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Por Jorge Andrés Rico Z. - [email protected]
Esto conlleva a que el ser humano asuma su responsabilidad sobre el uso que le brinda y cómo la utiliza en el aula como herramienta para la búsqueda de solución de problemas.
Por Jorge Andrés Rico Z. - [email protected]
La educación es uno de los temas que constantemente me genera inquietudes, entre algunas cosas, porque he sido parte de su ecosistema, desde diferentes roles: en la mediación, tutoría, docencia, liderazgo, gestión administrativa y académica. Sin duda, uno de los aspectos que hoy despiertan atención, es el papel de la Inteligencia Artificial (IA) en el proceso y el entorno educativo, en los diferentes públicos y tipos de educación.
La IA es un recurso que debe servir para el aprovechamiento del ser humano, porque, de hecho, del ser humano nace. De tal forma, la pregunta que considero necesaria es: ¿cuál es el papel del ser humano ante el avance y desarrollo de la IA? Esto conlleva a que el ser humano asuma su responsabilidad sobre el uso que le brinda y cómo la utiliza en el aula de clase como herramienta para la búsqueda de solución de problemas. Se requiere al ser humano en constante formación y gestión propia, crítica y reflexiva que sea capaz de utilizar aquellos avances tecnológicos que surjan en el camino, humanizando y configurando acciones responsables, en este caso, en la educación.
Los autores de Artificial. La nueva inteligencia y el contorno de lo humano, Mariano Sigman y Santiago Bilinkis, indican que aprender no es un rasgo solo de la especie humana, aunque lo creamos, pero en realidad, es un factor que se extiende al mundo animal y a la IA, la cual ha aprendido por ejemplo a hablar con un estilo interesante y trascendental, pero sin saber o tener idea de lo que está diciendo. Y destacan que si bien, aprender no es un aspecto único del ser humano, lo que sí nos destaca y es menos común, es la habilidad que tenemos como especie humana para enseñar, para masificar el conocimiento.
De esta forma, propongo dos elementos complejos y fundamentales que debe fortalecer el ser humano, para el liderazgo en el sector educativo: la enseñanza y la empatía. Complejos, porque requieren de constante práctica, análisis de contextos y aceptación de las responsabilidades propias. Lo fundamental está en que ambos aspectos, son propios de la humanización necesaria en el uso de la IA. Tanto, enseñar y empatizar son actos que parten y se retroalimentan de la escucha activa y asertiva.
Aunque la enseñanza parezca un acto normal de la educación, debe diferenciarse de brindar información magistralmente. La enseñanza es un proceso de gestión, tutoría, mediación y liderazgo en el espacio educativo, en donde se actúa desde la razón y la emoción, la empatía y la compasión, la responsabilidad de todos los actores, la disciplina y la conversación. Enseñar requiere conversar, como una forma de consolidar habilidades de relacionamiento, argumentación, aceptación a la diferencia y criticidad.
A más avances tecnológicos, más son los retos del ser humano en su proceso de formación integral. La IA funciona entre otras cosas, porque cuenta con información, que tiene la capacidad de segmentar y organizar. La UNESCO habla del enfoque de la IA centrada en el ser humano, por su parte, la educación y todo su ecosistema debe aprovechar los insumos que ésta le provee para aportar a las metodologías y procesos de construcción y análisis de las comunidades en cuanto a fenómenos y realidades, pero sin perder de vista que aún hay brechas estructurales que se deben solucionar, por ejemplo, las competencias de lecto-escritura, el fortalecimiento del pensamiento crítico, el acceso a la educación, la conectividad o la calidad educativa centrada en la formación integral.