La fotografía hecha arte en la portada del disco

En 1939, un visionario del departamento de marketing de la discográfica Columbia tuvo la ocurrencia de pensar que un disco se vendería mejor si disponía de una portada atractiva que lo distinguiera de los cientos de otros discos que, hasta entonces, se vendían en fundas de papel de estraza (en algún caso, con dibujos, si bien siempre genéricos y nunca referidos al contenido). Alex Steinweiss, ese visionario, hizo una primera portada para una caja de cuatro discos de piedra (a 78 revoluciones por minuto, aún no habían nacido los elepés) de Richard Rodgers y Lorenz Hart. El éxito fue inmediato: a partir de aquel día, todos los discos de todas las discográficas se comenzaron a presentar en fundas con cada vez más vistosas portadas. La portada primigenia presentaba una fotografía anónima de una marquesina luminosa. Tras aquello, todo fotógrafo importante ha realizado portadas de discos con mayor o menor fortuna.

Eso puede comprobarse en la Fundació Foto Colectania de Barcelona con la exposición Total Records, que presenta 246 ejemplos de esa relación íntima y altamente creativa entre la fotografía y el vinilo musical. Un atractivo y colorista paseo que ofrece una visión de la historia de la fotografía muy diferente de la habitual.

La muestra, la primera en los 16 años de la sala que no expone ninguna foto original, permanecerá abierta hasta el 11 de marzo e incluye portadas realizadas por nombres tan importantes como Richard Avedon, Robert Doisneau, Helmut Newton, Annie Leibovitz, Lee Friedlander, Irving Penn, Jean Baptiste Mondino, Anton Corbijn, Brassaï, Jean Paul Goude, el inefable Andy Warhol o el colectivo Hipgnosis.

Total Records es una producción de los Rencontres de Arlés. La exposición se ha adaptado a la sala incluyendo menos obras que la original y añadiendo, en cambio, un panel con portadas españolas de firmas como Toni Catany, Leopoldo Pomés, Ouka Lele y García Alix. En la sala también se exhiben 64 obras cubanas de la impresionante colección de Alejandra Fierro, conocida en el medio radiofónico como Gladys Palmera.

Antoine de Beaupré y Serge Vincendet, comisarios de la exposición, admiten que su intención es la de “mostrar la fructífera intersección de dos mundos y cómo el espacio de una portada, de vinilo, puede contener una obra de arte”. Así, la muestra se divide en varios espacios. El primero, con fotógrafos que han trabajado directamente para las portadas, en muchos casos creando una imagen icónica del músico, que no hubiera sido lo que después fue sin esas cubiertas. Otros espacios presentan las portadas de diseñadores que partieron de fotografías ya realizadas con otros fines o casos específicos, como el de la discográfica de jazz Blue Note, cuyo fundador era fotógrafo.

Amenaza digital

Portadas míticas de Patti Smith, Grace Jones, Rolling Stones, Beatles, Madonna o Tom Waits se esparcen por la sala junto a otras obras de arte menos conocidas (soberbio Vicente Escudero de Avedon o los Mikado de Pierre et Gilles). Al escoger su obra favorita, Beaupré se inclina por el Abbey Road de The Beatles, de Ian McMillan, mil veces imitado (en la exposición hay varios ejemplos); Vincendent lo hace por el Tutu de Miles Davis, de Irving Penn.

En la muestra no hay portadas de música clásica, hecho que los comisarios justificaron porque “ninguna tenía la mínima calidad como para ser expuesta”. También coinciden en que la llegada del cedé y, sobre todo, de los archivos digitales, son un problema para una relación en la que el formato es muy importante. Aún así, son optimistas porque “las portadas, grandes o pequeñas, tendrán que mostrar siempre aquello que el artista quiere reflejar, la imagen que quiere transmitir”.