A pesar de la cantidad infinita de problemas, del paso del tiempo, y del posible hastío de los fans, Justin Roiland y Dan Harmon han sido capaces no solo de mantener la fórmula, sino de llevarla un paso más allá. "Rick y Morty" tiene unas señas de identidad fácilmente identificables que sus creadores han sido capaces de entender y cultivar, gestando las bases para una narrativa de larga proyección. Y todo ello ha conducido a uno de los inicios de temporada más sólidos y gratificantes de toda la serie. Un episodio cocinado gracias a cientos de referencias, chistes sutiles (y no tanto), y un guion tan sólido como de costumbre.
Back to basics
La presencia de una trama central que dé coherencia al desarrollo de la serie sigue siendo tan débil como siempre. ¿Es necesaria? No exactamente. Con unos personajes muy establecidos, y unas normas de juego entendidas y asimiladas a la perfección, los creadores tienen las manos libres para coger piezas del tablero conocidas, y ejecutar movimientos imposibles. Morty sigue acosando a Jessica ante su incapacidad para gestionar emociones, Jerry y Beth continúan fracasando en su intento de estructurar la familia, y Summer todavía no logra captar la atención que sus padres destinan a sí mismos y al abuelo. Roland y Harmon prefieren destinan sus esfuerzos no a los lazos familiares, sino a otras lindes más creativas e interesantes.
Para dar inicio a la temporada optan por un esquema clásico; el sobrino y el abuelo intercambian unas pocas palabras durante la cena, y posteriormente se embarcan en una de las aventuras de ciencia ficción tan únicas de la saga. Es ahí donde se encuentra el verdadero punto de interés del primer episodio, y donde comienzan a percibirse elementos de genialidad. Rick y Morty viajan a un planeta llamado Forbódulon Primero, en busca de cristales de la muerte; una suerte de gemas que te permiten ver cómo morirás en el futuro. ¿Qué puede hacer un chico inseguro con grandes sueños? Claro, los showrunners ponen una zanahoria enfrente del burro para que este se lance a por ella.
Morty se adueña de uno de los cristales, y comienza una espiral de locura por abrazar un determinismo inexistente. Cada acción modifica su pasado, y le devuelve a la casilla de salida. Su vida, entonces, se convierte en un ciclo infinito de reinicios que invita al narcisismo y el despotismo. Con la muerte de Rick, el joven tiene las puertas abiertas a terminar de consolidar su poder sin ninguna oposición. Lo interesante es ver cómo el abuelo se convierte en una suerte de conciencia abstracta capaz de cuestionar (desde el cinismo, claro) todas las decisiones de Morty. Desde este punto Harmon y Roiland dividen la trama en dos secciones que terminarán confluyendo; la escalada de demencia de uno, y las reencarnaciones infinitas del otro a través de distintas dimensiones.
Todo sigue en su sitio
Mientras el sendero abierto por Rick permite a la serie explorar los conceptos más locos y absurdos, la trama de Morty establece el tono narrativo y la coherencia. Es el salto cuidado y estratégico entre uno y otro frente el que termina haciendo del episodio una equilibrada montaña rusa de sorpresas. Entre medias los showrunners van introduciendo todo tipo de referencias a pasadas temporadas, afianzando los lazos con los espectadores más veteranos. Y sí, también aportando la sensación de unidad propia de una saga que salía de una larga congelación. Entendiendo esto último, no extraña que en su regreso la serie deje de lado la introducción de nuevos personajes, para jugar con los elementos más familiares.
Ahora bien, no hay que confundirse. "Rick y Morty" sigue siendo tan incisiva como siempre. A rasgos generales, estamos frente a un episodio de presentación, que no apuesta por elementos recopilatorios de forma explícita, pero que tampoco avanza en ningún frente. Eso no impide que los guionistas regalen una bonita crítica al fascismo con los saltos interdimensionales de Rick; gambas, ositos, avispas. No importa la cultura ni la raza, pues todo sucumbe al extremismo de la ultraderecha. Roiland y Harmon se apoyan en el nazismo para jugar con sus símbolos más reconocibles, pero el mensaje implícito es claro; en una época en la que la ideología más ultraconservadora está entrando en los sistemas políticos de muchos países, las críticas se construyen prácticamente solas. Y más si se hacen desde el absurdo.
Conclusión
¿Qué otras cosas se pueden mencionar? El regreso de Meeseks -ya convertido en un meme-, la aparición de su álter ego, Kirkland, las referencias más evidentes a "Akira", los popularizados insultos hacia la cultura otaku, el bullying, el ciberacoso, la crítica hacia el poder judicial. "Rick y Morty" se levanta sobre miles de pequeños y grandes detalles, que hacen de sus poco más de 20 minutos semanales, un viaje trepidante y catártico. Sin conclusiones zafias ni moralina condescendiente; esto, en el fondo, sigue siendo una pastilla de entretenimiento puro.
Justin Roiland y Dan Harmon regresan dos años después con un episodio que reintroduce personajes, universo, y estilo, sin perder la magia propia de los guiones. Sin personajes nuevos, ni experimentos arriesgados, la ficción logra reponerse haciendo de sus señas de identidad un exponente hipnótico.
El concepto de los cristales de la muerte y su desarrollo
La crítica hacia el absurdo violento del fascismo
Las referencias constantes a Akira y la cultura otaku
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