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Diferencia entre revisiones de «Falacia del hombre de paja»

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* Respeto sus costumbres, no estoy en contra de ellas, pero prefiero mi estilo de vida.
* Respeto sus costumbres, no estoy en contra de ellas, pero prefiero mi estilo de vida.
* No digo que se obligue a los alumnos a peregrinar el próximo sábado, solo propongo la actividad para quienes estén interesados.
* No digo que se obligue a los alumnos a peregrinar el próximo sábado, solo propongo la actividad para quienes estén interesados.
* Jorge que repita un argumento una y otra vez no lo hace válido en ningún contexto.


== Referencias ==
== Referencias ==

Revisión del 22:26 17 abr 2018

Falacias
Si no miras de cerca, confundirás al espantapájaros con la postura real.

La falacia del hombre de paja o del espantapájaros es una falacia que consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de sus palabras (del oponente) para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico.[1]​ El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Del mismo modo, el argumentador no combate los argumentos contrarios, sino una imitación falsa y vulnerable de los mismos (el «hombre de paja») a fin de dar la ilusión de vencerlos con facilidad.

Ejemplos

A: Creo que es malo que los adolescentes vayan solos de vacaciones.
B (refutación falaz): Obligar a nuestros hijos a quedarse encerrados en casa es perjudicial para su desarrollo emocional.

El argumento de A en ningún momento propuso que los adolescentes debían quedarse encerrados en sus casas.

A: "Los científicos suponen que los seres vivos se formaron juntos por casualidad".

Según Sagan, esa formulación, fácilmente vulnerable por un crítico, “ignora deliberadamente la principal idea darwiniana: que la naturaleza avanza conservando lo que funciona y descartando lo que no”.[1]

Aclaración

Para evitar objeciones a partir de ideas del hablante que puedan ser malinterpretadas, es recomendable anticiparse a esas objeciones (en especial si el hablante sospecha que sus palabras puedan ser usadas malintencionadamente en su contra):

  • Me parece una muy buena idea que nuestros hijos vayan de campamento, pero por su seguridad deben ir acompañados de algunos adultos (o sea, no estoy en contra del viaje, sino de que vayan solos).
  • Respeto sus costumbres, no estoy en contra de ellas, pero prefiero mi estilo de vida.
  • No digo que se obligue a los alumnos a peregrinar el próximo sábado, solo propongo la actividad para quienes estén interesados.

Referencias

  1. a b Sagan, Carl (1997). El mundo y sus demonios. Barcelona: Planeta. ISBN 84-08-02043-9. 

Véase también