—El INEI reportó un crecimiento de 3,44% en el Producto Bruto Interno (PBI). ¿Sorprende esta cifra?
Creo que sí, pero más allá del número puntual que ha significado el dato de junio, es evidente la tendencia decreciente de la actividad económica. Estamos observando los últimos coletazos, si podemos decir así, de lo que fue el rebote que se presentó en el 2021 y que se ha ido ampliando también como consecuencia de sectores económicos que durante este año han venido reincorporándose de forma normal a las actividades económicas.
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Sumado a ello, parte de estos efectos post-pandemia, que permitieron ese incremento importante y que se ha seguido extendiendo hasta ahora, son medidas como las políticas de bonos, políticas asistenciales, pero también todo este conjunto de medidas que han incrementado fuertemente el consumo, como han sido los seis retiros de las AFP o el acceso a la CTS. Por CTS y AFP este año, más o menos, entre el 1,5% y el 2% del PBI está ingresando netamente de consumo. Eso ha aguantado [el crecimiento], pero lo que sí se espera y todos los indicadores señalan, es que en la segunda mitad del año va a haber una desaceleración.
—¿El consumo privado sostuvo el crecimiento económico?
Sí. Hay dos cosas que han sostenido el crecimiento. Uno es estructural, que viene de las reformas que se hicieron desde hace dos décadas: la institucionalidad fiscal y la institucionalidad monetaria. Esas dos anclas ayudan a reducir tremendamente la incertidumbre y prueba de ello es que hemos tenido varias pruebas de estrés político en los últimos cinco o seis años, y la economía ha venido resistiendo de manera importante. Eso da un sostén.
Y el otro [sostén], evidentemente, es ya un factor más de corto plazo. Estas políticas [asistencialistas] con las cuales se ha continuado desplegando y ayudando a que se presenten todavía resultados sorprendentes, incluso en junio.
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—El consenso de agentes económicos proyecta que el consumo continúe dinámico durante los siguientes seis meses, básicamente por la campaña navideña.
Es probable, efectivamente. Hay que entender, por ejemplo, que en el tema de los retiros de la AFP, estos están en proceso, recién han comenzado. Ahí vas a tener un conjunto de recursos importantes y tenemos los anuncios que se han dado el 28 de julio, relacionados a otros bonos adicionales. Son medidas que pueden mantener con cierto nivel el crecimiento económico. Pero hay un efecto por el lado de las expectativas. Ha habido una ruptura muy fuerte por el lado de las expectativas, efectos sobre la inversión privada. En principio uno esperaría una segunda mitad del año que va a contrastar bastante con la que hemos visto en estos seis meses.
—Vamos en camino hacia una desaceleración del crecimiento económico. ¿Se llegará a una recesión?
No. Una recesión o cualquier otro escenario puede entrar en el ámbito de las probabilidades, pero las probabilidades tienen pesos de ocurrencia. Hay diferentes niveles de probabilidad. Puede ser que en Perú, por distintas situaciones, pueda presentarse [una recesión], pero su probabilidad es muy baja.
En general, lo que se ve en las condiciones del escenario base actual que ya predice este quiebre de las expectativas económicas, fundamentalmente por el tema político que incorpora incluso el ajuste global y los ajustes de los bancos centrales del mundo, es una desaceleración. Pero en ningún caso hay evidencia de que esto pueda derivar a una recesión. Una recesión implica caídas continuas de dos o tres trimestres. Eso no se ve.
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—¿Cuál es su lectura sobre la columna publicada por el titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Kurt Burneo, que no solamente advierte un escenario de posible recesión para el Perú, sino también justifica un plan de reactivación económica?
Respecto a estos últimos datos que se han dado desde el MEF, llama poderosamente la atención el cambio de la noche a la mañana del escenario económico. De un crecimiento que se estimaba por encima del 3%, de pronto ahora pasamos a hablar de recesión.
Justamente se habla de coordinación, de alineación con los agentes económicos, con el Banco Central de Reserva del Perú y creo que ni el banco central ha dicho que estamos en recesión. Mi primera lectura es que este mensaje sí genera ruido. La desconfianza ya está inserta, honestamente, dentro de toda la gestión de este Gobierno, con impactos en lo económico.
Los inversores en lo que están confiando no es en el Gobierno de turno, confían en el modelo [...] que está manteniendo a flote este barco de la economía llamada Perú. Las fortalezas que tiene esta regla fiscal, esta trinidad de una ley de prudencia fiscal, un marco macroeconómico multianual, un Consejo Fiscal, y tener un BCR independiente es lo que está manteniendo realmente a flote [la economía]. Ese diagnóstico tan rápido sobre un escenario recesivo, no lo comparte nadie.
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—El titular del MEF, en una entrevista a RPP, adelantó que este año el Perú crecería 2,2%. La última estimación oficial ascendía a 3,6%. Pero, en su columna, el señor Burneo menciona un rango de crecimiento de entre 2,4% y 3,4%. ¿Le parece prudente que se hayan adelantado tantas cifras, antes que esperar a la publicación del Marco Macroeconómico Multianual?
Lo institucional hubiera sido esperar las proyecciones en el Marco Macroeconómico Multianual. Es como funcionan los organismos institucionalizados. Un diagnóstico tan rápido, que cambia de la noche a la mañana, requiere de una explicación mayor para los agentes, pero más allá de lo que fueron las declaraciones, no hay riesgo de recesión. Hay riesgo de que la economía siga desacelerándose.
Cuando digo que no hay riesgo de recesión no quiero que esto se malinterprete y se diga que todo va excelente. Una economía creciendo al 2,5% es para el Perú un fracaso enorme. El Perú debería estar creciendo el doble por lo menos, o 6% tranquilamente si se hubiera hecho una buena gestión de las expectativas. Con 2,5%, la dificultad para sacar a las personas vulnerables de su situación de pobreza es compleja. Si nos guiamos solamente por el 2,2%, estamos señalando que entre 100.000 y 200.000 personas este año no saldrán de la pobreza. Con crecimientos tan bajos sí se genera un escenario de mayores insatisfacciones de la población. Esta es una economía emergente, que tiene que estar funcionando adecuadamente para crecer por encima de 4% como mínimo. El Perú tiene las condiciones.
—Se conoció, además, la salida de Betty Sotelo del viceministerio de Hacienda. ¿Cómo lee esta salida?
Mis comentarios pueden sonar parciales, porque ella ha sido también viceministra de Hacienda durante mi gestión.
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—¿Se da en un mal momento su cambio?
Parece poco adecuado que esto se haya presentado justo cuando estamos empezando a trabajar el tema del presupuesto público. Sobre su reemplazo, no tengo tantas o iguales referencias como las que sí tengo de Betty, pero confiemos en que el ministro, que está en todo su derecho también [de tomar este tipo de decisiones], haya hecho el cambio y que todo vaya en la línea correcta de la solidez fiscal del país.
—¿Este cambio y mensajes generan algún tipo de alerta en el consenso económico?
Lamentablemente han habido algunas situaciones de disputa entre decisiones planteadas desde el Ejecutivo, desde el MEF, que se alejaban de lo que significan los lineamientos de la responsabilidad fiscal. De hecho, el Consejo Fiscal lo ha alertado en varias oportunidades. Con el exministro [Óscar Graham], las cosas parecían que otra vez se volvían a alinear a esa institucionalidad.
Habría que ver qué cosa es lo que se termina presentando en el Marco Macroeconómico Multianual y escuchar institucionalmente cuáles son las opiniones del Consejo Fiscal. Pero sí, el hecho de que se hayan presentado esas circunstancias a finales del año pasado y comienzos de este año, pues creo que los inversionistas y los agentes económicos están un poco alertas respecto a la actitud que tenga el nuevo MEF de acá para adelante, respecto a lo que señalan los lineamientos de respeto por las reglas fiscales.
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—¿Flexibilización del gasto?
Son cosas que hay que ver con mucho cuidado. Debemos tener en cuenta que estamos con un objetivo claro, tenemos un enemigo muy identificado sobre el cual tenemos que poner todas nuestras fuerzas: la inflación.
Hoy, esta es una batalla que fundamentalmente corresponde al BCR, en términos de controlar las expectativas de inflación, de afectar esas expectativas y que estas vayan reduciéndose en el tiempo. La inflación es el peor enemigo para la población, para su bolsillo, para su poder adquisitivo [...].
Pero si, por otro lado, vamos a ver que se busque flexibilidad del gasto...Espero que no hayan más medidas de exoneraciones tributarias. Hay que ver con mucho cuidado el tema de los bonos, deberían ser muy focalizados. Estos temas habría que verlos teniendo en cuenta el contexto macroeconómico en que nos encontramos. Además, si hay una política reactivadora que se puede poner en marcha, se llama “recuperar la confianza”. La confianza y esa pérdida de confianza lamentablemente no se soluciona en el MEF, se soluciona desde la cabeza, desde el presidente [Pedro] Castillo y todos los funcionarios públicos que han venido mellándola permanentemente desde que se inició este Gobierno.
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—Respecto a las medidas que ha impulsado el Ejecutivo, como la prohibición de la tercerización nuclear y relaciones colectivas, distintos especialistas han mencionado que encarecen la contratación formal. ¿Considera que estas deben derogarse?
Por su puesto, porque eso también contradice la visión que se tiene de querer reactivar la economía. Estas medidas claramente son de destrucción de la economía. Queremos por un lado alentar el crecimiento económico fantasiosamente con un shock fiscal, cuando por otro lado te tumbas la economía, la inversión privada con este tipo de medidas. Nos vemos en una situación de alta bipolaridad.
Mencionas medidas que pertenecen a la agenda 19 del Ejecutivo, que apuntan a mayores restricciones o rigideces en el mercado laboral y que dinamitan la posibilidad de generar empleo de calidad. Esto también recae no solo en el Ejecutivo, sino también en las malas normas por el lado del Congreso.
Creo que ahí es donde tenemos que enfocarnos y mejorar también la calidad reguladora, estas malas leyes que han permitido, por ejemplo, devoluciones de S/40.000 millones del Fonavi, que han permitido exoneraciones mal focalizadas. Se tiene que trabajar ahí respecto a lo que son los elementos de evaluación de estas medidas, y también valorar otras alternativas, porque se cree que la solución para un problema es una ley, cuando de repente es un reglamento, es poner en marcha realmente otro tipo de políticas que vayan más allá del ámbito regulatorio.
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—¿Cómo evalúa el rol del Congreso?
El Congreso también tiene responsabilidades importantes en cuanto a la situación actual. Las leyes que han aprobado han significado un enorme coste para el país. En el CPC hemos hecho un análisis detallado de la calidad regulatoria de las leyes dictaminarás por la Comisión de Economía del Congreso y encontramos que todas ha sido malas normativas. Ninguna ha cumplido con los criterios mínimos de calidad. Todas jaladas.
—¿Considera que el nivel de conflictividad ha aumentado?
La conflictividad durante este Gobierno ha crecido en 20% llegando hoy a más de 208 casos. Si bien las variables que explican este fenómeno son multidimensionales, una variable que claramente identificamos detrás de esta trayectoria creciente es la alta ineficiencia del Estado que se ha agudizado claramente y que registra el deterioro del Índice Regional de Gestión Pública que ha construido el CPC. Todo esto termina afectando la confianza y con ello la posibilidad de crecer más.