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El odio a la bicicleta: por qué hay conductores que acosan a los ciclistas

Los expertos señalan que la batalla por el espacio público en las ciudades molesta a ciertos usuarios del automóvil, que se sienten desplazados y se ven obligados a ir más lentos por la presencia de nuevos actores, como bicicletas y patinetes

Miguel Ángel Medina
Ciclistas Tráfico Madrid
Un coche de Uber pasa a pocos centímetros de un ciclista por la calle Alcalá de Madrid, este lunes.Claudio Álvarez

El pasado jueves, un conductor arrolló a una decena de ciclistas que circulaban por una marcha en Madridla Bicicrítica— y se dio a la fuga. En los siguientes días, algunos conductores publicaron mensajes en las redes sociales apoyando esa acción: “Poco les ha hecho”, “Haberos apartado”, “Espero que el coche esté bien”. Mensajes similares pueden leerse a menudo en páginas como ForoCoches. Los expertos señalan que, aunque son comportamientos minoritarios, muestran una tensión: la batalla por el espacio público en las ciudades —que quitan sitio a los coches para dárselo a peatones y bicis— molesta a ciertos usuarios del automóvil, que se sienten desplazados de un espacio que consideran suyo y se ven obligados a ir más lentos por la presencia de nuevos actores, como bicicletas y patinetes. En ocasiones, eso se traduce en acoso o insultos a los ciclistas, tanto en la vía pública como en internet.

“Siempre ha habido tensión entre los distintos modos de transporte. Cuando nos ponemos al volante es fácil acelerar, porque estás programado para ir rápido, y reprogramar para ir más lento y compartir la vía con otros usuarios cuesta mucho”, apunta Jordi Honey-Rosés, investigador sobre planificación urbana en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). “Además, vivimos en una sociedad cochecentrista, y transformarla lleva tiempo”, añade.

Un conductor arrolla a varios ciclistas en la Bicicrítica del pasado jueves en Madrid.
Un conductor arrolla a varios ciclistas en la Bicicrítica del pasado jueves en Madrid. Fermín Grodira / Twitter

David Lois, profesor de Psicología Social en la UNED, tercia: “Lo normal es que el espacio urbano sea para los coches y cualquiera que interfiera, ya sea ciclista o peatón, es visto como un intruso. Puede haber conductores que piensen que tienen un mayor derecho que otros usuarios de la vía y que el ciclista invade un espacio que es suyo por derecho”. Coincide Enric Pol Urrútia, catedrático de Psicología Social y Ambiental en la Universidad de Barcelona (UB): “La reducción de espacio para el vehículo privado cada vez está más extendida, pero a la vez hay más personas que reaccionan y se vuelven más agresivas porque se ven violentadas al tener menos espacio o tener que circular más despacio”, señala.

Esta beligerancia contra el ciclista mezcla varios factores, según Guillermo Fouce, profesor de Psicología Social en la Complutense (UCM): “Tiene que ver con el individualismo que favorece el coche y también con la agresividad que provoca en ciertos individuos. Hay personas tranquilas que se transforman en agresivas cuando están al volante. En este contexto, si veo una bici en mi carril que me hace ir más lento de lo que esperaba puede generar ira”. Otro podría ser la campaña de la derecha y la ultraderecha contra la movilidad sostenible, que ha llevado a algunas ciudades españolas a eliminar carriles bici. “La crispación y polarización política facilita que yo legitime una determinada acción, pero cuando viene cargada de atribuciones violentas puede derivar en que alguien decida tomarse la justicia por su mano”, dice Fouce.

Un hombre circula entre el tráfico en Madrid, el pasado lunes.
Un hombre circula entre el tráfico en Madrid, el pasado lunes. Claudio Álvarez

Miguel Andrés, portavoz de la asociación ciclista Pedalibre, añade otras causas: “Por un lado, inviertes mucho dinero en un coche y de repente te ves obligado a ir detrás de una bici, que es muy barata; eso seguro que genera frustración en algunos conductores. Por otra parte, el coche favorece el anonimato, porque puedes pitar a un ciclista e irte muy rápido sin que te vean la cara; en cambio, quienes vamos en bici vamos con la cara descubierta. Si andando tropiezas con alguien, lo normal es disculparte, pero cuando vas en coche ya no es tan corriente. Es un poco lo mismo que ocurre en las redes sociales, donde la gente se vuelve más radical con el anonimato”.

En casos extremos, esto lleva a la deshumanización de los ciclistas, un primer paso que legitima el acoso. “Una ciudad con buenos carriles bici y medidas de calmado de tráfico efectivas hace que haya más ciclistas y eso conlleva que los conductores se acostumbren a ellos. En cambio, en un contexto de menor presencia ciclista pueden darse elementos de justificación a través de la deshumanización del colectivo, tal y como ya muestran algunos estudios científicos”, comenta Lois, que estudia la movilidad urbana en Transyt-UPM. “Otro trabajo indica que hay una mayor percepción de deshumanización hacia aquellos ciclistas que van con ropa deportiva y casco”.

Problemas en el día a día

La consecuencia de este cóctel se siente en el día a día de muchas personas que se mueven en bicicleta y han vivido situaciones tensas con conductores, sobre todo en aquellas urbes —como Madrid, Málaga o Bilbao— donde deben compartir la calzada con los vehículos al no contar con infraestructura ciclista segura. A veces, es un claxon que asusta; otras, palabras malsonantes o gestos obscenos; también hay adelantamientos que pasan casi rozando al pedaleante. “Muchos conductores me pitan cuando voy en bici y otros sacan la cabeza por la ventanilla y me dicen que me aparte, a pesar de que voy por el carril indicado”, dice la periodista Lourdes Jiménez, que siempre pedalea por Madrid. También hay un componente de género: “En verano suelen incomodarme con piropos o comentarios sobre mi físico”, añade.

Almudena García, ingeniera agrónoma y socióloga, también se mueve por la misma ciudad: “De cada diez coches, nueve me respetan, pero hay uno que me pita o se pone demasiado cerca para adelantarme”, dice. Esta mujer presenció el atropello múltiple del pasado jueves en la Bicicrítica: “Vi cómo el conductor se saltó el semáforo y atropellaba a varios ciclistas. Me sentí muy indignada. A pesar de esa situación, no tengo la sensación de que los conductores nos odien, de hecho creo que cada vez hay más respecto”. No opina lo mismo David Saiz, que vivió un atropello en la capital yendo en bici: “Hay conductores con un perfil muy agresivo que insultan o increpan. A ello contribuyen políticos y periodistas que hacen ver que quitar espacio al coche es un incordio. Pero la realidad es que tener máquinas de una tonelada paseando por las ciudades no tiene sentido, y pronto será una cosa del pasado”.

Diego García, director de comunicación del Real Automóvil Club de España (RACE), considera que, en general, los usuarios del coche respetan a quien se mueve en bici: “Entre conductores y ciclistas no hay ningún conflicto en general en las ciudades. Los conductores velamos por la convivencia vial. Nosotros representamos al colectivo de usuarios de la vía, y eso engloba a conductores, ciclistas, peatones… Que haya ese tipo de comentarios es condenable. Que un conductor desee la muerte a otro colectivo no podemos asumirlo con normal”.

Un ciclista circula por la acera en una calle del centro de Madrid.
Un ciclista circula por la acera en una calle del centro de Madrid.Claudio Álvarez

También hay conductas incívicas por parte de algunos ciclistas, como aquellos que se saltan los semáforos o los que van demasiado rápido por zonas compartidas con los peatones, como las que hay en algunos parques y paseos. “El conflicto con el caminante surge cuando la gente camina por las aceras, que deberían ser un espacio seguro, y se encuentra con ciclistas o patinetes, que además no hacen ruido, con lo que no los escuchas acercarse”, explica Sonia Jichi, presidenta de la coordinadora peatonal Andando. “Muchas de estas situaciones se producen por el injusto reparto del espacio urbano, ya que en muchas ciudades no hay infraestructura ciclista segregada y segura. Pero las bicis no deberían ir nunca por la acera”.

Pol Urrútia, de la UAB, coincide: “A veces también hay ciclistas que tienen conductas agresivas, que pueden saltarse semáforos o molestar a los peatones. Aunque esto no debería justificar las conductas agresivas de los conductores”. De hecho, el Servei Català de Trànsit acaba de lanzar en octubre una campaña contra las conductas de riesgo en bicicletas y patinetes en la que se intensificarán las medidas para prevenir conductas de riesgo por parte de los usuarios de estos vehículos en las áreas urbanas.

En cualquier caso, muchas ciudades están inmersas en una transformación que cambiará el reparto del espacio urbano, con menos sitio para el coche y más para bicis y peatones, algo que afecta a todos los actores y que seguirá así en el futuro, tal y como resume Pol Urrútia: “El cambio genera resistencia y la percepción de que ‘me han quitado algo que era mío por derecho’ puede generar agresividad. Sin embargo, a cambio, se logra una ciudad más tranquila, potencialmente más saneada, donde puedes pasear y moverte de forma más relajada”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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