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El bar de los taxistas cumple 40 años

El Iberia, en la glorieta de San Bernardo, es toda una referencia de la oferta hostelera de la capital

Cristalera del bar Iberia, en la glorieta de San Bernardo de Madrid.Vídeo: KIKE PARA / ÁLVARO R. DE LA RÚA

Sale un taxi de la glorieta de San Bernardo. Otro, con el intermitente parpadeando, espera para ocupar su puesto. Detrás, otros dos en doble fila. Sus conductores son clientes habituales del bar Iberia, probablemente el lugar donde más horas libres pasa el gremio desde que comenzó a operar en 1978. Cumple, pues, 40 años.

“Es la parada oficial del taxi”, señala Antonio Vieira, un taxista que acude casi todos los días al bar desde hace 30 años. “Aquí se venía a cenar, comer, desayunar… Se hacía de todo. Era como una segunda casa”. Espera a que le sirvan el menú del día en compañía de otros taxistas. “Al ser una zona céntrica, bien comunicada, paras aquí, te tomas un café o un pincho de tortilla, cambias, bajas al servicio, ves a los compañeros, arrancas y estás en el centro”, continúa Antonio Velasco, también del gremio.

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Vieira y Velasco se conocieron en el bar Iberia, como otros muchos que llevan más de 25 años acudiendo a la cafetería. Es el lugar de encuentro, incluso cuando no trabajan. “Al final no deja de ser un amigo”, comenta Velasco mientras señala a su compañero.

La parada de taxis se instaló hace alrededor de 20 años. “Antiguamente teníamos problemas con los municipales, porque en la plaza no había parada oficial de taxis y eran particulares los que aparcaban. Veníamos nosotros y nos situábamos en doble fila”, explica Vieira. La parada se estableció cuando se construyó la glorieta. Uno de los tres fundadores del bar, Hilario López, atendía todos los días a los obreros. “Nos hicimos amigos y les dije: ¿no se puede pasar la parada aquí? Y a raíz de eso la movieron frente al Iberia”, comenta.

En la parada caben 10 taxis, pero alguna noche han llegado a aparcar 40. “Gran parte de nuestra clientela y de nuestro negocio depende de ellos. Intentamos tratarlos lo mejor posible. Están aquí desde que se abrió el bar”, señala Luis Miguel Delgado, el encargado desde hace 22 años.

“Todos los años, los taxistas, aun jubilados, vienen a por la lotería”, comenta el otro fundador, Santos Alayga. Sujeta su bastón con la mano izquierda y sostiene una copa de vino con la derecha. “Y algunos traen a sus hijos, a los que les dejan el taxi”, continúa. Varias generaciones de taxistas se encuentran en el bar.

El bar Iberia se divide en dos salones, unidos por una barra. La televisión, encima de la nevera, está encendida durante todo el día. Detrás está el comedor. La mayoría de los clientes comen solos, concentrados en las noticias.

“Yo empecé aquí hace unos 35 años. Mi padre me dijo: ‘¿No quieres estudiar? Pues a fregar platos y a pelar patatas”. Aunque a Luis Miguel Delgado le parece dura la hostelería, se siente orgulloso de continuar el negocio que inició su padre, Lorenzo, el tercer fundador, que ya no puede ir al bar por problemas de salud.

Pero el Iberia no es famoso solo por los taxistas. “Antiguamente era muy bohemio. Por la noche era muy especial. Venía gente de todo tipo: actores, cantantes, trabajadores, taxistas, policías… Gente que tenía 100 pesetas de aquella época, gente que no tenía nada y gente que tenía 10.000 o 20.000”, comenta Delgado.

López recuerda una anécdota y Alayga se ríe. “A Quique San Francisco lo tuve que echar a las seis de la mañana porque le tiraba la comida al perro en el suelo, cuando había aquí personas humanas”. Y es que  el Iberia está considerado como uno los primeros after hours de Madrid. Para muchos era el lugar de tomar la última copa o el desayuno antes de meterse en la cama.

“Estuvimos 25 años que no cerrábamos, las 24 horas. Aquí venía la gente de bailar, a comerse un bocadillo”, comenta Alayga. “Dábamos menú hasta las tres de la madrugada”, interrumpe Santos. “Luego pusimos dos porteros por la noche. Hasta que nos obligaron luego a cerrar. Y entonces llevamos ahora cerrando 15 años”, sentencia Alayga. 

Se percibe la cercanía entre todos los fundadores, los taxistas y el encargado. Velasco interrumpe: “Doña Esperanza Aguirre dio libertad comercial. Pero ¿para quién?”. Los fundadores responden: “Para algunos, porque para nosotros no. Para nosotros era persecución total. Ahora los McDonald’s están abiertos todas las noches. Y nosotros, que somos pioneros en esto de abrir las 24 horas, hemos tenido que cerrar”.

Pasaban más tiempo en el bar que en casa. “A los niños los conocemos de casualidad”, bromea Alayga. Formar parte del bar Iberia fue la parte más bonita de su vida. “Para mí esto era no trabajar, yo me lo pasaba bien, como el que va a jugar al tenis. Esto era mi campo de fútbol. Volvería mañana mismo”.

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