‘Stranger Things’, aventuras nostálgicas y sobrenaturales
La nueva serie de Netflix revive la década de los ochenta, las películas de Spielberg y las novelas de Stephen King
La nostalgia domina el mundo del entretenimiento y la cultura. Y en esa visión idílica y melancólica sobre otro tiempo, la década de los ochenta es la reina. En cine significó la explosión de los blockbusters y, sobre todo, la epidemia de las aventuras infantiles y juveniles. De E.T. a Los Goonies pasando por Cuenta conmigo. Historias familiares, historias de amistad, historias del paso a la mayoría de edad. Toda una generación creció con esas películas en las que el drama se mezclaba con la comedia, y el terror era bienvenido. Los hermanos Matt y Ross Duffer son hijos de ese tiempo y pensaron que tenían que recuperarlo para el medio del nuevo siglo: la televisión.
“Queríamos ver algo que estuviera en la línea de las películas clásicas con las que crecimos: Spielberg, John Carpenter, las novelas de Stephen King”, explica Matt. “Y para nosotros, lo que hace todas esas historias grandes y relevantes aún hoy es que todas exploran ese punto mágico donde lo ordinario se encuentra con lo extraordinario”.
De ese punto nació Stranger Things, su nueva serie, que acaba de estrenar Netflix en todo el mundo. La historia de cuatro amigos que viven en un pueblo cualquiera de EE UU en los ochenta, por el que se mueven en bici cuando no están en un desván jugando a Dragones y mazmorras, el juego de rol que funciona como enlace con esa generación nostálgica y, además, “es metáfora de la aventura que viven fuera del tablero”.
Cuando una noche uno de los chicos desaparece, Will, el pueblo se vuelca en su búsqueda, pero sobre todo sus amigos, cazadores de aventuras. “Y mientras lo buscan me encuentran a mí”, dice Millie Bobby Brown, aún con la cabeza rapada como su misterioso personaje en la serie, Eleven, una niña que apenas habla, pero que tiene poderes telequinéticos.
“Es una historia llena de giros, de esas que te piden sentarte y verla del tirón para saber qué pasa de verdad”, cuenta David Harbour (The Newsroom), quien interpreta al jefe de la policía de la ciudad, un hombre aburrido de su trabajo y frustrado porque no pudo salvar a su hija, lo que le lleva a obsesionarse con la desaparición de Will. “Mi personaje es como una cebolla, irá quitándose las distintas capas a medida que avanza el show. Es valiente, pero tiene muchas aristas que no esperarías de un héroe y eso le hace muy humano”.
Aunque los niños son los protagonistas, junto a Harbour hay otra protagonista adulta, alguien que personifica esa nostalgia por otro tiempo cinéfilo mejor: Wynona Ryder. Icono de los noventa, la actriz interpreta a la madre de Will, una mujer soltera con dos hijos a su cargo y que se hunde con la desaparición. Por eso, ella, a diferencia de sus compañeros, no volvió a ver E.T. o Los Goonies, sino que cogió mucho “de las interpretaciones de Ellen Burstyn en Alicia ya no vive aquí o de Marsha Mason en Hola, Mr. Dugan o Las dos vidas de Audrey Rose”.
El personaje de Winona Ryder añade el drama a la coctelera de géneros de Stranger Things. “Creo que es lo mejor de la serie, su diversidad: empieza como una historia de ciencia-ficción y sobrenatural [con Matthew Modine recorriendo misteriosos pasillos], pero luego hay terror y comedia. E incluso algo de romance”, explica Millie Bobby Brown. “Por eso puedes compararla con las películas de Spielberg”, continúa. Incluso con las menos infantiles de su filmografía. “Yo revisé Tiburón cuando empezamos a rodar”, confiesa Harbour. “Es la quintaesencia de qué hacer cuando viene un monstruo a tu ciudad”. Porque sí, hay amigos, juegos, aventuras, pero también monstruo. Nostalgia en estado puro.
Un monstruo viene a verme
Para los niños de Stranger Things, el monstruo se llama Demogorgon y está en su tablero de Dragones y mazmorras. Pero cuando su amigo desaparece, sus aventuras virtuales (y analógicas) se convierten en reales y tendrán que enfrentarse a un monstruo de verdad, su único temor por su inocencia. Mientras, los adolescentes y adultos de la historia, "que viven en una película de terror de los ochenta y en una de Spielberg", respectivamente, están llenos de monstruos. "Sus miedos son mucho más profundos", dice Harbour. Más allá de su dimensión sobrenatural, la serie gira alrededor de la pérdida de inocencia, de la maldad humana. No se enfrentan a un único monstruo de carne y hueso, sino a muchos.
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