Los guías que llevan a cada uno de los migrantes hasta la frontera con Panamá por 400 dólares (1.520.000 pesos colombianos) ofrecen otros servicios cuando las fuerzas de los caminantes menguan. “Le llevo el maletín por 40 dólares hasta la frontera”, dice uno; “le cargo el niño hasta la frontera por 50 dólares”, comenta otro.
A lo largo de la trocha se ven a estos jóvenes, identificados con un carné de colores y un número, cargar a los niños haitianos y las maletas que los migrantes decidieron no tirar. Caminan de prisa. Esquivan cada rama, rodean cada árbol, eluden cada lodazal y trepan cada montaña con la agilidad de quien conoce la selva y lleva años atravesándola.
Nosotros no somos coyotes, prestamos un servicio — Fredy
“Nosotros no somos coyotes, prestamos un servicio. Usted ve que ellos le dan la mano a la gente, cargan sus hijos y nos los dejan perderse o los dejan por ahí abandonados”, dice Fredy Pestana Herrera, presidente de Cocomanorte, el Consejo Comunitario del norte de Acandí encargado de la organización de los guías que llevan a los migrantes hasta la frontera con Panamá.
Cuenta Fredy, un hombre de baja estatura, tez morena y ojos verdes, que los jóvenes que tiene a su cargo y que son los “guías”, son los mismos que limpian el río Muerto de las basuras dejadas al paso de los migrantes, recogen las prendas de vestir tiradas en cada recodo de la selva para donarlas a personas sin recursos, y cuidan esa fuente de agua por ser el recurso hídrico más importante de la región.
Además, Fredy, quien nunca dejó de estar acompañado por dos de los chicos vestidos de negro que parecían cuidar cada movimiento, dispone de varios de sus hombres más fuertes para cargar a una haitiana que en este recorrido expresó no poder caminar más y se sentó en una piedra del río a recibir aire de sus compañeros de viaje que improvisaron un ventilador con camisas.
“De acá sacamos una señora en una camilla improvisada y la mandamos al hospital. Es que estamos es para prestar un servicio”, enfatiza el líder, quien agrega que detrás de este negocio no hay nada ilegal ni ningún grupo irregular.
Sin embargo, un investigador judicial aseveró a EL COLOMBIANO que el Clan del Golfo cobra un porcentaje por cada persona llevada hasta la frontera, y la tarifa oscila entre 40 y 50 dólares, es decir, entre 155.000 pesos y 193.700 pesos colombianos, lo que les generaría mensualmente ingresos por $1.900 millones por el paso de migrantes hasta la frontera colombo-panameña.
Y pese a la afirmación de Pestana de cero presencia de ilegales, el equipo periodístico de EL COLOMBIANO tuvo restricciones para tomar fotos en varios puntos del recorrido por el Tapón en los que se ven pequeñas carpas improvisadas con plásticos negros, ocupadas por una persona.
Además, a su regreso a La Teca, un hombre de gafas oscuras, vestido con un pantalón verde y botas, se mostró incómodo con la presencia de los reporteros en el lugar e increpó a la persona que nos guió en el cruce del Darién.