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liberalismo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Tantos libertarios!

‘Libertarismo’ es una palabra que, antes de que la proclamara a los cuatro vientos Milei, se ha venido utilizando en sede académica para lo que en el lenguaje común se llama ‘neoliberalismo’

José Antonio Kast, líder del Partido Republicano de Chile
José Antonio Kast y otros integrantes del Partido Republicanos, tras el plebiscito del pasado 17 de diciembre.CRISTIAN SOTO QUIROZ

Me cuesta poco imaginar cómo algunos de nuestros llamados republicanos podrían estar lamentando no haber esperado a que Milei pusiera de actualidad la palabra libertarios y optado por esta última para dar nombre al partido político que formaron.

Republicanos es una muy apreciada palabra en el lenguaje político, pero libertarismo suena igualmente bien. República se emplea como lo opuesto a monarquía y, asimismo, para aludir a algo en lo que todas las colectividades políticas dicen estar de acuerdo, al menos labios afuera: el bien general o común debe prevalecer sobre intereses personales o sectoriales, por legítimos que puedan ser unos y otros. Es por eso que el republicanismo, que exige gobernantes virtuosos, demanda también ciudadanos del mismo tipo, capaces de reconocer que la vida en sociedad, junto con otorgar derechos, impone igualmente deberes para con los demás, el primero de los cuales es conducirse con probidad en los asuntos de carácter público

De entrada, libertarismo, literalmente, sugiere algo tan simple como ser partidario de la libertad, mas no de una u otra libertad en particular —por ejemplo, la de iniciativa económica—, sino de todas ellas, partiendo por la libertad de conciencia para que cada individuo se forme autónomamente una idea de lo que es una vida buena y cuáles los caminos para realizarla. Una salvedad que corresponde hacer porque a la hora de hablar de libertad, partiendo por nuestros nuevos y actuales libertarios, son muchos los que piensan más en la libertad de los mercados que en la de las personas. Fue bastante visible, durante el largo tiempo de las dictaduras militares del pasado siglo en América Latina, que, suprimidas todas las demás libertades por largo tiempo, se mantuviera en pie únicamente la de carácter económico, y eso con el apoyo de quienes hoy se presentan como libertarios, como si las libertades fuera un asunto a la carta.

Pero vamos por partes: en la actualidad libertarismo es una palabra que, antes de que la proclamara a los cuatro vientos el nuevo mandatario argentino, se ha venido utilizando en sede académica para lo que en el lenguaje común y de los medios se llama neoliberalismo. Así, de un pensador como Richard Nozick se dice que es un libertario, mientras que de Margaret Thatcher se afirma que fue una política neoliberal. Pero, en el fondo, se trata de lo mismo: los teóricos del libertarismo dieron sustento ideológico a los políticos y economistas neoliberales.

La palabra neoliberal ha venido cayendo en descrédito, tanto que quienes suscriben dicha doctrina y las prácticas que la acompañan niegan que exista algo así, de manera que sus partidarios —partiendo por Milei y algunos próceres locales— se presentan ahora como políticos libertarios, a fin de que, de esa manera, puedan tener éxito a la hora de conseguir más votos en las elecciones. Libertad es una palabra que gusta a todos, de manera que si libertarismo hace pensar a la gente en la libertad, más vale adoptarla para hacer campañas electorales exitosas; en cambio, es un hecho que la expresión neoliberalismo —así se la emplee descriptivamente— es hoy del agrado de muy pocos.

No obstante su actual uso oportunista, la palabra libertarismo tiene larga data y, por ejemplo, fue ampliamente utilizada por los más radicales pensadores anarquistas del siglo XIX. Partidarios de la supresión tanto del Estado como del derecho, así como de toda autoridad ejercida verticalmente, esos anarquistas podrían estar revolviéndose en su tumba si se enteraran del uso actual de la palabra libertarismo por quienes piensan en la libertad económica y poco o nada en las demás libertades. ¿Serán también anarquistas nuestros calculadores libertarios de hoy y de allende Los Andes? Por supuesto que no, puesto que si estos últimos piden menos Estado para los negocios, lo reclaman en un muy alto grado para aumentar los delitos, las penas de cárcel, y el uso de la prisión preventiva.

Hay mucho paño que cortar en esto de los libertarios, neoliberales, o como se les llame.

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