Los nuevos terrores: nada nos da tanto miedo como la realidad
Guillermo del Toro, Mariana Enriquez, Álex de la Iglesia y otros creadores audiovisuales y literarios explican cuáles son los terrores que actualmente triunfan en sobrecoger al público
“Nunca hemos estado más cerca del fin, por lo tanto, los terrores que funcionan tienen que venir de la mano de una realidad identificable”. Palabras de Guillermo del Toro, actualmente el gran referente del cine mundial en asustar al público. “¿Qué da miedo ahora? El exterior. Lo que se ha conseguido entre medios de comunicación y el modelo de mercado es que nadie quiera salir de su casa”. En este caso, la reflexión nace de Álex de la Iglesia, el creador que lidera el audiovisual del horror en España. “El terror se mete en la sociedad, en las clases, en la política”, cuenta Mariana Enriquez, la escritora argentina que con sus cuentos y novelas encabeza la generación de narradoras latinoamericanas que han destrozado los viejos cánones del horror literario. En el día de Halloween, en la víspera del día de los muertos o de todos los santos, un grupo de creadores audiovisuales y literarios y expertos en el miedo desgrana qué provoca en la actualidad gritos, sustos, piel de gallina y angustia. Y manda, tras la pandemia y el confinamiento, el terror nacido de lo cotidiano. Cuando hay millones de muertos por una enfermedad, las bestias lovecraftianas devienen en seres más manejables que algo inasible que puede acabar con tu familia.
La semana pasada la plataforma Netflix estrenó su gran apuesta para Halloween: la serie El gabinete de curiosidades, ocho episodios que ahondan en mundos terroríficos de la mano del mexicano Guillermo del Toro, showrunner de esa minitemporada del horror. A punto de estrenar su Pinocho creado en animación stop motion, el cineasta explica por correo electrónico qué cree que provoca hoy terror en la audiencia: “El mundo se ha vuelto un lugar lleno de miedos que nos controlan, que se ciernen como nubes negras cada día. Nunca hemos estado más cerca del fin, por lo tanto, los terrores que funcionan tienen que venir de la mano de una realidad identificable. Tienen que ser plausibles y de alguna forma mas inmediatos”. Curiosamente, su serie bebe del universo más fantástico de Lovecraft; más aún, dos de los episodios adaptan sendos cuentos del autor estadounidense: “Algunos mecanismos antiguos siguen funcionando en la fabulación pero no en el motor del miedo. Son dos cosas diferentes: la poética del horror y la función del miedo”.
La escritora Mariana Enriquez se divide estos días entre la promoción en el Reino Unido de la edición inglesa de Nuestra parte de noche, la novela que ha encumbrado su figura, y la publicación en España de El otro lado (Anagrama), un recopilatorio de su obra periodística. Para la autora, “el terror viene cambiando claramente desde los años setenta, gracias a Stephen King, que lo acerca a lo cotidiano. Él hace la divisoria de aguas y mete el terror en la sociedad, en las clases, en la política. Carrie es una historia de bullying, pero también de clases sociales, de fanatismo religioso, de adolescencia e iniciación, y de mujeres. Es el libro de un adelantado. Y eso nos lleva desde El exorcista (1973), que es una historia en el fondo de la relación de una madre y su hija que entra en la adolescencia, a La bruja (2015), de Robert Eggers, que habla de una mujer que se acaba encontrando consigo misma y con su deseo. Y esa mezcla de realidad y lo sobrenatural se ha visto desde la primera temporada de True Crime a Distancia de rescate, la novela de Samanta Schweblin que combina ecoterror con el miedo de una madre a que su hijo se transforme en otra cosa: es el pánico al futuro”.
Tras este recorrido sobre los cambios en el género durante el último medio siglo, la escritora analiza el miedo en 2022: “Todos estos elementos hoy se entrelazan y se matizan en el terror con pánicos cotidianos: miedo al aislamiento, a la tecnología, a la enfermerdad, a perder la percepción de la realidad, a vivir en un simulacro, a la pérdida y a la fugacidad de la existencia. Vivimos un momento altísimo del terror, y se ve también incluso en videojuegos. El género de terror se derrama en otros, ya no es codificado”.
Este año está siendo productivo para Álex de la Iglesia, que ha estrenado Veneciafrenia y El cuarto pasajero, y se encuentra enfrascado en la producción de la segunda temporada de su serie 30 monedas. Para el cineasta, “en el cine se ha notado una eclosión repleta de joyas”. E ironiza: “Incluso algunos lo llaman terror elevado”. ¿Qué nos da miedo ahora? “El exterior. Lo que se ha conseguido entre medios de comunicación y el modelo de mercado es que nadie quiera salir de su casa. Que se tema el cambio, que solo quieras comunicarte a través de Internet, que compres online y por lo tanto el exterior sea un mundo salvaje al que no quieres rozar. Aterra que entre alguien a tu hogar. Se ve en el cine actual: hay muchas pelis de cambio de casa, de adaptación a un lugar desconocido. Da miedo el baño, la cocina, lo único que controlo es mi cama y, a veces, ni eso”.
Según la periodista y experta en el terror Desirée de Fez, autora del libro Reinas del grito y del podcast homónimo, “el cine de terror tiene el don de mostrar el pulso de la actualidad, a veces de forma inconsciente por parte de sus creadores. Si te fijas en el cine poscovid, han surgido muchas películas cuyo terror parte del aislamiento. Y otras dos cosas que se observan como producto de esa situación de pandemia son los filmes de terror sobre la deconstrucción de la familia o las enfermedades mentales, como Smile, y los que crean los miedos desde la vejez, porque nos da miedo no poder cuidar de nuestros mayores o que no cuiden de nosotros: hay muchas películas con ancianos que hacen cosas malas, como X, Viejos o La abuela”. Para De Fez “no existen miedos nuevos, sino que cambian según las corrientes”. Y nombra a alguien con olfato para ello: “M. Night Shyamalan, que estrenó el año pasado Tiempo, sobre la vejez, y el año que viene lanzará Llaman a la puerta, sobre un apocalipsis narrado desde el aislamiento”.
Otro de los prescriptores más famosos, de los analistas que olfatean con éxito las nuevas tendencias en el terror es Antonio Torrubia, que trabaja en la librería barcelonesa Gigamesh, especializada en terror y fantástico. También Torrubia ve cómo la literatura ha sido marcada por la covid-19. “Ahora se publica en España Tenemos que hacer algo [Editorial La biblioteca de Carfax], de Max Booth III, sobre una familia, con una hija adolescente como centro de la narración, que tras recibir múltiples alertas de tornado en el teléfono se encierra en el cuarto de baño hasta que pase la amenaza. Al ser conscientes de que no van a ser capaces de salir de ahí en mucho tiempo, la claustrofobia, la paranoia y el miedo se adueñan de la historia y sucesos cada vez más extraños llevarán las relaciones familiares al límite”. Y explica sobre las dos grandes vertientes del terror actual: “Junto a esos miedos a lo cotidiano, se mantiene vivo el horror más cósmico de Lovecraft, como confirman la serie de Del Toro y Venus, la película de Jaume Balagueró que se estrena en diciembre”. ¿Cuál es el libro de terror que más se vende ahora? “El imperio del vampiro [Nocturna ediciones], de Jay Kristoff, y las obras de Grady Hendrix. Y siempre recomiendo La chica de al lado [Editorial La biblioteca de Carfax], de Jack Ketchum, la novela que peor cuerpo me ha dejado en mi vida”.
En la literatura, “los miedos no se agotan, ni sus metáforas, ni sus símbolos, ni sus mitos”, explica la narradora ecuatoriana Mónica Ojeda, cuyos textos demuestran su talento para reflexionar e ilustrar todos los tipos de violencia que golpean en el mundo, especialmente a las mujeres. Por eso, desgrana: “Si hay algo que a mí me produce miedo es la violencia y la crueldad, y eso tiene que ver con que vengo de una ciudad extremadamente hostil [Guayaquil], un sitio en donde temes llevar tu cuerpo a la calle. Esa clase de miedo te transforma: no es algo externo, es un espanto que se te mete dentro y te hace ser más egoísta, más desconfiada, más violenta tú misma como respuesta a la violencia que se te impone. Por eso acabo escribiendo sobre violencias de la intimidad. Ese es el mayor horror: que antes de que puedas evitarlo, ese monstruo seas tú”.
Con su debut este año en el largo, Cerdita, un cóctel de slasher, bullying, reflexión social, testimonio de la gordofobia y retrato de España, Carlota Pereda se ha convertido en una voz a escuchar en el cine de terror. Desde el rodaje de su segundo filme, La ermita, la cineasta advierte: “Los miedos ahora están más anclados a la actualidad, son más tangibles. Hay que apegarse a los temores de la sociedad, como el calentamiento global. Las amenazas diabólicas deben estar adheridas a la familia, incluso con personajes salvajes como el de Terrifier 2. Por eso triunfa el found footage [películas construidas con metraje rodado por otros anteriormente y encontrado por casualidad], porque lo sentimos posible. En cambio, si son sobrenaturales tienen que ser más bestias, porque hoy todo es demasiado poco. No nos dará miedo, aunque sí espectáculo y sustos”.
Otro veterano del terror es Sergio G. Sánchez, coguionista de El orfanato y Fin, director de Marrowbone, y que esta temporada ha estrenado en Netflix la serie Alma. Para este creador, “existen pocos termómetros tan precisos de las preocupaciones de cada época como la literatura, el cine y las series de terror. Que estemos viviendo un momento tan prolijo en este género en toda la cultura es indicativo de que vivimos en una sociedad plagada de miedos. Hemos dado permiso a la tecnología para invadir, controlar y monitorizar nuestra existencia. Desde la pandemia nos ha tocado vivir con miedo. Empezamos a sentir que el mundo que habitábamos y que sentíamos tan sólido y seguro es en realidad extremadamente frágil”.
Sobre dónde disfrutamos del miedo ha reflexionado mucho la guionista de cine y televisión Gema R. Neira, coescritora de Malasaña 32 y 13 exorcismos, que se estrena el próximo viernes. “Influye mucho dónde ves el terror, si en casa o en el cine, porque cambian las atmósferas y las compañías”, apunta. Si algo une ambos títulos, es que desarrollan su trama en un paisaje español perfectamente reconocible por el público. “Nos hemos pegado a lo cercano, al miedo que sufres por una intromisión en tu casa o en tu familia, porque eso es absolutamente universal. Triunfa el terror psicológico centrado en lo que ataca a lo que más quieres. Puede ser que al cerrar la puerta no dejes el monstruo fuera, sino que en realidad te esté esperando dentro”.
Babelia
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