La meta de eliminar la deforestación en Brasil hasta 2030, propuesta por el presidente Lula (PT), es algo que la ministra de Medio Ambiente Marina Silva dice ver en el horizonte.
Confiada en que el país pondrá fin a la tala de vegetación, ella se ha adelantado para crear un fondo que premie a los países poseedores de bosques tropicales preservados.
Según cálculos del Gobierno, Brasil podría recibir R$ 8 mil millones anuales con el nuevo mecanismo, denominado Fondo Bosques Tropicales Para Siempre.
"Tiene una diferencia muy interesante en cuanto al Fondo Amazonia, que es un pago por resultados. El Bosques Tropicales Para Siempre es un fondo global. El Fondo Amazonia es solo para la Amazonia", explica. "Es una forma de gratificar a quienes protegen."
La iniciativa es una de las contribuciones que el país aspira a presentar en la COP30, la conferencia climática de la ONU que se celebrará en Belém a finales de 2025. Brasil, explica Marina, también pondrá en el centro de la agenda la transición energética justa, un concepto que permea las disputas entre países ricos y en vías de desarrollo en el camino para abandonar los combustibles fósiles.
Para mejorar la respuesta a los eventos extremos, la ministra también aboga por declarar el "estado de emergencia climática" en 1.942 municipios vulnerables del país.
"Es salir de la lógica de la gestión de desastres, como tenemos actualmente, hacia la lógica de la gestión del riesgo climático", dice ella, quien elaboró el plan tras las lluvias que mataron a 65 personas en São Sebastião (SP), en el litoral norte, en 2023, y reforzó la propuesta después de la tragedia, también causada por lluvias, en Río Grande del Sur este año.
La idea es que estas ciudades tengan acceso a recursos para realizar obras de adaptación y tomar medidas preventivas.