sab 01 Jun

BUE 14�C

A cien a�os de la Ley S�enz Pe�a (II)

10 febrero de 2012

Una democracia imperfecta (Por Marccelo Stubrin)

A principios del Siglo XIX naci� la Patria, a los tirones entre la m�scara de Fernando VII y la ocupaci�n napole�nica de la pen�nsula Ib�rica. Al promediar el siglo, luego de luchas descarnadas, primero por la independencia y luego por el poder, se organiz� la Naci�n y se fund� una Rep�blica. Algo incipiente, llena de defectos, pero consolidada por la fuerte identidad de las provincias que cedieron poder a un proyecto nacional.

Educaci�n, inmigraci�n, agricultura, ferrocarriles y puertos, fueron la novedad modernizadora. Pero el sistema pol�tico se concentraba en muy pocas manos, las que en la �ltima d�cada del siglo se mancharon de nepotismo, arbitrariedad y corrupci�n.

Un efecto parad�jico de la modernizaci�n fue la imposibilidad de los caudillos provinciales de seguir manejando a su antojo un pa�s cada vez m�s complejo y heterog�neo. Podemos afirmar, a t�tulo de ejemplo, que la combinaci�n virtuosa de inmigraci�n europea y escuela p�blica fue el germen en que se extingui� la Rep�blica Conservadora. En 1890, naci� una nueva interpretaci�n de la Argentina. Se combinaron los excluidos de extramuros, los inmigrantes y la juventud estudiosa para interpelar al r�gimen desde reivindicaciones esenciales: sufragio universal, federalismo, expansi�n de las fuerzas productivas y moral administrativa. Estos fueron los emblemas de los integrantes de la Uni�n C�vica de la Juventud, precursores del radicalismo y fundadores de la democracia.

Mitines multitudinarios, revoluciones armadas, tomas de comisar�as y abstenci�n electoral fueron el repertorio de la lucha. Al principio acompa�ados por muchos caballeros c�lebres que con dignidad se opusieron al unicato, luego constituyeron un colectivo que lider� Leandro Alem, con su verba encendida de tribuno popular que consolid� Hip�lito Yrigoyen con sus silencios elocuentes, su capacidad de organizaci�n y su tes�n para atravesar una d�cada oscura, de intemperie, incomprensi�n y persecuciones.

Pero la situaci�n pol�tica se estaba agotando. Lista completa, el que ganaba por un voto obten�a todos los cargos; voto cantado en el atrio de la iglesia, con el comisario, el cura, el estanciero y el juez vigilando el sufragio de los hombres comunes; listados electorales confeccionados con arbitrariedad, documentos expedidos s�lo a los favorables, constitu�an una mala r�plica del esp�ritu de la Constituci�n. Con el siglo comenz� el resquebrajamiento del r�gimen pol�tico que f�rreamente conduc�a Roca desde el Partido Autonomista Nacional.

La revoluci�n radical de 1905 lo puso en evidencia y los cambios no tardaron en llegar a un pa�s plagado de enfrentamientos y sujeto a reglas extremadamente perversas de organizaci�n de la vida pol�tica. Pero el ala modernista se impuso, el roquismo fue superado y finalmente Roque S�enz Pe�a lleg� en 1910 a la Presidencia de la Rep�blica. Saenz Pe�a negoci� con Yrigoyen para pacificar el pa�s. El caudillo popular exigi� reuniones p�blicas, inform� al Comit� Nacional de su partido y rechaz� ofertas para integrar el Gabinete Nacional. Exigi� un sistema de elecciones que fue consagrado en la ley 8.871, sancionada el 10 de febrero de 1912. Padr�n electoral sobre la base de los registros del enrolamiento militar, voto universal, secreto y obligatorio, escrutinio centralizado y finalmente un sistema de distribuci�n del poder llamado �lista incompleta�, por el cual la mayor�a obtiene dos de cada tres esca�os electorales y la minor�a se adjudica el restante.

La ley se estren� pocos meses despu�s. Manuel Menchaca candidato radical derrot� a Lisandro de la Torre en la provincia de Santa Fe. Mientras tanto Yrigoyen, impasible y vigilante, esper� como los grandes, al frente de �la religi�n c�vica de los argentinos� como gustaba llamar a su partido radical. Y mientras en la educada Europa estallaba

la Gran Guerra, en la Argentina incompletas e imperfectas se establecieron las reglas que hoy conmemoramos y que el 12 de octubre de 1916 inauguraban la democracia.

La reforma m�s importante (Por Rosendo Fraga)

El 10 de febrero de 2012 se cumplir� un siglo de la sanci�n de la llamada Ley S�enz Pe�a (8.871). Seg�n mi opini�n, fue la reforma pol�tica m�s importante en doscientos a�os de vida argentina, la cual divide la pol�tica en un antes y un despu�s. Sin modificar la Constituci�n Nacional ni la composici�n de la Suprema Corte ?que mantuvo absoluta estabilidad en cuanto a cantidad de integrantes, mecanismo y forma de elecci�n de sus miembros entre 1862 y 1947?, y sin que hubiera sufrido un cambio el Congreso de amplia mayor�a conservadora, se produjo un cambio pol�tico sustancial cuyas bases hoy contin�an vigentes.

El voto universal, secreto y obligatorio establecido por dicha ley es la base del sistema electoral argentino. Esta base no se ha alterado y ning�n actor pol�tico relevante plantea hoy su modificaci�n. En cambio, con el transcurrir del tiempo el sistema de lista incompleta que daba dos tercios de los representantes a quien obten�a un voto

m�s y el tercio restante al que quedaba en segundo lugar se modific�. Lo mismo sucedi� con la confecci�n del padr�n por parte del Ministerio de Guerra un siglo atr�s ?garant�a de que no iba a ser manipulado?, una funci�n que hoy est� en manos del Ministerio del Interior.

La sabia Constituci�n de 1853 no hab�a avanzado en detalles sobre el sistema electoral y ello permiti� al Poder Ejecutivo realizar, sin alterarla, una transformaci�n pol�tica esencial, en momentos que muy pocos pa�ses del mundo ten�an un sistema semejante y cuando en la mayor�a de los pa�ses de Europa no hab�a voto obligatorio y reg�an distintos medios para calificarlo. Pero esta reforma no irrumpi� intempestivamente, sino que fue el proceso de una evoluci�n. La sanci�n el 29 de diciembre de 1902, durante la segunda presidencia de Roca, de la Ley 4.161, ya hab�a sido la reforma electoral m�s profunda realizada hasta entonces, desde la Ley 140, sancionada el 6 de setiembre de 1857.

Esta ley, que establec�a el voto por circunscripci�n en las elecciones de diputados nacionales y de electores de Presidente en 1904 y que tomaba el modelo electoral vigente en el mundo anglosaj�n, implic� un cambio importante. Pero rigi� poco tiempo, ya que una de las primeras iniciativas enviadas por el presidente Manuel Quintana al Congreso al poco tiempo de asumir fue el proyecto de derogaci�n, reestableciendo el sistema la ley de 1857. Es as� como las elecciones de 1906, 1908 y 1910 vuelven a realizarse con el sistema tradicional.

Durante la presidencia de Jos� Figueroa Alcorta, quien accede al cargo por la s�bita muerte de Quintana, se da un paso importante en materia de reforma electoral al sancionarse la ley que dio al Ministerio de Guerra la misi�n de elaborar el padr�n electoral. Era un reclamo muy concreto que ven�a planteando Hip�lito Yrigoyen en su condici�n de l�der de la principal fuerza opositora. Sobre este segundo paso hacia la reforma electoral es que Roque S�enz Pe�a, presidente electo en 1910, avanza como prioridad de su gobierno en la reforma electoral, la cual concreta con rapidez mediante

tres leyes.

La primera modificaba la ley sobre el empadronamiento militar para votar; la segunda establec�a el voto universal secreto y obligatorio y la tercera la representaci�n de las minor�as, adjudicando a la m�s relevante de ellas ?en t�rminos electorales? un tercio de los representantes. El Presidente logr� as� que en la primera elecci�n bajo su mandato, realizada en 1912, rigiera el nuevo sistema electoral que transform� la vida pol�tica argentina. As� como el proceso de la reforma electoral llev� una d�cada, su aplicaci�n efectiva y plena vigencia llev� otra.

A�n en las elecciones de 1914 y 1916, en diversas provincias se impuso el oficialismo.

Un siglo despu�s, la Ley S�enz Pe�a tanto como hito hist�rico, como realidad vigente, es un punto de uni�n tanto en el oficialismo como en la oposici�n y perfeccionar su aplicaci�n, un objetivo a logra.

(De la edici�n impresa)

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