Me voy a un fest
Viendo el espectáculo, me preguntaba cómo algo tan auténtico podía congeniar con el nombre de ese ciclo de conciertos
El adjetivo “auténtico” suele parecernos prestigioso. Lo auténtico muestra un valor del que carecen la imitación y todo aquello que no viene ni de nuestro pasado ni de nuestro espacio, como sería el caso de una navaja de Albacete fabricada en Taiwán. Quizás sea buena, pero auténtica no. Eso que le falta.
El dúo Fetén Fetén (Jorge Arribas y Diego Galaz) montó en el Circo Price de Madrid el 4 de febrero una gran fiesta de la música tradicional, sin una sola butaca vacía. Su violín, su acordeón y sus instrumentos insólitos, alternados con percusiones caseras (cucharas y sartén), recorrieron los ritmos populares castellanos y también algunos emparentados. Por el escenario pasaron como invitados el enorme Joaquín Díaz –cantante y folclorista en su juventud; ahora el más importante etnógrafo español–, la banda de dulzaineros Plaza Castilla, grupos como El Nido, La Musgaña y Zagala, el ya histórico pero todavía presente Eliseo Parra, los danzantes Noemí Ordaz y Jaime Puente; Luis Delgado, Travis Birds, Juan José Robles, y cierre de lujo con Rozalén. Gente veterana y gente jovencísima que a menudo llena de jolgorio plazas y teatros de pueblo. Si algunos de sus nombres no le suenan, está usted de suerte: aún puede descubrirlos y darse la oportunidad de que algo inesperado le emocione.
Las presentaciones y músicas de Fetén Fetén sirvieron para reivindicar esa cultura de raíz cuya alegría recorre los huesos y humedece los ojos. Todo el público alzaba los brazos desde los asientos, simulando bailar una jota, moviéndolos en paralelo a izquierda y derecha; y las palmas secundaban luego el ritmo de los panderos cuadrados de Peñaparda.
Sólo si amas tu tierra amarás el planeta. Sólo si amas tu cultura vas a entender las demás.
Viendo aquel espectáculo, me preguntaba cómo algo tan auténtico podía congeniar con el nombre del ciclo de conciertos mostrado a los lados del escenario: “Inverfest”.
Ya todo es fest.
Como abreviamiento auténtico en español, el término fest deja mucho que desear, porque nuestros truncamientos acortan las palabras con secuencias fónicas completas, sin dejar colgando un fonema de la siguiente sílaba. Decimos “el cole” pero no el col, y “una foto” pero no una fot, y “la bici” pero no la bicicl. Esta posibilidad queda reservada a las abreviaturas propias de la lengua escrita y sin reflejo en la hablada, por su incómoda pronunciación: ”Cap. VI, pág. 7″.
También extrañan en español esas posposiciones propias del inglés (ahí sí son auténticas). Se usan mucho ahora en los hoteles: “Villa Real Hotel”, “Wellington Hotel”, “AC Hotel”… Y, por el mismo procedimiento, Benidorm Fest, ya con todo el aspecto del inglés volcado sobre lo que en otro tiempo se llamó Festival de Benidorm.
La programación madrileña de este año incluye además el Alma Festival, el Paraíso Festival, el Mad Cool Festival (todos ellos con esa misma posposición, y seguramente pronunciados “Féstival”), y hasta han organizado el Puro Latino Madrid Fest, que no será tan puro latino si se llama así.
Todo esto me hace dudar si, en la estela de Inverfest, el renombrado Festival de Otoño madrileño pasará a denominarse “Otofest”, con lo cual nadie pondría en duda que se trata de un renombrado festival y a la vez de un festival renombrado. Puede que esta ola tan poco auténtica alcance incluso al certamen donostiarra de cine, que empezaría a mencionarse en castellano como San Sebastián Fest. Quizás pronunciado San Sebástian Fest.
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