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Ramón Cerdà
Massó
Castellano y catalán en Cataluña y en
las Islas Baleares |
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Nota previa: utilizo el término castellano y no español
porque así se identifica la lengua a la que nos referimos en:
- La mayor parte de la bibliografía manejada.
- El habla espontánea de Cataluña y Baleares.
- La Constitución Española de 1978.
Amén de que es el castellano el estándar lingüístico
que realmente actúa en Cataluña y Baleares.
El presente texto está concebido, según las indicaciones
recibidas, como una presentación introductoria de los aspectos
más sobresalientes y a la vez más propicios al debate
que se abrirá en la correspondiente mesa redonda sobre el tema
previsto. Debo señalar que se trata de una selección
entre una multitud de posibilidades, donde:
- Aplico discrecionalmente el interés dialéctico
como criterio único. Admito, pues, que eligiendo determinados
aspectos, descarto otros acaso tanto o más importantes
a juicio de otros, que acaso aparezcan, o no, en la discusión.
- Los aspectos elegidos son, a su vez, presentados de un modo
indicativo, sin entrar en pormenores.
- Pretendo creer que los planteamientos expuestos, erróneos
o discutibles, son estrictamente lingüísticos y factuales,
y se basan en la observación o en testimonios relativamente
fidedignos. Trataré de distinguir entre lo meramente anecdótico
y lo sintomático procurando atenerme a lo general y a lo
generalizable.
- Como es lógico, lo más importante de esta experiencia
se desprenderá sin duda de lo que pueda llegar a aprender
escuchando otros puntos de vista.
- Expongo todos los datos a título estrictamente personal.
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2. Datos para una primera aproximación
2.1. Veamos, ante todo, un sucinto mapa
de cómo los romanistas suelen representar el territorio de
la lengua catalana y sus aledaños inmediatos.
Lo primero que llama la atención es la falta de correspondencia
entre las fronteras lingüísticas y las político-administrativas.
Se debe, como todo el mundo sabe, a que estas fronteras reflejan realidades
distintas de distintos momentos históricos.
Así, el dominio lingüístico del catalán
rebasa la frontera francesa y los límites regionales de Aragón,
mientras que, por el contrario, cede el territorio del Valle de Arán
(donde se habla aranés, una variante del Occitano), en el extremo
noroccidental de Cataluña, y una extensa franja irregular en
la zona interior de la Comunidad Valenciana.
Los datos reales, incluso en abstracto, son harto más complejos,
desde luego. Ante todo porque, en consonancia con las fronteras estatales,
la parte que corresponde a España tiene como lengua oficial
el castellano según establece la Constitución
de 1978 y la que corresponde a Francia tiene como lengua oficial
el francés, de acuerdo con la Constitución francesa
de 1958. Con la diferencia de que en Cataluña y en Baleares
el español es cooficial con el catalán, en tanto que
en Francia, el catalán carece de estatuto de oficialidad en
su territorio histórico, el Rosellón, denominado Departamento
de los Pirineos Orientales.
A todo ello hay que añadir la particularidad de que en el Valle
de Arán coexisten aranés, catalán y castellano
en régimen de cooficialidad. Sólo hay una excepción
en la que el catalán tiene (todavía) carácter
oficial en exclusiva: el Principado de Andorra, producto de azarosos
tratados entre Francia y España. |
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2.2. A partir de aquí, paso a considerar tan sólo
los territorios asignados por la organización: Cataluña
e Islas Baleares. Hagamos, en primer lugar, un breve recordatorio
del respectivo marco legal que delimita allí el uso del castellano
y del catalán.
Para Cataluña:
Estatuto de Autonomía de Cataluña
(1979)
Artículo 3.º
1) La lengua propia de Cataluña es el catalán.
2) El idioma catalán es el oficial de Cataluña así
como también lo es el castellano, oficial en todo el Estado
español.
3) La Generalitat garantizará el uso normal y oficial de
los dos idiomas, adoptará las medidas necesarias para asegurar
su conocimiento y creará las condiciones que permitan alcanzar
su plena igualdad en lo que se refiere a los derechos y deberes
de los ciudadanos de Cataluña.
Ley de Normalización Lingüística de Cataluña
(18 abril 1983).
Ley 16/1990 sobre el régimen especial del Valle de Arán
(13 julio 1990).
Ley de Normalización Lingüística de Cataluña
(7 enero 1998).
Para las Islas Baleares:
Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares
(1983)
Artículo 3.º
La lengua catalana, propia de las Islas Baleares, tendrá,
junto con la castellana, el carácter de idioma oficial, y
todos tienen el derecho de conocerla y utilizarla.
Ley de Normalización Lingüística (abril
1986)
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2.3. Los territorios de referencia tienen la extensión
en quilómetros cuadrados señalada en el cuadro
1.
A partir del padrón elaborado por el INE de 1998, la población
de estos territorios alcanza las cifras del cuadro
2.
Una de las principales peculiaridades de Cataluña y Baleares
frente a la gran mayoría de comunidades autónomas de
España consiste en que una importante proporción de
esta población procede de otras comunidades y se distribuye
de un modo diferente entre Cataluña y Baleares, lo que provoca
a su vez no pocas repercusiones lingüísticas, como tendremos
ocasión de comprobar a lo largo de todo el informe (cuadro
3 y cuadro
4).
Obsérvese que, si bien la proporción global de población
nacida fuera de Cataluña y Baleares es semejante, hay una importante
diferencia en el flujo de llegada, pues mientras en Cataluña
la inmigración desciende drásticamente a partir de la
década de los setenta y sobre todo de los ochenta, en Baleares
se mantiene de un modo mucho más estable hasta la actualidad.
Esto significa que la proporción de población foránea
reciente es mucho mayor en Baleares, lo que sin duda redunda en un
grado mucho menor de conocimiento del catalán. Este factor
puede verse muy influido, además, por otros elementos, sobre
todo por el índice de población más o menos flotante
(española o extranjera) y por los tipos predominantes de profesión
en las respectivas poblaciones, como veremos, o podremos colegir,
más adelante.
Desde luego, podríamos emprender una considerable cantidad
de indagaciones. Teniendo en cuenta la orientación y el talante
de la mesa redonda del congreso, voy a considerar como punto inicial
de partida algunos de los datos estadísticos que se ofrecen
sobre todo en Siguán (99) y en el Institut Català dEstadística
(Idescat). Dividiremos el empeño en tres partes:
- Justificación de los procedimientos.
- Ensayo de prospectiva lingüística. Análisis
e interpretación de los datos estadísticos.
- Hipótesis sobre el futuro.
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3. Justificación de los procedimientos
3.1. Los datos estadísticos ofrecidos por las fuentes
citadas constituyen sin duda un punto de partida máximamente
objetivo y generalizable. Hay que señalar, sin embargo, que,
a pesar de todo, adolecen, a mi juicio, de ciertos inconvenientes
e insuficiencias de distinto valor, generalmente no imputables a sus
autores. Entre ellas:
- A menudo discrepan en los fundamentos y enfoques, por lo que
es casi imposible cruzar datos de distintas procedencias. Como
mínimo, no coincide el año del censo o el tamaño
y la distribución de las muestras.
- Sus planteamientos son a veces excesivamente vagos y desperdician
datos de considerable importancia (como al pedir la preferencia
por la prensa en castellano o en catalán sin tener en cuenta
la diferencia de oferta mediática en una y otra lengua,
o al tratar de establecer la lengua predominante de quienes hablan
catalán en sus relaciones con amigos sin tener en cuenta
la lengua predominante de estos amigos).
- Mezclan, o alternan sin distinción, cuestiones objetivas
(como el número de hijos o el año de nacimiento)
con preguntas subjetivas probablemente mediatizadas por el disimulo
(la adscripción a una tendencia política o la opción
de voto en unas elecciones) o por el simple deseo de quedar
bien (la importancia atribuida a aprender idiomas y, presumiblemente,
el grado declarado de competencia sobre el catalán).
Un primer asunto fundamental reside en lo que se entiende por catalán
y por castellano (o español). Ambos términos se contraponen
sin más a lo largo de casi todas las obras cuando, en realidad,
deberían tenerse en cuenta, por lo menos, las siguientes
precisiones:
Por castellano (o español) se entiende ante todo la variante
estándar emanada de la Real Academia Española y materializada,
para el gran público, sobre todo en su manifestación
televisiva. Las demás variantes que se apartan más
o menos de ella quedan como elementos residuales en vías
de una asimilación más o menos inmediata, en especial
gracias a la escolarización.
En cambio, lo que se entiende por catalán (y valenciano)
es una entidad reconocidamente diversa; tanto que no falta quien
puede hasta poner en duda si se trata o no de un grupo suficientemente
unitario de variantes. Como los respectivos Estatutos de Autonomía
de Cataluña y Baleares utilizan el término catalán,
algunos dan por sentado que se trata de algo común y al mismo
tiempo diferenciado con respecto del valenciano, que es el
término utilizado en el Estatuto de la Comunidad Valenciana.
Otros tratan de explicar esa diferencia justamente al revés
(en Siguán [99, 14] se precisa que de los encuestados en
Baleares, un 40% prefirió aludir a su lengua como mallorquín,
un 8%, menorquín y un 2%, ibicenco. Hay
que puntualizar que estos porcentajes, sin contrastar con los datos
globales, reflejan más bien la proporción de la procedencia
de los encuestados. Por lo demás, se ha afirmado que, frente
a lo que ocurre en la Comunidad Valenciana, la falta de una denominación
lingüística unitaria e identificativa para todas las
Baleares pues no existe o no ha prosperado el término
balear u otro análogo ha facilitado la aceptación
de catalán para el conjunto).
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3.2. Como adopto un punto de vista estrictamente lingüístico,
según he advertido desde el principio, acaso hay que aclarar
también que en la distribución dialectal del catalán
en su conjunto, la variante (grosso modo) del valenciano y de Lérida
guardan más similitud entre sí que, por ejemplo, esta
última con la de Gerona. Aquellas dos variantes pertenecen
al catalán occidental y ésta al catalán oriental,
que comprende además el rosellonés y el barcelonés.
Si, por otro lado, se tiene en cuenta la intercomprensión
espontánea dialectal (al margen de usos léxicos peculiares),
sucede que un balear entiende sin dificultad a un catalán
y a un valenciano, un catalán entiende con cierta dificultad
a un balear y sin dificultad a un valenciano, mientras que un valenciano
entiende sin apenas problemas a un catalán pero encuentra
dificultad en entender a un balear. Por motivos seguramente no exentos
de relación con esto, cuando valencianos, catalanes y baleáricos
hablan castellano, sus acentos originarios se hacen, respectivamente,
de menos a más patentes siempre en la pronunciación
espontánea.
Así que, mutatis mutandis, es como si en castellano
admitiéramos distintas normas, como el burgalés, el
toledano y el andaluz y, en algún caso, hasta se homologaran
con alguna denominación oficial propia.
En resumen, cuando las personas preguntadas dicen castellano
(o, por última vez, español), se refieren sólo
a la variante estándar o, para decirlo de un modo todavía
más realista, a aquella que en toda España la gente
escucha en la radio o en la TV sin que le llame la atención
la procedencia lingüística del locutor o locutora. De
otro modo, habría que considerar la procedencia concreta
de las personas nacidas fuera de Cataluña y Baleares y ponderar
en consecuencia sus respuestas; lo que no se hace porque, además
de introducir una casuística harto difícil de manejar,
los rasgos originarios tienden a desaparecer pronto y raramente
se propagan a la siguiente generación.
Una prueba de que el modelo es sobre todo televisivo se halla en
que tienden a desaparecer tanto del castellano como del catalán
aquellos vocablos y expresiones que se refieren a objetos y actividades
(repostería casera, agricultura...) que carecen de réplicas
televisivas, es decir, que no suelen aparecer en las programaciones
habituales de la televisión.
Finalmente, cuando se dice catalán en Cataluña
y Baleares, no sólo se hace referencia a variantes diversas
por razones territoriales, como hemos dicho, sino también
a registros que pueden ser considerablemente distintos. El catalán
de la calle, por ejemplo, dista mucho más que el español
del respectivo modelo televisivo, y no digamos del estándar
diseñado por el Institut dEstudis Catalans generalmente
reconocido al menos en Cataluña y en las Baleares.
El habla coloquial está a menudo tan plagada de castellanismos
de todos los tipos que, de nuevo mutatis mutandis, pondría
los pelos de punta hasta a los miembros menos puritanos de la RAE
(véase, si no, Cortiella 81).
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4. Ensayo de prospectiva lingüística. Análisis
e interpretación de datos estadísticos
El punto de partida estadístico es que el castellano se encuentra
por doquier tanto en Cataluña como en Baleares. Sólo
se exceptúa de ello algún analfabeto terminal y los
turistas, que en ningún caso son objeto de consulta en las
encuestas. Por ello no hay cuadros disponibles exclusivos para el
castellano, sólo hay que proyectar sobre los datos aducidos
el principio de que se halla siempre presente.
Entre los múltiples aspectos de estudio que caben, tomaremos
el de sentar hasta qué punto se modificará la coexistencia
entre castellano y catalán en un futuro más o menos
inmediato dentro de Cataluña y las islas Baleares. Se trata
de un ensayo meramente tentativo de prospectiva lingüística,
una actividad que se está perfilando cada vez más como
una variante de la sociolingüística con caracteres propios.
Un ensayo de prospectiva implica nada menos que un intento de sentar
un vaticinio. Esto por sí solo constituye un principio acientífico,
a menos que precisen con firmeza y modestia los supuestos y las expectativas.
En nuestro caso, es imposible prever qué suerte correrán
las lenguas del mundo sin tener en cuenta cómo van a modificarse
las condiciones en un medio que varía de un modo cada vez más
apremiante. Todo el mundo habla de globalización y de los cambios
que promoverá en todos los ámbitos de la vida social
y privada, con la implantación de tecnologías que acelerarán
la emergencia de poderes económicos particulares capaces de
menoscabar los estados y con ellos difuminar, si no diluir, todo tipo
de frontera nacional, cultural y lingüística. En este
escenario, coinciden no pocos analistas, durante el presente siglo
la humanidad experimentará una pérdida de lenguas que
alcanzará hasta el 90% de las existentes, mientras discrepan
por dificultades de identificación o de terminología
en establecer cuántas hay en la actualidad.
Aquí no pretendo llegar ni mucho menos tan lejos. En lugar
de ello, introduciré un listado selecto, abreviado y compactado
de parámetros que servirán para evaluar las condiciones
actuales y diagnosticar, a través de síntomas directos
e indirectos, las perspectivas de futuro siempre que las condiciones
no cambien drásticamente para la coexistencia entre castellano
y catalán en Cataluña y Baleares. Más o menos
al estilo de un sistema experto.
De paso, tendremos la oportunidad de observar que entre Cataluña
y Baleares hay importantes diferencias que pueden aumentar todavía
en un futuro próximo. |
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5. Listado de parámetros
5.1. Preliminar: Lengua única/coexistente
En España el castellano ocupa extensos territorios como lengua
única, en tanto que, en Cataluña y Baleares, el catalán
sólo vive en condiciones de coexistencia con el castellano.
5.2. Factores lingüísticos
5.2.1. Distancia tipológica. Castellano y catalán
pertenecen a ramas históricamente afines como lenguas románicas
occidentales. El esfuerzo requerido para la intercomprensión
y el aprendizaje de la otra es mínimo en términos relativos;
en mi estimación particular, sólo es un poco más
grande al requerido para salvar la distancia actual que existe entre
castellano y gallego. Vale la pena señalar, sin embargo, que,
desde el punto de vista fonológico, castellano y catalán
(sobre todo la variante balear) son dos mundos muy diferenciados.
5.2.2. Número relativo de hablantes. Como hemos dicho,
en Cataluña y Baleares todos sus habitantes tienen un dominio
funcional pleno del castellano. Para el catalán, en cambio,
los datos disponibles arrojan una casuística bastante más
compleja. Ante todo hay que sentar una distinción decisiva
entre conocimiento y uso de la lengua. Veamos ante todo el primero
(cuadro 5).
Estos datos, que revelan que más de una quinta parte de los
catalanes y casi un tercio de los baleáricos no hablan catalán,
adquieren mayor precisión si se tienen en cuenta factores como
la edad (cuadro
6) y el tamaño del municipio donde viven los encuestados
(este último dato lo considero más adelante; cuadro
11). |
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Aquí nos hallamos ante otra importante diferencia entre Cataluña
y Baleares. Como se ve, hay un aumento sostenido de la competencia
en catalán en Cataluña debida, sin la menor duda,
a la escolarización. A su vez, el aumento que experimenta
la franja de más de 65 años y el descenso en la anterior
se debe, sin duda también, al desenlace de la guerra civil
de 1936-39, al menos a juzgar por mi propia experiencia.
Por su parte, las Baleares presentan un claro descenso de competencia
en las franjas de 25-34 y 35-44. Ello se debe, como hemos visto
antes, a un índice de inmigración relativamente estable,
casi inexistente en Cataluña, debido sobre todo a las explotaciones
turísticas masivas, que allí tienen una incidencia
mayor en el conjunto de la población (cuadro
4).
en cuanto al uso real de las lenguas, distinguiremos de nuevo entre
los datos absolutos y los relativos a la edad de los encuestados
(cuadro 7).
La distinción entre las alternativas es como sigue: catalán
es la respuesta de quienes afirman conocerlo y además utilizarlo
como lengua preferente; bilingüe se refiere a quienes
no manifiestan ninguna preferencia; castellano + catalán
son quienes saben catalán y utilizan preferentemente
el castellano, en tanto que castellano sólo son los
que no saben catalán y, por tanto, utilizan exclusivamente
el castellano. Esto significa que el castellano se emplea espontáneamente
bastante más que el catalán, pues alcanza el 43% y
el 47% en Cataluña y Baleares, frente al 41% del catalán.
Ello no obsta para que los valores totales de las tres primeras
respuestas arrojen un saldo mínimamente favorable al catalán
(cuadro 8).
en efecto, sumando la primera respuesta con la cuarta del cuadro
7, queda una diferencia mínima, de 51 frente a 49 (28
+ 21) en Cataluña y de 58 frente a 54 (25 + 29) en Baleares,
favorable al catalán.
La comparación de franjas de edad entre ambas comunidades
ofrece de nuevo similitudes y diferencias (cuadro
9).
Entre las primeras, el descenso constante de catalanohablantes más
jóvenes. Aunque la franja todavía no lo refleja por
completo, parece que en Cataluña la escolarización
se ha traducido en un conocimiento mayor del catalán pero
no del uso, que es muy favorable al castellano (45% frente a 31%).
Esto se confirma por el aumento que ha experimentado el bilingüismo
y el conocimiento del catalán (castellano + catalán)
a costa de su desconocimiento (castellano solo).
Los datos de Baleares son todavía más favorables al
castellano, no sólo por el descenso en el uso del catalán
entre los más jóvenes, que ha pasado de la mitad a
menos de un tercio, sino también por el mantenimiento de
valores para el castellano y el bilingüismo. Sólo ha
aumentado claramente el conocimiento del catalán, pero de
nuevo no se ha traducido en uso. La diferencia se explica, a mi
juicio, por el índice sostenido de inmigración.
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5.2.3. Diferenciación dialectal. Hemos dicho ya que
este dato pasa inadvertido en el castellano de Cataluña y Baleares
salvo en casos excepcionales. Es muy presumible que un andaluz que
cecee, pongamos por caso, procurará ocultar o disimular este
rasgo (o cualquier otro que le margine del modelo televisivo) más
o menos igual que si estuviera en cualquier otra parte de España
excepto en la suya, por supuesto.
A su vez, tanto en Cataluña como en Baleares hay variantes
claramente reconocidas y con distintos grados de autoestima y prestigio.
Así, por ejemplo, un barcelonés puede viajar y hasta
instalarse en Mallorca sin variar apenas su propia variante (al menos
de un modo consciente), lo que a veces puede inducir a los locales
a recurrir al castellano. Por el contrario, los baleáricos
que viajan o se instalan en Barcelona tratan de adaptarse cuanto antes
al barcelonés (giren sa llengo, suelen decir) o bien
pasan directamente al castellano. Gracias a la presencia de la televisión
autonómica catalana en Baleares y a la familiarización
con su estándar, hay claros indicios de que el reconocimiento
espontáneo de la intercomunicabilidad va en aumento al menos
desde la perspectiva balear.
5.2.4. Cohesión dialectal. La intercomunicabilidad espontánea
para los castellanohablantes es absoluta. Para el catalán,
como acabamos de decir, es más fácil para los baleáricos
que para los catalanes del Principado, en condiciones de reciprocidad.
5.2.5. Territorialidad definida. No hay diferencias ni obstáculos
aparentes en las dos lenguas.
5.2.6. Territorialidad compacta. No hay diferencias ni obstáculos
aparentes en las dos lenguas. En principio, entre todos los cuadros
examinados, parece que las comunidades castellanohablante y catalanohablante
conviven en forma imbricada, en el sentido de que no habitan en zonas
diferenciadas ni tienen ocupaciones distintas y, además, mantienen
una relación continua y estable entre ellas. Al menos en principio,
repito, los cuadros no revelan nada en contra sólo la
observación directa podría percibir otra imagen.
Analicemos, sin embargo, los siguientes datos relativos sólo
a Cataluña procedentes del Institut Català dEstadística
(cuadro 10). |
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Como se ve, si clasificamos los lugares de nacimiento en función
del índice de desconocimiento del catalán (más
detalladamente en el más alto), se observa que, si bien el
conjunto total de personas que ignoran el catalán es, en apariencia,
relativamente bajo, no hay más que observar que la comunidad
andaluza y extremeña, esto es, más de un 16% de la población
de Cataluña, registra un índice de desconocimiento muy
destacado con respecto al promedio. A mi juicio, esto sólo
puede interpretarse como un indicio de que estas comunidades tienden
a habitar y convivir en forma concentrada y relativamente impermeabilizada
dos aspectos que no tienen por qué coincidir. Lo
que equivale a admitir que sí existe cierta territorialidad
entre los nacidos fuera de Cataluña, como también existe,
en forma bien clara, entre los nacidos en Cataluña, sobre todo
en zonas rurales, como veremos un poco más abajo.
No creo que haga falta insistir en que el índice de desconocimiento
del catalán por parte de los extranjeros, en el cuadro
10 que alcanza un resultado de casi el 18%, ofrece
una interpretación distinta de la que hago para la comunidad
andaluza y extremeña. Los extranjeros (al menos los consignados
en el cuadro) tienen muy diversas procedencias y se distribuyen, con
toda probabilidad, de un modo disperso por la sociedad catalana aunque
repito, seguramente propendan a disociarse en un par de subgrupos
principales: uno que habita más bien en zonas urbanas y ocupa
puestos laborales relativamente bien cualificados, y otro de asentamiento
más disperso y dedicado a ocupaciones sin cualificación.
Hay que tener muy presente que este último subgrupo de extranjeros
no hace más que aumentar a un ritmo sin precedentes sobre
todo entre magrebíes, los llamados subsaharianos y latinoamericanos
y que en poco tiempo dará lugar a comunidades más o
menos cohesionadas y compactas que ejercerán sin duda una influencia
social, cultural y lingüística cada vez más notoria.
Baleares acusa, por su parte, una afluencia masiva de residentes comunitarios,
sobre todo alemanes, que tienden a formar grupos igualmente compartimentados
y considerablemente estancos.
No consta que nada de todo esto haya sido tenido en cuenta en las
encuestas sociolingüísticas practicadas, a juzgar por
los datos que manejamos, pero, en cualquier caso, ese momentáneo
18% del cuadro ya constituye una prueba irrefutable de que el catalán
es innecesario para vivir en Cataluña (en Badia 01 se sostiene
que es imposible vivir en Cataluña sólo con el catalán).
Observemos ahora la distribución relativa por áreas
rurales y urbanas (cuadro
11).
La única interpretación que se desprende de estos datos
es que el catalán queda relegado cada vez más al ámbito
rural, mientras que el castellano se manifiesta como una lengua que
va implantándose por las zonas urbanas. A este propósito
debo insistir en que tanto en Cataluña como en las Baleares,
pero sobre todo en las Baleares, existe una población flotante
más o menos estacional que puede decuplicar al menos el tamaño
de ciertos municipios, lo que requeriría establecer como mínimo
una diferencia radical al menos entre zonas costeras (o turísticas)
y zonas interiores (o agrarias...). |
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5.2.7. Existencia de un estándar. Para el castellano
existe un estándar histórico, en el sentido de que se
ha implantado desde siglos atrás, por razones de hegemonía
política, sin solución de continuidad. El estándar
académico no es más que una homologación oficial
de este estándar.
Para el catalán, en cambio, el estándar es reciente
(de principios de siglo), pues constituye el resultado de una planificación
de tipo académico que se encuentra todavía relativamente
lejos de ser reconocido y aun conocido. Los modelos televisivos guardan,
sobre todo en la pronunciación pero también en
la morfología y el léxico, el sello inequívoco
de las respectivas variantes comunitarias, que hasta los telespectadores
menos dotados advierten de inmediato. Aun así, todo el mundo
recuerda que la aparición de la televisión autonómica
en Cataluña tuvo una incidencia decisiva en la creación
de un sentimiento popular de que el catalán era una lengua
capaz no sólo de ser empleada en un serial, sino también
de expresar cualquier cosa, sin ningún límite reconocible.
5.2.8. Existencia de institución académica única/múltiple.
El estándar castellano tiene un solo modelo indiscutible, el
académico. Para el catalán, en cambio, existen distintas
instituciones académicas y aun disidencias individuales entre
hablantes de un cierto nivel cultural. Por ello, para muchos catalanohablantes
escribir en catalán requiere todavía un considerable
sobreesfuerzo de atención correctora más allá
de la expresión libre, mientras que los hablantes comunes tanto
de Cataluña como de Baleares pueden y hasta suelen en
ciertas franjas sociales pasar por alto las normas y recomendaciones
del estándar. |
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5.2.9. Índice de integración
Los datos del cuadro
12 reúnen sin duda el resultado de varios factores. En
conjunto, lo más común es que con el tiempo se produce,
al menos, una asunción de la lengua catalana por parte
de las personas procedentes de otras comunidades y el reconocimiento
de que no constituye ningún obstáculo para sobrellevar
una vida social plena. Los valores más desfavorables de Baleares
se explican seguramente porque el catalán balear es, sobre
todo en diseño fonológico, relativamente más
distante. Para evaluar de un modo fehaciente estos resultados y sus
diferencias habría que cruzarlos con el tipo de profesión
que ejercen los encuestados, pues lógicamente no se requieren
iguales competencias lingüísticas a un pastor, a un pinche
de cocina o a un juez que a un taxista, a un camarero o a un empresario.
En cualquier caso, los cuadros aducidos no permiten alcanzar ninguna
información sobre el índice de integración lingüística
por parte de quienes han nacido fuera de Cataluña y Baleares.
Habrá que contar, en todo caso, con otros datos atingentes
más o menos directos para obtener indicios algo más
seguros. Uno de ellos puede ser el cuadro
13.
Se advierte que, por una parte, el índice de desconocimiento
ha descendido con el tiempo aunque, como vimos en el cuadro
4, afecta a muchas menos personas y, por otra, que este
índice se reduce drásticamente a lo largo de los primeros
5 ó 10 años de estancia y que se mantiene muy estable
a continuación (salvo en el parámetro 1986),
de modo que quienes no aprenden catalán durante los primeros
años deciden seguir así. Se supone, por lo demás,
que estos datos solapan hablantes comprendidos en tramos cronológicos
distintos haciéndoles saltar en diagonal hacia abajo y hacia
atrás. Así, por ejemplo, los llegados en 1986 quedan
entre los de cinco años atrás en 1986, entre
los de 5-10 años en 1991 y entre los de 10 años
atrás en 1996; y el hecho de que pasen del 35,4% al 15,8%
y de éste al 13,2% puede deberse no sólo a que han aprendido
catalán, sino también a que se han marchado o han fallecido.
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Uno de los índices en apariencia levemente favorables a la
integración se desprende del cuadro
14.
Mientras en Cataluña aumenta un poco el uso familiar del catalán
y en Baleares desciende bastante, en ambas comunidades se afianza
el uso indistinto de las dos, sin duda como fórmula de compromiso
cuando los miembros de la pareja no coinciden en el uso. Esta última
situación, sin embargo, sólo se hace, a mi juicio, verosímil
cuando la pareja tiene hijos, es decir, cuando hay más de dos
interlocutores. Veamos qué datos existen para esa eventualidad
(cuadro 15).
Desde luego, la casuística puede ser bastante compleja, sobre
todo a la vista de los datos que arroja Cataluña, donde los
datos para las parejas hacen pensar que son básicamente mucho
más monolingües entre sí que con los hijos. Pero
a partir de los datos del cuadro nada impide que haya un máximo
de padres catalanohablantes emparejados con madres castellanohablantes,
y viceversa, y que entre las parejas competencialmente bilingües
predomine un poco el uso del catalán y mucho más el
de ambas lenguas en la comunicación con los hijos. Baleares
ofrece una imagen algo más estable, aunque no exenta de iguales
interpretaciones, con un saldo muy levemente favorable, inapreciable,
para el catalán. Se advierte que allí hay más
parejas mixtas de origen no castellano ni catalán y que, salvo
excepciones, renuncian a su lengua originaria al comunicarse con los
hijos. O que, simplemente, se negaron a contestar.
El balance sobre la integración al catalán es indiscutiblemente
pobre, en consonancia con el resultado de otros parámetros.
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5.2.10. Factores actitudinales
Constituyen un nutrido grupo de datos diversos que revelan los sentimientos
de los hablantes hacia la lengua propia y del otro e indirectamente
vienen a reflejar una medida bastante ajustada sobre las perspectivas
de futuro. Una buena parte de estas actitudes se encuentra en la aceptación,
rechazo o indiferencia con respecto al estándar lingüístico.
Para el castellano existe una actitud óptima, como ya hemos
indicado. Para el catalán, en cambio, la situación es
poco halagüeña a causa de que el estándar es relativamente
reciente, hay cierta renuencia o puro desconocimiento ante él
y, la peor consecuencia, no se ha materializado en un modelo televisivo,
popular, bien definido; lo que probablemente no sería necesario,
si los demás factores fuesen favorables (es éste, en
verdad, un asunto sumamente peliagudo).
Otro importante aspecto actitudinal, en consonancia con los anteriores,
se encuentra, dicho muy sucintamente, en la utilización de
la lengua en distintos registros comunicativos: solemne, académico,
coloquial, vulgar... De nuevo, el castellano los ocupa todos, pero
no así el catalán, cuyo estándar parece haber
sido diseñado sólo para usos formales. Desde luego,
no por esto pues sería una grosera aberración
creerlo, sino por distintas razones económicas y socioculturales,
el caso es que una extensa gama de manifestaciones espontáneas
de la juventud u orientadas hacia ella se expresa en castellano.
Un tercer aspecto actitudinal, probablemente el más básico,
se refiere a la estima propia y ajena, es decir, al prestigio absoluto
o relativo que se atribuye a la lengua propia frente a la del otro.
Es donde se producen a menudo mayores discrepancias entre el comportamiento
explícito y el implícito. No he encontrado datos estadísticos
sobre ello, pero no creo equivocarme si afirmo que, al menos en el
caso de los nativos, tanto castellanohablantes como catalanohablantes
se afirman plenamente en su respectiva condición, condición
que se reconocen, además, recíprocamente. Sin embargo,
una experiencia propia y contrastada que se extiende a lo largo de
más de cincuenta años me permite afirmar también
que la gran mayoría de catalanohablantes renuncian instintiva
y sistemáticamente al uso de su lengua en cuanto hablan con
interlocutores castellanohablantes perfectamente conocidos, que llevan
mucho tiempo afincados en Cataluña y dan pruebas constantes
de comprender el catalán. Ello implica, por descontado, que
el interlocutor castellanohablante da igualmente por sentada esta
situación que constituye, básicamente, una mera continuación
de las condiciones comunicativas que se dieron cuando este castellanohablante
se instaló en Cataluña y Baleares. |
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5.3. Factores sociopolíticos y económicos
5.3.1. Estatuto político
Hay una diferencia fundamental entre estatuto exclusivo y estatuto
compartido, es decir, entre el castellano, la lengua que constitucionalmente
deben conocer todos, y el catalán, la lengua que es cooficial
con el castellano en los territorios de Cataluña y Baleares,
donde es considerada lengua propia. En términos prácticos
esto supone que en Cataluña y Baleares es posible vivir sin
emplear otra lengua que el castellano, mientras es imposible vivir
exclusivamente en catalán. La diferencia constituye una invitación
permanente a prescindir del catalán como instrumento comunicativo
por razones de mera funcionalidad. En estas condiciones, el catalán
sólo puede mantenerse gracias a otros factores socioeconómicos
y culturales.
5.3.2. Estatuto institucional o estamentario. Es el terreno
donde la legislación vigente tiende a cumplirse escrupulosamente
y donde castellano y catalán coexisten en igualdad aparente.
Las principales diferencias, a veces notorias y siempre favorables
al castellano, al menos sobre el papel, suelen originarse en el
ámbito de competencias administrativas no traspasadas. No
guardo ningún dato sobre esto.
5.3.3. Estatuto económico. Siendo el castellano imprescindible
para todo, la presencia y el conocimiento del catalán es
dispar. Su empleo en rótulos callejeros es notorio, pero
no así en marcas y etiquetas de productos. Los datos de los
encuestados sobre la importancia de saber catalán en diversas
circunstancias permiten obtener interesantes observaciones. En efecto,
veamos unas estimaciones globales sobre el mismo asunto inversamente
planteado, es decir, el conocimiento del catalán como atractivo
(cuadro 16)
y su ignorancia como desventaja (cuadro
17).
En teoría deberían coincidir los resultados, al menos
tendencialmente, de modo que la primera respuesta de 16 debería
ser igual a la suma de las dos primeras respuestas de 17, mientras
que la segunda respuesta de 16 debería coincidir con la tercera
de 17. Pero al introducir un poco más de detalle, ya se estima
que, si bien saber catalán es ventajoso para una apreciable
mayoría, sobre todo en Cataluña, esa ventaja es muy
pequeña. Por la misma razón, la tercera respuesta
de 17 es más contundente que la segunda de 16.
Estos últimos datos se completan con mayor detalle para Cataluña
en el cuadro
18.
Donde lo más destacable, a mi juicio, es que quienes más
aprecian la ventaja de saber catalán son, paradójicamente,
quienes no lo hablan...
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5.3.4 Estatuto educativo, mediático, cultural, religioso...
Este conjunto de apartados requeriría, desde luego, un espacio
muy superior al que hemos utilizado hasta aquí en toda la presentación
sumaria de aspectos temáticos. Lo vamos a introducir por medio
de algunos datos indicativos tomados directamente de encuestas y otros
testimonios directos.
En primer lugar dos datos que subrayan la decisiva influencia que
ejerce la escolarización en el aprendizaje no necesariamente
en el uso de las lenguas. (cuadro
19)
En Cataluña estos datos seguramente variarán todavía
más a favor de la escuela a medida que se manifiesten los resultados
de la escolarización. De paso, la diferencia en la primera
respuesta entre Cataluña y Baleares en éste y en el
cuadro 20
sugiere que los emparejamientos familiares mixtos se doblan a favor
de Baleares. |
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Aquí se pone de manifiesto que la escuela ha sido tradicionalmente
la vía de entrada del castellano entre los catalanohablantes,
hasta el punto que se hace casi impensable que otras alternativas,
salvo la familiar, puedan haberla suplido.
A su vez, las preferencias sobre la lengua vehicular en la enseñanza
se manifiestan como se recoge en el cuadro
21 en función de la predominancia lingüística
de los encuestados.
Nos hallamos ante otra importante discrepancia entre las dos comunidades.
Aunque en ambas el resultado ponderado sobre el conjunto de la población
apoye mayoritariamente el empleo equilibrado de las dos lenguas, los
resultados conjuntos son abrumadoramente favorables al catalán
en Cataluña o, para ser más exactos, muy claramente
desfavorables al empleo prioritario del castellano como lengua vehicular.
Para no rebasar ya más los límites de lo razonable,
no aduzco datos actualizados sobre la oferta mediática y cultural
(literatura, cine, teatro...), que son en conjunto muy superiores
en castellano, hasta el punto de que no pocas veces, no siempre, la
diferencia pasa de una producción económicamente autosuficiente,
y a lo mejor hasta boyante, a una producción únicamente
subvencionada con dinero público. Ver, en todo caso, Etxebarria
(95, 266-77, 302-3).
En cuanto al estatuto religioso del catalán, me limitaré
a señalar un detalle, sólo inconexo en apariencia y
acaso sorprendente, que rebasa, a mi juicio, la categoría de
la anécdota y se inscribe en la de síntoma generalizable,
a juzgar por observaciones similares en otras comunidades con dos
lenguas oficiales. Y es que el inequívoco apoyo de la Iglesia
Católica a favor de la cultura y la lengua autóctonas,
tanto en Cataluña como en Baleares, se manifiesta en una clara
predominancia de esquelas mortuorias escritas en catalán en
una prensa escrita exclusivamente, o casi, en castellano. Es decir,
muchos lectores que leen diariamente el periódico sólo
en castellano, se despiden o los despiden en catalán.
Confiemos en que no sea un síntoma premonitorio. |
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5.3.5. Proyección exterior y tecnológica
Sólo por razones de oportunidad cuando al principio he utilizado
la expresión hegemonía política para justificar
la implantación de la lengua castellana he pasado por alto
mencionar que esa hegemonía es al propio tiempo el resultado
y el motor de otras hegemonías tales como la hegemonía
militar, económica, demográfica, cultural y tecnológica,
para mencionar sólo algunas de las más notorias. Todo,
ya, a escala mundial. Lo que se traduce lógicamente en un impulso
que se autoalimenta sin cesar.
Aun así, de todo esto no parece deducirse necesariamente, dicen
los expertos que las culturas y las lenguas se vean abocadas a comportarse
o bien como depredadoras o bien como presas. Hay numerosos factores
en liza y situaciones que han experimentado derivas y desenlaces bien
diversos (cf. Siguán 92, 01). en todo caso, el estatuto
del castellano ahora erigido, sí, en español,
no puede ser más prometedor. Su proyección exterior
cultural e institucional (como la del Instituto Cervantes) es incluso
requerida con insistencia por sus beneficiarios potenciales, que no
hacen más que aumentar en todo el mundo. Todo ello se traduce
también en la producción incesante de productos de alta
tecnología informática capaces de multiplicar todavía
más aquella proyección.
A falta de un mercado a gran escala detrás, el catalán
carece, desde luego, de autoproyección. Su presencia fuera
de sus territorios se debe más bien a razones culturales y
académicas, y a una voluntad propia. Su mercado interior, el
único disponible, sin embargo, exhibe un dinamismo considerablemente
superior sólo en términos relativos, claro
al de la mayoría de comunidades españolas y de muchos
países hispanos. Resumo estos extremos señalando, por
un lado, que en la dirección cultura.gencat.es/llengcat/informat/index.htm
puede consultarse una relación de productos y aplicaciones
informáticas en catalán y que, a falta de otros indicios
más detallados, la presencia de las lenguas del mundo en Internet
en datos de junio de 2000 se recoge en el cuadro
22.
El catalán figura en penúltimo lugar, por delante todavía
del turco, en esta lista de veinte lenguas, todas ellas salvo
precisamente el catalán, dicho sea de paso con estado
propio. También de paso, es de destacar no sólo la predominancia
del inglés, sino también la diferencia tan sustancial
que le separa del japonés, que ocupa tan sólo el segundo
lugar en este rango. |
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6. Hipótesis sobre el futuro
La cuestión es si se conservará la coexistencia entre
castellano y catalán en Cataluña y Baleares. Hablando
en plata, si el catalán podrá o no sobrevivir. Al menos
de un modo intuitivo, nuestros encuestados tienen una visión
optimista, a juzgar por los datos del cuadro
23 y del cuadro
24.
Diez o veinte años son muy poco, desde luego. Tal vez no. En
todo caso, esta visión contrasta claramente con la de algunos
especialistas y observadores realmente autorizados, quienes opinan,
por el contrario, que el catalán sufrirá un serio detrimento
como lengua funcional y que, en un plazo mayor, a lo sumo al cabo
de tres o cuatro generaciones, se habrá convertido en un mero
testimonio académico y folklórico. El razonamiento puede
simplificarse del siguiente modo: para garantizar el conocimiento
de una lengua es imprescindible que sea utilizada y para que sea utilizada
es imprescindible que sea necesaria para vivir o, al menos, para vivir
mejor (en cualquiera de los sentidos que cabe imaginar en mejor).
De momento, parece evidente, a juzgar por los datos examinados más
arriba, que esta última premisa ya no se cumple para el catalán,
ni en Cataluña ni en Baleares.
Dejo abierta la cuestión, por si aparece algún punto
de vista optimista. |
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Bibliografía sumaria
Badia, J. et alii (2001) És possible
viure en català? Angle Editorial, Barcelona.
Cerdà, R. (1998) Tagengo kokka to Gengo no kyozon [La nación
plurilingüe y la coexistencia de lenguas], Henyo suru bunka to
dento [Cultura y tradición en transición], Supein
no Shakai [La sociedad española], Waseda Libri Mundi, Tokyo.
Cortiella i Martret, A. (1981) Vocabulari de barbarismes, Caixa
dEstalvis de Catalunya, Barcelona.
Etxebarria Arostegui, M. (1995) El bilingüismo en el Estado
Español, Ediciones FVB, Bilbao.
García de la Concha, V. (coord.) (1986) El castellano actual
en las comunidades bilingües de España, Junta de Castilla
y León, Salamanca.
Siguán, M. (1992) La España plurilingüe,
Alianza, Madrid.
Siguán Soler, M. (1999) Conocimiento y uso de las lenguas,
CIS, 22, Madrid.
Siguan, M. (2001) Bilingüismo y lenguas en contacto, Alianza
Ensayo, Madrid.
Valle, J. del & Gabriel-Stheeman, L. (2001) Lengua, neocolonialismo
y monarquía, Quimera, 204, junio 2001, pp. 8-19. |
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Algunas direcciones útiles
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS):
http://www.cis.es/
Generalitat de Cataluña, recursos informáticos en catalán:
http://cultura.gencat.es/llengcat/informat/index.htm
Gobierno Balear, información estadística: http://www.caib.es/fcont.htm
Institut Català dEstadística (IDESCAT): http://www.idescat.es/
Institut National de la Statistique et des Études Économiques
(INSEE): http://www.insee.fr/
Instituto Nacional de Estadística (INE): http://www.ine.es/ |
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