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Que el cuidado de los hijos no afecte su salud mental

Procurar la seguridad familiar es un reto para padres y madres. Diálogo y confianza son fundamentales.

  • Que el cuidado de los hijos no afecte su salud mental
16 de junio de 2024
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Ser papá hoy no es un asunto sencillo. No lo es con las noticias frecuentes, en redes sociales, periódicos y noticieros sobre hechos en los que niños o niñas han sufrido violencia o abusos, incluso, en espacios considerados seguros. Los informes oficiales son alarmantes hasta comprometer la salud mental: por ejemplo, el Instituto Nacional de Medicina Legal reveló que en 2023 se practicaron 13.397 exámenes por presunto abuso sexual a niños y niñas entre 10 y 17 años. También el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar reportó más de 1.700 ingresos de menores de 18 años a procesos para restablecer sus derechos entre 2019 y 2023.

El mensaje ante ese panorama de riesgo y los casos denunciados en los medios comunicación es ‘pudo pasarle a mi hijo o a mi hija’. Y para muchos padres siguen horas y días de perturbación, zozobra e incluso paranoia frente a la seguridad y el bienestar de los hijos.

Recomendaciones de Unicef para una paternidad activa

·Ser partícipe del cuidado diario, la crianza y la estimulación de los hijos o hijas.

· Ser corresponsable de la crianza, compartiendo con la mamá las tareas domésticas y cuidados como: alimentar,
vestir, pasear, hacer dormir, jugar, bañar y enseñar.

· Estimular su desarrollo en cada etapa de su vida.

· Tener una relación afectuosa e incondicional.

· Criar de manera respetuosa, poniendo límites con buen trato.

· Apoyar el proceso educativo, principalmente en aquellos aspectos que se les hace más difíciles.

· Establecer una relación basada en la confianza, para que pueda recurrir a ti siempre que lo necesite.

· Compartir instancias y actividades que sean importantes para tu hijo o hija.

· Dar el ejemplo con prácticas y acciones positivas para su bienestar y desarrollo.

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Diálogo y confianza

Según el coordinador del pregrado de Psicología de la Universidad de Medellín, Esteban Rivera, muchas de estas preocupaciones vienen del desconcierto por no tener información suficiente de los hijos, lo que afecta la tranquilidad y plantea retos, incluso de convivencia.

“La intranquilidad conlleva a la especulación. Por ejemplo, si el hijo va a donde el amigo y quedó de llamar, pero no lo hizo, crea un vacío”, explica el experto. Agrega que esas sensaciones perturbadoras se mitigan con la confianza: “se le debe dar información a los hijos, crearles las condiciones para que nos cuenten todo, alejado de cualquier sentimiento de culpa. Que tengan elementos de protección y autocuidado”.

Y es que, precisamente, el tiempo compartido con hijos e hijas fortalece la confianza y genera un vínculo que disminuye sentimientos como la frustración. Así lo recalca Karla Espinoza, sicóloga de la Comisaría de Familia de Caucasia, que trabaja hace varios años con padres y madres en la crianza positiva: “Hablar con los hijos, incluso de temas difíciles como la sexualidad o el consumo de alucinógenos, reduce los niveles de ansiedad de los padres. Por eso hay que sembrar la semilla de la confianza, del diálogo”.

Esta experta recomienda a los padres crear tiempo de calidad con sus hijos e hijas, con hábitos como leerles cuentos, jugar, ver juntos una serie de televisión o proponer una “hora de abrazos”, un momento del día para estrecharse y expresar el amor.

Hagamos hogares felices

Prepararse como padres para una crianza sana, mediada por buen trato, diálogo, armonía y felicidad posibilita educar a partir de la confianza. Anny de Trujillo, socióloga, magíster en Asesoría Familiar y coach, afirma que un ambiente de comprensión y cariño, en donde los adolescentes puedan contar con tranquilidad que se enamoraron, que les ofrecieron drogas o su primera relación sexual, evita inseguridades en los padres.

“Es dándoles confianza, advirtiéndoles sobre los riesgos, invitándoles a saber decir no, a tener criterio para salir de un lugar cuando perciban peligro o no quieran estar que los padres alcanzan la confianza suficiente que les dé tranquilidad y los libre de sensaciones de malestar, ansiedades y temores que puedan ser agobiantes”, explica.

La experta agrega que la mejor crianza también va de la mano con la autoridad. Incluso, enfatiza que esta representa el amor más grande: “Autoridad no es mandar, es crecer en hábitos, responsabilidad, afectividad, en el respeto a sus padres, al hogar”.

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Comprender y no juzgar

La estructura de los hogares de la actualidad es muy diferente a los de hace cuatro décadas o más. Tener uno o dos hijos como máximo concentra la atención y el instinto de protección paterno.

Cristóbal Ovidio Muñoz, sicólogo, magíster en Desarrollo Humano, doctor en Epidemiología y docente de la Universidad CES, agrega que las transformaciones sociales han impactado la crianza y hoy no tenemos la estructura familiar donde ser papá o mamá implicaba funciones distintas para cada caso. Ahora cooperan, tratando de desarrollar el máximo potencial de sus hijos.

“La primera tarea de los padres es reconfigurar lo que significa cuidado, amor, protección, seguridad y acompañamiento a nuestros hijos. Históricamente se podía reducir a la proveeduría, seguridad, protección y control, pero hoy priorizamos, afortunadamente, el desarrollo emocional, el cuidado de la salud y bienestar de nuestros hijos”, dice Muñoz.

Pero, ¿cómo sobrellevar una situación agobiante, de preocupación o tristeza de un padre por sus hijos con una actitud comprensiva? Para el sicólogo Esteban Rivera la respuesta está en aceptar la realidad de los riesgos que hoy tienen los hijos sin caer en la paranoia y la desesperación.

“Para cuidar la salud de los padres de familia, lo primero que debemos hacer es validar los sentimientos. Nunca subestimar o normalizar actitudes que puedan hacer sentir culpables a alguno de los dos. Ser comprensivos y tener claro que ese tipo de sensaciones no hacen a la madre o al padre unos enfermos”, destaca Rivera. “Con todo y esas emociones perturbadoras, siempre debemos tener muy presente que el cuidado de los hijos no debe generar malestar. Es, sin duda, una profunda alegría propiciadora de paz”.

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