mueva hacia la zona roja la aguja del velocímetro. “Me gustan las motos, la velocidad. Necesito divertirme, refrescar la cabeza, liberarme. Necesito sentirme libre”, dice, en una conferencia de prensa telefónica organizada por la IAAF, el pertiguista francés que en febrero de 2014, a los 27 años, saltó 6,16m, un centímetro más que el récord mundial que poseía Serguéi Bubka desde hacía 21 años.
La velocidad y la libertad son las dos palabras fundamentales en la cabeza de Lavillenie, que empezó a saltar pértiga porque su padre (y su abuelo) era pertiguista. “De niño, le veía saltar, y quería ser como él, hacer lo mismo que él. Y la primera vez que salté sentí que volaba, y una vez que has tenido esa sensación quieres repetir y repetir, y no dejar de volar en la vida”.
Si el vuelo, el moverse en el aire casi ingrávido, es la libertad, la velocidad es el don que le permite despegar. Lavillenie dice que mide 1,76, y según muchos, exagera, es más bajo aún (bajo para el modelo ideal de pertiguista). Es como mínimo 10 centímetros más bajo, que Bubka y cualquiera de los 18 atletas que en la historia han saltado seis metros o más.
“El secreto para saltar más que los más altos es la velocidad”, dice el atleta francés
La altura del pertiguista, dicen los especialistas, es muy importante porque, explican, la altura del listón que se supera depende fundamentalmente del agarre de la pértiga. Para saltar 6,15m, por ejemplo, Bubka tenía un agarre de 5,15m (es decir, entre su mano y el tapón de la pértiga había 5,15m), el mismo que Lavillenie, quien al ser más bajo, introduce la pértiga en el cajetín de acero inoxidable a un ángulo más abierto que el que lograba el ucranio. “El secreto para saltar lo mismo, o más, es la velocidad: entro con menos ángulo pero mucho más rápido, con más fuerza, y despego más. Después hay que ser muy bueno en el aire, y ahí creo que mi técnica es también bastante buena [su índice técnico, la distancia que supera en el aire entre la altura a la que le deja la pértiga que es la longitud de la pértiga menos los 20 centímetros de profundidad del cajetín, es de 1,20, muy bueno]“, dice Lavillenie, quien hace una semana saltó 5,80m, su mejor altura en un mes de abril.
Los objetivos del francés para este año, son, por este orden los enumeró, el oro en el Mundial de Pekín, mejorar su marca (6,02m) al aire libre y una sexta Diamond League. Y, si se dan las condiciones, batir de nuevo el récord del mundo. Para el año que viene piensa en los Juegos de Río, y más allá, poca cosa. “Y no me lo planteo, porque es imposible, intentar igualar los logros de Bubka, que batió 35 veces el récord del mundo y ganó nueve mundiales”, dice el atleta de Clermont-Ferrand. “Entre su primero, 5,84m, y su último récord, 6,15m, Bubka mejoró 21 centímetros. Y necesitó 10 años para conseguirlo. Él empezó con 20 años. Yo ya tengo 28. Sería una locura pensar que me puedo acercar. Pero, al menos, ya he saltado más alto que él”.
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