ENTREVISTA CON JOSEPH PEREZ
�La Espa�a de los Reyes Cat�licos fue una uni�n pol�tica m�s que una simple uni�n din�stica�
Catedr�tico em�rito de Historia Moderna de la Universidad de Burdeos, este hijo de valencianos de Bocairent sintetiza como pocos una doble fidelidad. De una parte, la del pa�s donde naci� en 1931, y en cuya escuela p�blica se forj� como ferviente jacobino, y de otra, la de la patria de sus mayores, a la que ha dedicado sus esfuerzos como historiador. �La revoluci�n de las comunidades de Castilla�, �La Espa�a del siglo XVI�, �Isabel y Fernando. Los Reyes Cat�licos�, �La expulsi�n de los jud�os de Espa�a�, �Carlos V, soberano de dos mundos� y �La Espa�a de Felipe II� son algunas de sus obras principales. Ha sido rector de su Universidad (1978-1983), director de la Casa de Vel�zquez en Madrid (1989-1996) y puede vanagloriarse de que tanto Francia como Espa�a han reconocido su esfuerzo: es oficial de la Legi�n� de Honor, posee la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y es comendador de la orden de Isabel la Cat�lica.


Entrevistado por ASUNCION DOMENECH y ARTURO ARNALTE
PREGUNTA.- Como estudioso de los Reyes Cat�licos, �qu� papel les atribuye en la consolidaci�n de una identidad espa�ola?
RESPUESTA.- A mediados del siglo XV, en la Pen�nsula Ib�rica no quedaban m�s que cuatro reinos cristianos: Portugal, Castilla, Arag�n y Navarra. Los cuatro se consideraban originales, distintos, pero hermanos: todos eran espa�oles. A pesar de las diferencias pol�ticas, exist�a una solidaridad indudable, se consideraban hermanos y compart�an la idea de reconstituir la unidad pol�tica perdida. Pero ya era tarde para algo que no fuera una uni�n din�stica y �sta s�lo pod�a hacerse desde Castilla, debido a su posici�n central. Castilla pod�a elegir entre una uni�n con Portugal o con Arag�n. Los enlaces matrimoniales estaban destinados a recuperar la unidad peninsular y la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Arag�n, en 1469, puso los cimientos de ese proceso.
P.- �Quiere esto decir que ya exist�a una conciencia de ser espa�oles?
R.- Los espa�oles, como tales, nacen con la conciencia de no ser moros, de rechazar el Islam y de considerarse solidarios de la Cristiandad occidental. Espa�a es as� el territorio cristiano opuesto a al-Andalus, el territorio de la misma Pen�nsula ocupado por los moros.
P.- �Hasta entonces, nada?
R.- S� y no. Yo creo que los espa�oles de la Reconquista, en los siglos IX y X, se sienten distintos de los moros pero, adem�s, se consideran herederos de un legado anterior, de los visigodos y de la �poca romana.
P.- Volviendo a los Reyes Cat�licos, �c�mo valora su uni�n?
R.- Es mucho m�s que una simple uni�n din�stica. Es una uni�n pol�tica. Las dos Coronas conservan sus instituciones, su lengua, sus aduanas, etc. Pero, al tiempo, tienen conciencia de formar parte de un mismo grupo y el prop�sito de que la unidad, existente ya desde el punto de vista cultural, sea pol�tica. Hasta mediados del siglo XVII, Catalu�a, Arag�n y Valencia lo aceptan perfectamente. Desde el punto de vista literario, en el Siglo de Oro, el castellano es la lengua de cultura, incluso de los portugueses. Muchos cancioneros y romanceros de 1580 en adelante se publican en Valencia en castellano. Lo mismo se puede decir de Catalu�a, el catal�n sigue siendo la lengua de la administraci�n, pero la lengua cultural, la que hablan los letrados, es el castellano.
P.- Sin embargo, los Reyes Cat�licos han tenido bastante mala prensa en las �ltimas d�cadas.
R.- Les ha perjudicado la reivindicaci�n de su figura por parte de Franco. Pero la valoraci�n anterior de los Reyes Cat�licos, incluso la de los liberales del siglo XIX, era muy positiva. Se les ve�a como los monarcas que hab�an terminado con las ambiciones del poder feudal, que hab�an puesto los cimientos de la uni�n nacional, hab�an terminado la Reconquista, propiciado el descubrimiento de Am�rica e impulsado el desarrollo cultural y econ�mico, as� como una ambiciosa pol�tica internacional, con la intervenci�n en Italia. Para los liberales, los Reyes Cat�licos son los �ltimos soberanos nacionales que tuvo Espa�a. Luego vendr�an los extranjeros: los Austrias, a los que consideraban unos� tiranos porque hab�an reprimido a los Comuneros de Castilla. Tambi�n responsabilizaban a Carlos I de haber implicado a Espa�a en los problemas de la Reforma, en� la lucha contra los protestantes. As� pues, mientras los liberales consideraban la pol�tica de los Austrias como la causante de la decadencia,� el de los Reyes Cat�licos les parec�a un reinado ejemplar. Y ah� interviene Franco. No es que desvirt�e lo anterior, sino que le da una reinterpretaci�n sui generis. El autoritarismo de los Reyes Cat�licos contra la aristocracia parece prefigurar el poder fuerte que necesita Espa�a. Adem�s, el franquismo reivindica la herencia de los Austrias, del Imperio y de la proyecci�n de la pol�tica internacional cat�lica, lo que no hab�an hecho los liberales. Es a partir de ah�, cuando el juicio sobre los Reyes Cat�licos cambia.
P.- El concepto de naci�n en ese momento parece m�s una construcci�n cultural que de otro tipo.
R.- Pero tambi�n pol�tica. Visto desde fuera, a partir de los Reyes Cat�licos, Espa�a es una unidad. En el exterior se habla de la pol�tica espa�ola, del ej�rcito espa�ol, de la monarqu�a espa�ola. Hay dos Coronas, pero desde fuera, y esto acaba teniendo consecuencias dentro, lo que se fragua es Espa�a.
P.- �En la formaci�n de Espa�a, queda alg�n residuo de al-Andalus?
R.- La Espa�a que conocemos, la que se expande, se reivindica como cristiana y solidaria de la Cristiandad europea. La Reconquista es tambi�n repoblaci�n, se echa a los moros y se coloniza con cristianos del norte. En el siglo XIII, los moros que quedan en la Andaluc�a reconquistada son el 0,5 por ciento de la poblaci�n. �C�mo puede hablarse de mudejarismo sin mud�jares? Hay que reconocer que, durante siglos, los que viv�an en la Pen�nsula hablaban �rabe, pero la voluntad pol�tica de los reconquistadores es acabar con el Islam y reintegrarse a la Cristiandad.
P.- �Y de los jud�os?
R.- En el siglo XV, los jud�os espa�oles eran m�s importantes num�ricamente que en Inglaterra o Francia, pues las condiciones de la Reconquista hab�an permitido la coexistenca de gentes de credos distintos: moros, cristianos y jud�os. Sin embargo, muchos jud�os se hab�a convertido al cristianismo, no siempre de manera sincera, y muchos hab�an vuelto a judaizar en secreto. La cuesti�n de los jud�os no era una cuesti�n de libertad individual como ahora. En aquella �poca los jud�os ten�an un estatuto aparte. �Es posible tener en una naci�n s�bditos que est�n sometidos a leyes distintas? En ninguna naci�n de Europa, no s�lo en Espa�a, se conceb�a una situaci�n semejante, s�lo en caso de que fueran muy pocos. En toda Europa, el principio era el de �un rey, una ley, una fe�. As� pues, en tiempo de los Reyes Cat�licos se decide no transigir con las conversiones que no sean sinceras. Y se considera que mientras haya jud�os, los conversos sentir�n la tentaci�n de seguir judaizando. El establecimiento de la Inquisici�n y la expulsi�n de los jud�os, en 1492, se debieron a esta intenci�n de acabar con el multiculturalismo.
P.- �C�mo interpreta el proceso de beatificaci�n de Isabel la Cat�lica?
R.- Una beatificaci�n siempre es una medida pol�tica. Si se realiza la beatificaci�n de Isabel, se interpretar� como una medida para justificar su obra. En mi opini�n, es una figura de las m�s importantes de la Historia Universal, pero �merece por eso subir a los altares? Por otra parte, tampoco se la puede acusar de haber
intentado un genocidio. La expulsi�n fue un acto violento, es evidente, pero si en tiempos de los Reyes Cat�licos se expuls� a 40.000 o 50.000 jud�os, al final de la II Guerra Mundial se desplaz� entre doce y quince millones de alemanes que viv�an en Rusia, Polonia y Checoslovaquia, para que aquellos territorios quedaran limpios de minor�as nacionales. No justifico a los Reyes Cat�licos, pero hay que relativizar.
P.- Usted plantea la creaci�n de una conciencia nacional a partir de unas coincidencias de tipo cultural, principalmente la lengua, la solidaridad con la idea de la Cristiandad y, finalmente, en la consolidaci�n de una imagen hacia el exterior. Pero esta unidad convive con la autonom�a efectiva de los reinos hasta el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones.
R.- La evoluci�n es distinta en Espa�a y en Francia. En Espa�a se parte de varios reinos y se�or�os, que poco a poco se intentan agrupar. En Francia, en cambio, se parte de un n�cleo central, el territorio real, que poco a poco va agrand�ndose. El salto decisivo se realiz� en el siglo XIX. La verdadera formaci�n de la naci�n en Francia es muy reciente, de finales del siglo XIX. Es fruto de la Historia, pero tambi�n de la ense�anza y del servicio militar. En Espa�a no hubo nada similar. A la guerra de Cuba enviaron a gente pagada. De ah� el odio, el antimilitarismo de muchos espa�oles. En cambio, por las mismas fechas, en Francia se hace el servicio militar obligatorio para todos. La Primera Guerra Mundial uni� a la patria, dio pie al concepto del ej�rcito como la naci�n en armas, un modelo que le interes� mucho a Aza�a. Un ej�rcito que no es una fuerza de represi�n, sino que est� concebido para defender el territorio nacional y como forma de integraci�n.
P.- La revisi�n de la naci�n que hacen los liberales en el siglo XIX,� a partir de la Guerra de la Independencia, �podr�a ser lo que marca la diferencia?
R.- La Guerra de la Independencia es la creaci�n de la naci�n espa�ola en el sentido moderno de la palabra: la aparici�n del patriotismo, como reflejan los Episodios Nacionales de P�rez Gald�s. Pero despu�s, a mediados del siglo XIX, los gobiernos moderados convirtieron a la naci�n en algo preferentemente unido al catolicismo. De ah� que muchos espa�oles de izquierda se alejaran de una naci�n que ya no les parec�a suya. Si ser espa�ol era ser cat�lico, como pensaba Men�ndez Pelayo, muchos espa�oles no encontraban su sitio.
P.- �Qu� piensa del debate sobre los rasgos de la naci�n espa�ola, que la Constituci�n de 1978 define como plural?
R.- A todas luces, Espa�a se est� transformando en Estado federal. A lo mejor es la soluci�n. La actual situaci�n procede de un pasado reciente. La Generaci�n del 98 no ha tenido una influencia positiva en este aspecto, al exaltar la idea de que Castilla hizo a Espa�a. El castellanismo exagerado de Unamuno, Men�ndez Pidal y S�nchez Albornoz no ha sido nada positivo para la formaci�n de una naci�n moderna y ha contribuido mucho a los problemas actuales. Ahora me parece que es tarde para dar marcha atr�s. La soluci�n ser� la formaci�n de un Estado federal. Algo que no es totalmente opuesto a una trayectoria hist�rica, pero que hubiera podido ser distinta.
P.- �En qu� sentido?
R.- Si hubiera habido una escuela nacional, si no se hubieran producido fracasos como la Guerra de Cuba. El Ej�rcito en Francia sirvi� para dar conciencia nacional a los j�venes. En Espa�a, en cambio fue m�s bien visto como una fuerza de represi�n contra los sindicatos, los huelguistas, etc.
P.- Cuando se habla de preservar las se�as de identidad de Espa�a, �qu� se est� queriendo salvar?
R.- Hay una cultura que puede tener aspectos regionales, pero que no deja de ser espa�ola. A nadie se le ocurrir�a decir que Cervantes es un autor de Castilla-La Mancha. Hay autores catalanes o gallegos, pero creo que en realidad forman parte de una misma cultura, porque vienen del mismo grupo humano. El historiador Pierre Vilar pensaba que los nacionalismos perif�ricos se originaron en el desarrollo econ�mico desigual, por una concentraci�n de la industria nacional a fines del XIX en determinadas zonas: Catalu�a para el textil y Asturias o Bilbao para la siderurgia y los altos hornos, frente a un centro mucho m�s conservador, de estructuras arcaicas y campesinas.
P.- Usted ha estudiado el movimiento de las Comunidades de Castilla contra Carlos I, a principios del siglo XVI. Cuando en la Transici�n todo el mundo reivindicaba sus se�as de identidad, los castellanos atribuyeron a los Comuneros el origen de un nacionalismo castellano distinto del espa�ol.
R.- No es tan descabellado. Las Comunidades son interesantes porque confirman lo que dec�amos sobre la formaci�n de regiones y reinos y se�or�os distintos, culturalmente unidos, pero pol�ticamente diversos. La revuelta de los Comuneros es castellana. Los comuneros est�n convencidos de que con Carlos V est�n perdiendo la independencia pol�tica, econ�mica y social que hab�an conseguido con los Reyes Cat�licos. El hecho de que el rey de Castilla se transforme en emperador les hace pensar que se ver�n obligados a sufragar con su dinero y con sus hombres una pol�tica que no es castellana, sino din�stica. Su intuici�n era clara y ten�an raz�n, porque es lo que ocurri�. El cambio total de la Historia de Espa�a en aquel momento se debe a la derrota de los Comuneros, porque se pierde la iniciativa de Castilla como naci�n, ya que va a tener que participar, mal que le pese, en una pol�tica imperial que no le interesa. En 1520, los Comuneros lo ven claro: hay un divorcio entre la naci�n y la dinast�a. Le proponen que haga lo que quiera en Alemania, pero con los fondos del Imperio. Pero los comuneros resultan derrotados y la pol�tica de los Austrias mayores ser� imperial� y no espa�ola. Quienes en 1975-1976 reivindicaban a los Comuneros ten�an raz�n. De haber triunfado, se habr�a puesto en marcha una Espa�a bastante semejante a la de los Reyes Cat�licos, con una pol�tica internacional que defend�a los intereses nacionales y no los din�sticos de los Austrias. El desarrollo de Castilla en parte se frustr� a ra�z de la derrota de los Comuneros. �ste es el aspecto fundamental de la rebeli�n comunera. �
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