Le Nozze Di Figaro de Verdad
Le Nozze Di Figaro de Verdad
Le Nozze Di Figaro de Verdad
- Mírame
querido Fígaro,
- diez...
- mírame
querido Fígaro...
- ...veinte…
- ... mira...
- ...treinta...
- ... mira,
mira mi velo...
- treinta y seis...
- ... mira,
mira mi velo...
- ... cuarenta y tres.
- ...mira
querido Fígaro,
mira mi velo.
Sí, corazón mío,
está bellísimo,
… en verdad
parece hecho para ti.
- Mira...
- Sí, mi amor…
En esta mañana de
nuestra boda,
qué dulce es para mí
tierno esposo..
este bonito velo
gracioso
que se ha hecho la
propia Susana.
¿Qué estás midiendo
querido Figarito?
Miro si la cama que
nos regala el Conde
… quedará bien en
este lugar.
¿En este espacio?
¡Cierto! nos la cede
gentilmente el
patrón.
Por mí, puedes
quedártelo.
Y ¿por qué razón?
La razón la tengo
aquí.
Y ¿por qué no te
gusta?
Porque no quiero;
¿eres mi siervo o no?
Pero, no entiendo
por qué te desagrada
la más cómoda
habitación del palacio.
Porque yo soy
Susana y tú eres
bobo.
Gracias, menos
elogios!
... vamos, dime
si podríamos estar
mejor en otro lugar.
Si acaso la Señora,
de noche te llama,
¡Din-din!
¡Din-din!; en dos
pasos allí estarás
Si acaso luego
me llama el patrón,
¡Don-don!
¡Don-don!; en tres
saltos lo voy a servir.
Así, y si por la
mañana
el querido condesito,
el querido condesito,
¡Din-din!
Y te manda
tres leguas de aquí.
¡Din-din!
¡Don-don!
¡Don-don!; y a mi
puerta el diablo
viene,
y así en tres saltos...
estará
Susana, despacio,
despacio...
- Y aquí… en tres
saltos…
- Despacio,
despacio…
- ¡Escucha!
- Vamos, rápido...
Si quieres escuchar
el resto,
deja de lado tus
sospechas que me
enreden a mí,
Quiero escuchar el
resto…
las dudas,
las sospechas
me hielan la sangre.
- las sospechas
me hielan la sangre…
Pues bien,
escucha y calla.
Habla, ¿qué hay de
nuevo?
El señor conde
cansado de andar
cazando las forasteras
bellezas extranjeras,
quiere otra vez
en el castillo
probar suerte.
pero no es su mujer
quien desata su
apetito.
- ¿Y quién es, pues?
- Tu Susanita
- ¿Tú?
- La misma.
y tiene la esperanza,
que para su noble
proyecto utilísima le sea
tal cercanía.
¡Bravo! sigamos
adelante.
Éstos son sus favores,
esto es lo mucho que él
se preocupa por ti, por tu
futura esposa.
- ¡Vaya! ¡Qué
caridad más
descarada!
- Cálmate; ahora
viene lo mejor:
Don Basilio,
mi maestro de canto
y su alcahuete
oficioso,
al darme la lección
me repite cada día
esta canción.
¡Quién! ¿Basilio?
¡Qué sinvergüenza!
¿Y tú creías
que la dote nos la
daba por tu cara
bonita?
Casi lo creo..
Él la destina
para obtener de mí
ciertas medias horas...
que el derecho feudal,
¡Cómo! En estos
tiempos, ¿no lo ha
abolido ya el conde?
Sí pero ahora está
arrepentido y parece
que quiere recuperarlo
conmigo.
¡Bravo! me gusta,
¡querido señor conde!
con que nos queremos
divertir: lo tendrás.
¿Quién llama?
La condesa.
Adiós, adiós...
Fígaro, hermoso...
- Valor, tesoro mío.
- ¡Qué buena
esposa!
¡Pase, quede servida
distinguida señora!
¡No soy tan atrevida,
señora picante!
- No, primero le toca
a usted.
- ¡Venga, estate
quieta!
En recompensa
esta cancioncita mía
te voy a dar.
¿Y qué debo hacer
con ella?
Léesela al ama,
léela tú misma,
léesela a Barbarina,
a Marcelina...
léela a todas las
mujeres del palacio.
Pobre Cherubino,
¡estás completamente
loco!
Ya no sé lo que soy,
lo que hago...
unas veces soy de
fuego, otras de
hielo...
cualquier mujer me
hace cambiar de
color,
cualquier mujer me
hace palpitar.
Con sólo escuchar el
nombre de amor,
de gozo,
se me turba, se me
altera el pecho
y me obliga a hablar
de amor,
¡Un deseo…
… un deseo que no
puedo explicar!
Hablo de amor
despierto,
hablo de amor
soñando,
al agua, a la sombra,
a los montes,
a las flores, hierbas,
fuentes,
al eco, al aire
y a los vientos,
que el sonido de
mis vanos acentos
se llevan consigo.
Hablo de amor
despierto…
Y si no tengo
quien me oiga,
hablo de amor
conmigo.
¡Ah, estoy perdido!
¡Ah, ¡Qué miedo... el
conde! ¡Pobre de mí!
Susana, me pareces
agitada y confusa.
Señor... Discúlpeme,
pero... si nunca...
Aquí sorprendida...
por favor, váyase.
- Un momento te
dejo. Escucha.
- No escucho nada
Dos palabras:
tú sabes que
embajador en
Londres el rey me ha
nombrado;
y para
acompañarme
destino a Fígaro....
- Señor, si me
atreviese...
- Habla, habla,
querida,
y con el derecho
que hoy tomas sobre
mí, mientras vivas,
pide, impón, ordena.
Dejadme señor, no
tomo derecho
alguno no lo quiero
ni lo pretendo.
- ¡Ay infeliz de mí!
- ¡Dios mío!
- Sal y que no entre
nadie.
- No os escondáis.
- Calla, y procura que
se vaya.
- ¡Cielos!
Él busca a quien,
después de vos, más
le odia.
Veamos cómo me
sirve.
Yo no he oído decir
jamás en la moral
que el que ama a la
mujer, odie al
marido.
Porque el conde os
ama...
Salid, vil ministro
del desenfreno de
otros.
¡Yo no necesito
de vuestra moral,
ni del conde, ni de su
amor!...
No hay ningún mal.
Cada cual tiene sus
“gustos”:
Yo creía
que debías preferir
tener por amante,
como hacen todas,
a un señor liberal,
prudente y sabio,
antes que a un
jovenzuelo, a un
paje...
antes que a un
jovenzuelo, a un
paje...
¿A Cherubino?
¡A Cherubino!
al querubín de amor
que hoy al amanecer
rondaba por aquí
para entrar...
¡Hombre maligno,
eso es una ofensa!
¿Es un maligno con
vos quien tiene los
ojos en la cara?
¿Y esa cancioncita?,
decidme en
confianza,
yo soy amigo y no
diré nada, a nadie,
¿es para vos?
¿para la señora...?
¿Quién diablos se lo
ha dicho?
A propósito, hija
mía, instruidle
mejor.
Él la mira en la mesa
frecuentemente y con
tal inmodestia
que si el conde se
enterase...
en estos asuntos,
ya sabéis que él es
un bestia...
¡Desalmado!
¿Y por qué andáis
vos divulgando tales
mentiras?
¡Yo! ¡Qué injusticia!
Lo que compro
yo vendo,
a aquello que todos
dicen yo no le añado
un pelo.
¡Cómo! ¿Qué dicen
todos?
- ¡Caramba!
- ¡Oh cielos!
¡Qué oigo!
Id deprisa…
y expulsad…
…al seductor.
En mal momento…
…he llegado.
¡Perdonadme,
oh señor mío!
Qué desgracia
¡Ay de mí!
Estoy oprimida por
el dolor.
- Id deprisa…
- En mal momento…
- ¡Qué desgracia…!
- y expulsad al
seductor…
- ¡Perdonadme…!
- ¡Estoy oprimida…!
Estoy oprimida
por el dolor.
- ¡Ah!, se desmaya la
pobrecita.
- ¡Cómo, oh Dios, le
late el corazón!
- Despacio,
despacito,
sobre este asiento...
¿Dónde estoy?
¿Qué veo?
¡Qué insolencia!
¡Salid!
- ¡Estamos aquí para
ayudaros...
- ¡No te turbes,
amor mío!
- está seguro vuestro
honor...
- ¡No te turbes,
amor mío!
Ah, aquello del paje
que he dicho
era sólo una
sospecha mía.
Es una artimaña,
una perfidia,
no creáis al impostor
Que se vaya,
que se vaya…
ese pequeño
mujeriego.
- ¡Pobrecito!
- ¡Que se vaya!
- ¡Pobrecito!
¡Pobrecito!
¡Pero fue
sorprendido por mí!
- ¿Cómo?
- ¿Qué?
La puerta de
tu prima
ayer encontré
cerrada,
llamo, me abre
Barbarina, asustada,
fuera de lo normal.
Yo, por su rostro
empecé a sospechar;
miro, busco por
todas partes,
y levantando
despacio, despacito,
el tapete
de la mesita
¡veo al paje!...
¡Ah, qué veo!
¡Ay, ingrato destino!
¡Ah, mejor aún!
- Honestísima
señora...
- No puede
acontecer nada
peor,
- ... ahora comprendo
de qué va.
- No puede acontecer
nada peor
- … no es ninguna
novedad.
Basilio, id
rápidamente en
busca de Fígaro:
- quiero que vea...
- ¡Qué justicia!
Os prometo cumplir
la ceremonia,
sólo pido que
esperen,
yo quiero
ante mis más fieles
y con la más rica
pompa haceros
plenamente felices.
Idos, amigos.
Jóvenes alegres…
- ¡Viva!
- ¡Viva!
- ¡Viva!
¿Y tú, no aplaudes?
Está afligido,
pobrecito,
porque el señor lo
expulsa del castillo.
¡Así, en un día tan
bello!
¡En un día de bodas!
¡Cuando todos te
admiran!
¡Perdón, mi Señor!...
- No lo mereces.
- Él es aún un
chiquillo.
Menos de lo que tú
crees.
Es verdad, falté;
pero de mis labios,
sin embargo...
Bien, bien, te
perdono;
todavía haré más:
hay un puesto
vacante de oficial en
mi regimiento;
Ya te escojo a ti…
Parte, pronto; adiós.
- ¡Oh!, hasta mañana
sólo...
No, que se vaya
enseguida.
A obedeceros, señor,
ya estoy dispuesto.
Vete, por última vez
abraza a Susana.
¡Qué inesperado
golpe!
Eh, capitán, dame
a mí también la
mano.
Quiero hablarte
antes de que te
vayas.
Adiós,
pequeño Cherubino,
¡cómo cambia en un
instante…
…tu destino!
No irás más,
mariposón amoroso
día y noche
rondando alrededor
de las bellas,
turbándoles el
reposo,
Narcisito, pequeño
Adonis del amor.
No tendrás ya esos
bellos penachos,
ese sombrero ligero
y galante,
esa cabellera, ese
aire brillante,
ese sonrosado color
femenino.
No tendrás ya…
esos penachos…
No irás más,
mariposón
amoroso…
Entre guerreros
¡voto a Baco!
Grandes mostachos,
ajustada casaca,
el fusil a la espalda,
el sable al flanco,
cuello erguido,
gesto franco,
un gran casco,
un gran turbante,
mucho honor,
poco dinero,
Y en vez del
fandango
una marcha por el
fango,
por montañas,
por valles,
con las nieves y los
grandes calores
al concierto de
trombones,
de bombardas,
de cañones
que las balas en
todos los tonos
al oído hacen silbar.
No tendrás ya…
esos penachos…
No tendrás ya…
No irás más,
mariposón
amoroso…
Cherubino a la
victoria,
a la gloria militar.
ACTO II
Concede, amor,
algún descanso
a mi dolor,
a mis suspiros.
Devuélveme
a mi tesoro
o déjame
entonces morir,
Concede, amor,
algún descanso
o déjame al menos
morir
Ven, querida Susana,
termina la historia.
Ya ha terminado.
- Entonces, ¿quiso
seducirte?
- ¡Oh!, el señor
conde
no hace cumplidos
con las mujeres de
mi rango;
para él sólo es
cuestión de dinero.
¡Ah! ¡El cruel ya no
me ama!
- Entonces, ¿por qué
está tan celoso?
- ¡Natural!
- Naturalísimo,
y si Susana quiere,
posibilísimo.
- Acaba de una vez.
- Ya he acabado.
En consecuencia,
ha decidido usarme
como mensajero,
y a Susana
como consejera
secreta de la
embajada,
y dado que Susana
rechaza el honor que
él le otorga,
amenaza con
proteger a
Marcelina;
y eso es todo.
¿Y tú tienes el valor
de tomar a broma
un asunto tan serio?
¿No te parece mejor
que lo tome así?
Éste es mi plan:
con la ayuda de
Basilio, le haré una
carta en la que,
a la hora del baile,
se concierta una cita
entre usted y su
amante.
¡Cielos! ¿Qué dices?
- ¡Con lo celoso que
es!...
Es cierto,
pero en ese caso se
opondrá Marcelina.
¡Espera!
al conde…
le haré saber
de inmediato,
que, al atardecer,
tú le estarás
esperando en el
jardín.
El pequeño
Cherubino,
siguiendo mi
consejo, aún no se
ha marchado
vestido de mujer,
ocupará tu puesto.
Ésta es la única
forma de que el
señor,
descubierto por la
señora,
se vea forzado a
hacer lo que
pretendemos.
¿Qué te parece?
Bien.
En nuestro caso...
Si podemos
persuadirlo...
Pero, ¿Disponemos
de tiempo?
El conde ha salido
de caza
y no volverá hasta
dentro de una hora.
Yo me voy
y digo a Cherubino
que venga de
inmediato.
Dejo en sus manos
el trabajo de
disfrazarlo.
- ¿Y después?
- ¿Y después?
Si quiere bailar,
señor condesito
el guitarrita
le tocaré…
Cuánto me apena,
Susana,
que ese jovencito
haya del conde las
extravagancias oído,
¡Ah, tú no sabes!...
mas, ¿por qué causa
no vino a verme?...
¿Dónde está la
cancioncita?
¿Dónde está la
cancioncita?
Hela aquí:
hagamos
que nos la cante.
Silencio,
viene gente.
Es él,
adelante, adelante
señor oficial.
¡Ah, no me llaméis
con un nombre tan
fatal!,
me recuerda
que debo dejar
a tan buena amiga...
¡Y tan bella!
Ah, sí,... cierto...
¡Hipocritón!
Venga, rápido, la
canción que esta
mañana me diste,
a la señora cántala.
- ¿Quién es el autor?
- Mirad,
tiene dos ascuas de
rubor en el rostro.
Toma mi guitarra
y acompáñale.
Yo estoy tan
tembloroso...
Pero si la señora
quiere...
Lo quiere, sí,
lo quiere,...
¡menos palabras!
Vosotras que sabéis
qué cosa es amor,
mujeres, decidme
si yo lo tengo
en el corazón.
mujeres, decidme
si yo lo tengo
en el corazón.
Aquello que
yo siento,
os diré,
es para mí nuevo,
comprenderlo no sé.
Siento un afecto
lleno de deseo
que ora es placer,
ora es martirio.
Me hielo,
y después siento
el alma inflamar,
y en un momento
me vuelvo a helar.
Busco un bien
fuera de mí,
no sé quién lo tiene,
no sé que es.
Suspiro y gimo
sin querer,
palpito y tiemblo
sin saber,
no encuentro paz
ni de noche
ni de día,
y sin embargo
me gusta
languidecer así.
Vosotras que sabéis
qué cosa es amor,
mujeres, decidme
si yo lo tengo
en el corazón,
mujeres, decidme
si yo lo tengo
en el corazón,
mujeres, decidme
si yo lo tengo
en el corazón.
¡Bravo!
¡Qué bella voz!
Yo no sabía que
cantabas tan bien.
Oh, en verdad
él hace bien todo
lo que hace.
Rápido, vamos,
bello soldado,
Fígaro le informó...
- Me lo dijo todo.
- Déjame ver:
irá muy bien;
somos de igual
estatura...
- Fuera esa capa.
- ¿Qué haces?
- No tengáis miedo.
- ¿Y si alguien
entrase?
Que entre,
¿qué mal hacemos?,
la puerta cerraré;
Pero, ¿cómo
arreglarle el cabello?
Coge un sombrero
mío del gabinete,
rápido.
¿Qué carta es esa?
- El nombramiento.
- ¡Qué diligentes!
- La recibí hace un
momento de Basilio.
- Con la prisa…
…han olvidado
ponerle el sello.
- ¿El sello de qué?
- Del nombramiento.
¡Caramba!,
¡qué prisa!
He aquí el sombrero.
Apresúrate,
está bien;
¡pobres de nosotros
si el conde viene!
Ven...,
arrodíllate....
estate quieto ahí,
Despacio, despacio,
ahora vuélvete...
¡bravo!...
va bien así....
Ahora,
enséñame la cara,
¡hola!,
¡esos ojos a mí!
Ponte bien derecho,
mírame,
la señora no está allí.
Ahora,
enséñame la cara…
mírame…
¡bravo!...
Más alto ese cuello...
esa vista un poco
más baja...
las manos bajo el
pecho...
veremos en seguida
el paso…
cuando estés de
pie…
Mirad al
bribonzuelo,
mirad cuán bello es,
qué sagaz mirada,
¡qué galanura,
qué figura!
Mirad al
bribonzuelo,
mirad cuán bello es…
Si le aman las
mujeres
tienen ciertamente
buen motivo…
¡Cuántas tonterías!
¡Pero si yo misma
estoy celosa!
¡Eh bribón!
¿Quieres dejar de
ser tan bello?
Basta de niñerías.
Ahora esas mangas
por encima del codo
le arremanga
para que más
cómodamente
el traje se le adapte.
¡Helo!
Más atrás,
así...
¿Qué cinta es esa?
- La que él me robó.
- ¿Y esta sangre?
La sangre...
yo no sé cómo...
poco antes,
resbalando...
sobre una piedra...
la piel me arañé,
y con la cinta me
vendé la herida.
Veamos...
no esta mal;
¡caramba!,
tiene el brazo más
blanco que el mío,
- pareces una
mujer...
- ¿Continúas
haciendo la loca?
Ve a mi gabinete
y coge un poco de
tafetán inglés
que está sobre el
joyero.
En cuanto a la
cinta...
verdaderamente...
por el color…
- me disgustaba
privarme de ella.
- Tomad,
¿y para atarle el
brazo?
Coge otra cinta
junto con mi vestido.
¡Ah, más pronto…
… me habría curado
con la cinta!
¿Por qué?
Esto es mejor.
Cuando una cinta...
ha ceñido la
cabellera...
- de objeto tan...
- ... extraño,
es bueno para las
heridas,
¿no es verdad?
¡Mirad qué cualidad
que yo no sabía!
La señora bromea…
- …y yo debo
marcharme.
- ¡Pobrecito!
¡Qué desventura!
- ¡Oh infeliz de mí!
- Ahora llora...
- Oh cielos!
¡Por qué no me
dejáis morir!
Quizá cerca del
último momento
esta boca osaría...
Sed prudente.
¿Qué locura es esta?
¿Quién llama
a mi puerta?
¿Por qué está
cerrada?
¡Mi esposo!
¡Oh Dios!
muerta estoy.
¡Vos aquí, sin capa!
¡En este estado!
La nota recibida...
sus grandes celos...
- ¿Por qué tardáis?
- Estoy sola...,
sí... sola...
- ¿Y a quién habláis?
- A vos...
ciertamente...
a vos mismo...
Después de lo
sucedido, su furor...
¡no encuentro
otra solución!
¡Me defienda el cielo
en tal peligro!
¡Qué novedad!
no fue nunca
vuestra costumbre
- encerraros en la
habitación.
- Es verdad,
pero yo...
- estaba aquí
poniendo...
- Vamos,
¿poniendo?...
...algunos vestidos...
estaba conmigo
Susana
que luego se ha ido a
su habitación.
De cualquier modo,
vos no estáis
tranquila;
¡mirad esa nota!
¡Dioses!¡Es la nota
que Fígaro le
escribió!...
¿Qué estrépito
es ése?
Algo ha caído
en el gabinete.
Yo no he oído nada.
Pues será que
tenéis muchas
preocupaciones
en la mente.
- ¿De qué?
- A vos lo pregunto...
yo llego en este
momento.
Ah, sí,
Susana...
precisamente...
Me dijisteis que pasó
- a su habitación.
- A su habitación
o ahí,
- no lo vi bien...
- ¡Susana!
¿Y por qué motivo
estáis tan turbada?
- Por mi camarera
- Yo no sé nada,
- Pero turbada al fin
y al cabo...
- ¿A qué se debe
esta pelea?
- …ella no
puede salir.
- Lo impide,
lo impide…
la honestidad.
Un traje de novia
se está ella
probando,
Clarísima está
la cosa,
- el amante aquí
estará.
- qué pasará…
- cómo va…
¡Juicio!
¡Oh, cielos!
- un escándalo,
un desorden
- ¡Consorte mío/mía,
juicio!
- un precipicio,
un escándalo
- un escándalo,
un desorden
- evitemos,
por caridad.
- aquí, ciertamente
nacerá.
- por caridad…
Entonces, ¿no abrís?
¿Y por qué debo
mis habitaciones
abrir?
Bien, dejad...
abriremos sin
llaves...
- ¡Eh, gente!
- ¿Cómo?
¿pondríais en peligro
el honor de una
dama?
Es verdad,
me equivoco
puedo sin ruido,
sin escándalo alguno
para nuestra gente,
ir yo mismo
a coger lo necesario.
Aguardad aquí...
pero, para que en
todo quede mi duda
destruida
antes, cerraré las
puertas.
¡Qué imprudencia!
Vos tendréis la
condescendencia
de venir conmigo,
señora,
he aquí el brazo
¡Vamos!
Susana estará ahí
hasta que volvamos.
Abre, rápido, abre,
abre soy Susana;
rápido,
sal de ahí, ven,
y vete rápido
de aquí...
¡Ay de mí, qué
horrible escena!
¡Qué gran fatalidad!
- Vete rápido
- ¡Déjame!
- detente, por
piedad!
- ¡Déjame!
Antes de dañarla,
al fuego me lanzaría.
Te abrazo a ti
por ella,
¡Adiós!
¡Así se hace!
¡Va a perecer,
oh Dios!
¡Deténte,
por piedad!
¡Oh, mira el diablillo
cómo huye!
Está ya a una legua.
Pero no perdamos
el tiempo,
entremos en el
gabinete.
Que venga ahora
ese charlatán,
yo aquí le espero.
Todo está como
lo dejé.
Queréis
abrir vos misma
- o debo...
- ¡Ay de mí!
Deteneos
y escuchadme un
momento.
¿Me creéis capaz
- de faltar al deber?
- Como gustéis.
Quiero ver quién
está encerrado
dentro de este
gabinete
Sí, lo veréis.
¡Susana!
¡Señor!
¿A qué se debe
tanto estupor?
¡El puñal coged,
matad al paje!
Al paje mal nacido
vedlo aquí.
¡Qué
descubrimiento!
- ¿Qué historia es
ésta?
- La cabeza…
- Confusa…
- ¡Susana
- dando vueltas…
- tienen la cabeza…
- está ahí!
- dando vueltas…
- ¡No saben
de qué va!
- Confusa…
- ¿Qué historia…
- ¡Qué
descubrimiento…!
- Confusa…
- Susana?
- …dando vueltas
¿Estáis sola?
Mirad, aquí
escondido estará...
Miremos…
Miremos, aquí
escondido estará.
Susana,
estoy muerta,
el aliento me falta.
Estad contenta,
tranquila,
a salvo está ya.
¡Me equivoqué
en todo!
Apenas lo creo,
si injustamente
os ofendí,
perdón os pido,
pero, semejante
burla
es una crueldad.
Vuestras locuras
no merecen piedad.
¡Yo os amo!
¡De veras!
¡Os lo juro!
¡Mentís!
Soy la impía,
la infiel
que siempre os
engaña.
Esa ira, Susana,
ayúdame a calmar.
Así se condena a
quien puede
sospechar.
¿La lealtad
de un alma
amante
debía esperar
una recompensa
tan amarga?
Esa ira, Susana…
¡Señora!
¡Rosina!
¡Cruel!
¡Ya no soy ésa!,
sino el mísero objeto
de vuestro
abandono
- que os complacéis
en hacer desesperar.
- Confuso,
- Confuso…
- Cruel…
- Arrepentido…
- cruel…
- bastante
castigado…
- sufrir tanto…
- bastante
castigado…
- esta alma no sabe.
- tened piedad.
¿Pero y esa nota
tan cruel?...
De Fígaro es la nota
y a vos por Basilio...
¡Ah!, ¡pérfidos!,
yo quiero...
Perdón no merece
quien a los otros
no lo da.
Y bien, si os place
haremos las paces:
Rosina inflexible
conmigo no será.
¡Ah, Susana,
cuán blanda
soy de corazón!
En el furor de
las mujeres,
¿quién creerá ya?
Con los hombres,
señora,
dad las vueltas que
queráis
y veréis que siempre
se acaba cayendo en
lo mismo.
¡Miradme!
¡Ingrato!
He sido injusto,
y me arrepiento.
- Desde este
momento,
- esta alma a
conoceros aprender
podrá…
Señores, fuera
están ya los músicos,
las trompetas
escuchad,
los pífanos oíd,
entre cantos, entre
bailes de nuestros
vasallos,
¡corramos,
queremos las bodas
celebrar!
Despacio, despacio,
menos prisas.
La turba me espera.
Despacio, despacio,
menos prisas.
Antes de partir,
sacadme de dudas.
La cosa es
escabrosa...
- ¿Cómo ha…
- conviene aquí
descubrir.
¿Sabéis,
señor Fígaro,
esta nota quién la
escribió?
¡No la conozco ...
- ¿No la conoces?
- No
¿Y no la diste a
Don Basilio?...
...¿para llevarla?...
Nos entiendes
¡Caramba, caramba!
Y no sabes que el
galancete...
...que esta noche en
el jardín...
¿Ya entiendes?...
Yo no lo sé.
Buscas en vano
defensa y excusa,
tu rostro te acusa ya.
Veo claro que
quieres mentir.
Miente el rostro,
yo ya no miento,
El talento agudizas
en vano:
- hemos descubierto
el misterio
- Miente el rostro,
yo ya no miento,
- no hay nada que
contar.
¿Qué respondes?
¡Nada, nada!
Entonces,
¿de acuerdo?
No estoy de acuerdo
Venga, tranquilízate,
necio,
la broma ha de
terminar.
Para terminarla
felizmente
y a la usanza teatral,
una escena
matrimonial
le haremos
ahora seguir.
- Oh señor,
no os opongáis,
- consolad sus
deseos...
- Oh señor,
no os opongáis,
- Marcelina,
Marcelina,
- consolad sus
deseos...
- ¡cuánto tardas en
comparecer!
¡Ah, señor, señor!
¿Qué ha sucedido?
¡Qué insolencia!
¿Quién lo hizo?
¿Quién ha sido?
- ¿Qué dices,
qué tienes,
qué ha sucedido?
- ¡Escuchen!
- ¡Venga, habla
pronto!
Por el balcón que
mira al jardín,
mil cosas cada día
arrojar veo,
y hace poco, ¿puede
suceder algo peor?,
vi a un hombre,
señor mío,
tirarse abajo.
¿Desde el balcón?
¡Mirad los claveles!
- ¿Al jardín?
- Sí
¡Fígaro alerta!
¡Qué oigo!
Este hombre nos
desconcierta,
¿ese borracho qué
viene a hacer aquí?
¡Conque un hombre!
Pero, ¿dónde está?
¿dónde ha ido?
El bribón huyó,
rápido, rápido
y de vista lo perdí.
Sabes que el paje...
Lo sé todo, lo vi.
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!
¡Calla!
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!
- ¿De qué te ríes?
- No, no lo vi
- ¡Fígaro! ¡Escucha!
- ¿No lo viste?
- No, no lo vi
Venga llorón,
calla de una vez.
¡Por tres perras
tanto tumulto!
Ya que el hecho no
puede ocultarse,
yo mismo salté
por ahí.
- ¿Quién?,
¿tú mismo?
- ¡Qué cabeza, qué
ingenio!
- No hay de qué
asombrarse
- ¿Quién?,
¿tú mismo?
- ¡Qué cabeza, qué
ingenio!
- No hay de qué
asombrarse
No lo puedo creer.
¿Cómo te has
vuelto tan grueso?
No lo puedo creer.
- No puedo…
- A mí me pareció el
muchacho.
¿Cherubino?
- ¡Maldito!
¡Maldito!
Eso es, ha venido a
caballo de Sevilla,
de Sevilla hacia
donde él se fue.
Eso no, eso no,
que al caballo
yo no lo vi saltar.
¡Qué paciencia!
¿Cómo?...
- ¡Terminemos
la fiesta!
- Justo cielo,
¿acabará esto?
Entonces tú...
Salté abajo.
Pero ¿por qué?
El temor...
¿Qué temor?
Allá encerrado
esperando esa
querida carita...
toc, toc, escuché un
ruido fuera de lo
habitual...
vos gritasteis...
la nota escrita...
salté abajo por el
temor confundido...
y me he torcido un
nervio del pie.
- ¿Tuyos, entonces,
serán estos papeles
que perdiste?
- ¡Alto ahí!,
¡dámelos a mí!
¡Ha caído en la
trampa!
¡Fígaro, alerta!
Decid, veamos,
¿este papel qué es?
Enseguida,
enseguida,
tengo tantos...
¡Esperad!
¿Será quizá la lista
de las deudas?
No, la lista de los
taberneros
¡Habla!
Y tú ¡déjalo!
- ¡Déjalo!
- Y vete.
- Me voy, sí, pero
si vuelvo a
encontrarte...
- ¡Déjalo!
- Vete, vete, no te
temo.
- ¡Déjalo!
- Me voy, sí, pero
si vuelvo a
encontrarte...
- ¡Déjalo!
¿Entonces?...
- ¡Oh cielos!
¡el nombramiento del paje!
- ¿Entonces?...
- ¡Valor!
¡Ah, qué cabeza!
Éste es el
nombramiento que
poco antes el
muchacho me dio.
que poco antes el
muchacho me dio.
¿Para qué?
Le falta...
¿Le falta?...
- ¡El sello!
¡Responde!
Es la costumbre...
¡Venga!,
¿te confundes?
Es la costumbre
ponerle el sello.
Este bribón
me saca de quicio.
- Si me salvo de esta
tempestad,
- Me siento
consolado…
- ¿qué remedio
encontrar?...
Son tres estúpidos,
tres locos
¿qué vienen
a hacer aquí?
Despacio, despacio,
sin alborotos,
diga cada cual lo que
le apetezca.
Un compromiso
nupcial tiene ese
hombre conmigo
contraído
y pretendo que ese
compromiso,
conmigo deba
cumplir.
- ¡Cómo!, ¡cómo!
¡Alto ahí! ¡Silencio!
Yo estoy aquí
para juzgar.
Yo, nombrado
abogado suyo, vengo
a llevar su defensa;
las legítimas
pretensiones aquí
vengo a manifestar.
- ¡Es un bribón!
¡Alto ahí! ¡Silencio!
Yo estoy aquí
para juzgar.
Yo, como hombre
de todos conocido
vengo aquí para
testimoniar del
prometido matrimonio
con préstamo de
dinero.
- ¡Son tres locos!
¡Alto ahí! ¡Silencio!
El contrato leeremos,
todo en orden
debe quedar.
- ¡Estoy confusa/o,
estoy aturdida/o!
- ¡Qué buen golpe,
qué bonito caso!
- ¡Desesperada/o,
asombrada/o!
- ¡Qué buen palmo
de narices!
- Seguro que algún
diablo del infierno…
- ¡Alguna deidad
propicia…
- hasta aquí nos ha
guiado…
- ¡Estoy confusa,
estoy aturdida…!
- nos ha guiado hasta
aquí…
ACTO III
¡Qué embrollo
es este!
Una carta anónima..
la criada en el
gabinete encerrada...
la señora confusa...
un hombre que salta
por el balcón al
jardín...
Otro que dice ser él
quien lo hizo...
No sé qué pensar:
¿Podría quizá alguno
de mis vasallos?...
este tipo de gente
tiene en común la
audacia.
Pero la condesa...
¡que una duda la
ofenda!
Ella se respeta
demasiado a sí
misma,
y mi honor...
el honor...
¡A dónde lo ha
llevado el humano
error!
Venga, anímate,
dile que te espere
en el jardín.
Sabré si Cherubino
estaba en Sevilla,
para tal fin he
enviado a Basilio...
¡Oh cielos!
¿Y Fígaro?...
No debes decirle
nada, en tu lugar
quiero ir yo misma.
Al anochecer
deberá regresar...
- ¡Oh Dios!, no me
atrevo...
- No, no,
… os lo podéis
quedar.
¿Para mí?
Estos no son males
de mujeres
corrientes.
Una novia que pierde
a su querido esposo
a punto de
obtenerlo...
Pagando a Marcelina
con la dote…
… que vos me
prometisteis...
¿Que yo os prometí?
¿Cuándo?
- Creí haberlo
comprendido...
- Sí…
… si hubieses querido
comprenderme tú.
Es mi deber…
y el deseo de su
Excelencia.
es mi deseo.
¡Cruel! ¿Por qué
hasta ahora
me has hecho
languidecer así?
¿Por qué?
¡Cruel!
¿…me has hecho
languidecer así?
Señor, la mujer
siempre
tiene tiempo
de decir que sí.
¿Entonces, irás al
jardín?
Si os complace, iré.
¿Y no me fallarás?
No, no, no os fallaré.
- ¿Irás?
- Sí
- ¿No fallarás?
- No
¿No fallarás?
No os fallaré.
Me siento de tan
contento
lleno de alegría el
corazón.
- Excusadme si miento,
vos que entendéis de
amor.
- Me siento de tan
contento…
- …vos que entendéis
de amor.
- … lleno de alegría el
corazón.
¿Entonces, irás al
jardín…?
¿Y por qué fuiste
conmigo, esta
mañana, tan severa?
En presencia del
paje...
Y con Basilio,
que por mí te habló...
Pero, que necesidad
hay de que Basilio...
Es verdad, es verdad,
y me propongo
luego...
si tú fallas,
corazón mío...
pero la condesa
espera el frasquito.
Fue sólo un pretexto.
Y no habría hablado
sin ello.
- ¡Queridísima!
- Viene gente.
- Ya es mía, seguro.
- Limpiaos la boca,
señor pícaro.
- ¡Eh, Susana!, ¿a
dónde vas?
- Calla.
Sin abogado has
ganado ya la causa.
¿Qué ha sucedido?
“¿Ya has ganado
la causa?"
¿Qué oigo?
¿en qué trampa caía?
¡Pérfidos!
Yo quiero...
Yo quiero... de tal
modo castigaros...
a mi gusto
la sentencia será...
¿Pero si él pagase…
… a la vieja
pretendiente?
¿Pagarla?
¿de qué manera?
Y después está
Antonio
que a ese expósito de
Fígaro le niega…
a su sobrina en
matrimonio.
Cultivando el orgullo
de este mentecato,
todo ayuda a la
artimaña...
El golpe está hecho.
¿Veré, mientras
yo suspiro,
feliz a un siervo mío?
Y un bien que,
en vano deseo,
¿él deberá poseer?
¿Veré por mano
del amor
unida a un vil sujeto,
a quién en mí
suscitó un afecto
y que por mí
no lo siente?
¿Veré, mientras
yo suspiro…
¡Ah no!,
dejarte en paz,
¡no deseo esta
felicidad!
tú no naciste, audaz,
para darme
tormento,
y también quizá
para reírte,
para reírte de mi
desdicha.
Ya la sola esperanza
de mi venganza
consuela a mi alma
y la llena de júbilo...
¡Ah no!,
dejarte en paz,
¡no deseo esta
felicidad!
tú no naciste, audaz,
para darme
tormento,
y también quizá
para reírte,
para reírte de mi
desdicha.
Ya la sola esperanza
de mi venganza
consuela a mi alma
y la llena de júbilo...
Está decidido
el pleito,
o pagarle o
desposarla.
Ahora callad.
- ¡Ya respiro!
- ¡Y yo muero!
Al fin esposa seré
de un hombre
que adoro.
Excelencia,
yo apelo...
Es justa la sentencia,
o pagar o casarse
con ella. ¡Bravo Don
Curzio!
o pagar o casarse
con ella. ¡Bravo Don
Curzio!
¡Benevolencia de
su Excelencia!
- ¡Qué magnifica
sentencia!
- Yo no me casaré
con ella.
- Lo harás.
- O pagarle
o desposarla.
- Te prestó dos mil
duros.
- Soy un
gentilhombre…
y sin el
consentimiento de
mis nobles padres...
¿Dónde están?,
¿quiénes son?
Dejadme todavía
buscarlos,
hace diez años que
espero encontrarlos.
- ¿Acaso sois un niño
abandonado?...
- ¿Qué?
- ¿Y las pruebas?
- ¿Y el testimonio?
El oro, las joyas
y los bordados paños
que en los más
tiernos años
me encontraron
puestos los bandidos
son los indicios
verdaderos
me encontraron
puestos los bandidos
son los indicios
verdaderos
de mi nacimiento
ilustre;
y sobre todo, este
tatuaje en mi brazo
impreso...
¿Una espátula
impresa en el brazo
derecho?
¿Y a vos quién
os lo ha dicho?
¡Oh Dios!
¡es él!
- Es verdad, soy yo.
- ¿Quién?
¡Rafael!
¿Y los ladrones te
raptaron…?
Cerca de un castillo.
He aquí a tu madre.
- ¿Nodriza?
- No, tu madre.
- ¿Su madre?
¡Qué oigo!
He aquí a tu padre.
Reconoce en
este abrazo
a una madre,
amado hijo.
Padre mío,
haced lo mismo,
no me hagáis
sonrojar más.
La conciencia
no me deja
resistir a tu deseo.
- ¡Él su padre…
- Estoy
desorientado…
- …ella su madre!
- …estoy aturdido,
- La boda no puede
hacerse.
- ¡Él su padre…
- ¡Hijo amado!
- …ella su madre!
- …estoy aturdido…
- ¡Queridos padres!
¡Alto, alto!
Señor conde,
mil doblones tengo
aquí preparados,
a pagar vengo
por Fígaro
y a ponerlo en
libertad.
- No sabemos lo que
pasa…
- ¡Hijo amado!
- ¡Queridos padres!
- … observad un poco
allá
- ¡Hijo amado!
- ¡Queridos padres!
¿Ya estás de acuerdo
con la esposa?
¡Justos dioses,
qué infidelidad!
¡Deja, malvado!
¡No quédate!
Escucha…
¡oh querida!
¡Escucha ésta!
- Es un efecto…
- Tiemblo, desvarío
del furor…
- de su buen corazón…
- Tiemblo…
- el destino me la
juega…
- es todo amor lo que
ella hace…
- Tiemblo, desvarío
del furor…
- es todo amor lo que
ella hace…
- el destino me la
juega…
¡La indignación
calmad, mi querida
hijita!
A su madre abrazad,
que vuestra ahora
será.
¿Su madre?
Su madre
¿Tu madre?
Y aquél es mi padre,
que te lo dirá…
¿Su padre?
¿Tu padre?
Su padre
Y aquella es mi
madre, que te lo
dirá…
- Al fiero tormento…
- Al dulce contento…
- de este momento…
- esta alma apenas
resistir ya sabe…
- Al fiero tormento…
- Al dulce contento…
- de este momento…
- esta alma apenas
resistir ya sabe…
- Al fiero tormento…
- Al dulce contento…
- de este momento…
- esta alma apenas
resistir ya sabe…
- …apenas resistir ya
sabe…
- …al fiero
tormento…
- esta alma apenas
resistir ya sabe…
- …resistir ya sabe…
He aquí,
mi querido amigo
el dulce fruto de
nuestro antiguo
amor.
Ahora no hablemos
de hechos tan
remotos;
él es mi hijo,
mi consorte vos sois,
y las bodas haremos
cuando queráis.
Hoy,
y así serán dobles.
Toma,
éste es el pagaré
del dinero que me
debes
…y es tu dote.
Toma además esta
bolsa.
Y ésta también.
Bravo, id echando,
que yo acepto
siempre.
Corramos a informar
de toda la aventura
a la señora y a
nuestro tío.
¿Quién más contenta
que yo?
¡Yo!
- Y reviente el conde
- viendo mi alegría.
¡Y Susana no viene!
Estoy ansiosa
de saber cómo el
conde
acoge la propuesta;
¡un tanto audaz el
proyecto me parece;
con un esposo
tan vital…
y celoso...!
Pero, ¿qué mal hay?
Cambiando mis
vestidos
con los de Susana,
y los suyos con los
míos,
con la noche a
favor...
¡Oh cielos!
¡a qué humilde
estado fatal
he sido reducida por
un consorte cruel!
Después de haberme
con una mezcla
inaudita de
infidelidad,
de celos,
de desdenes,
al principio amada,
después ofendida,
y al fin traicionada
me obliga ahora a
buscar la ayuda
de una criada!
¿Dónde están
esos bellos
momentos
de dulzura
y de placer?
¿Adónde fueron
los juramentos
de aquellos labios
engañosos?
¡Por qué, pues, si en
llantos y en penas
para mí todo cambió,
la memoria
de aquel amor
no se ha borrado de
mi seno!
¿Dónde están
esos bellos
momentos…
¡Ah! si al menos…
mi constancia…
en el languidecer
de amor,
me trajese una
esperanza
de cambiar su
ingrato corazón.
¡Ah! si al menos mi
constancia…
¡Qué me cuentas!
¿y qué dijo el conde?
Se le leía en la cara el
despecho y la rabia.
¡Calma,
que ahora lo
meteremos mejor en
la jaula!
¿Dónde es la cita que
le propusiste?
En el jardín.
Fijémosle un lugar.
Escribe.
Que yo escriba...
pero... señora...
¡Escribe, te digo!,
yo lo asumo todo.
"Cancioncilla
sobre el aria...
...sobre el aria.
Qué suave céfiro...
...céfiro,
...esta noche
soplará...
...bajo los pinos del
bosquecillo...
...bajo los pinos…
...del bosquecillo...
Ya el resto
comprenderá.
Cierto, cierto,
comprenderá.
- Cierto, cierto,
comprenderá.
- Ya el resto
comprenderá.
- Cancioncilla
sobre el aria...
- ¡Malandrín!
Y bien señora...
Estoy, señor mío,
irritada y
sorprendida igual
que vos.
¿Pero esta mañana?
Esta mañana...
para la fiesta de hoy
queríamos
disfrazarlo del mismo
modo
que lo han vestido
ahora.
- ¿Y por qué no
partiste?
- Señor...
Sabré castigar tu
desobediencia.
¡Excelencia,
excelencia!,
vos me decís a
menudo, cada vez
que me abrazáis,
y me besáis:
Barbarina, si me
amas, te daré lo que
quieras...
¿Yo dije esto?
Vos. Ahora dadme,
señor, por esposo a
Cherubino,
y os amaré…
como amo a mi
gatito.
Y bien, ahora os toca
a vos.
¡Bravo hijita!,
tienes un buen
maestro que te
enseña.
No sé qué hombre
qué demonio,
qué dios,
lo trastorna todo en
perjuicio mío.
Señor... si retenéis
a todas estas
muchachas,
adiós fiesta...
adiós baile.
¿Y qué?, ¿querríais
bailar con el pie
torcido?
No me duele ya
mucho.
Vamos, bellas
muchachas.
¡Cherubino!
- ¿Ya caes?
- ¿Qué diantre
canta?
No canta, no,
pero dice que él saltó
esta mañana sobre
sus claveles.
¡Si él lo dice!,
será...
Si he saltado yo,
puede ocurrir que
también él
haya hecho lo
mismo.
¿También él?
¿Por qué no?
Yo no refuto nunca
lo que no sé.
He aquí la marcha,
¡vamos!
A vuestros puestos,
¡Oh bellas!
A vuestros puestos…
Susana, dame el
brazo.
Aquí lo tienes.
¡Temerarios!
¡Estoy helada!
¡Condesa!
Ahora no hablemos.
He aquí las
dos bodas
debemos recibirlas,
Pues, al fin
y al cabo se trata
de una protegida
vuestra.
Sentémonos...
...y meditemos
la venganza.
¡Ah, ya!
es la costumbre
usual,
las mujeres ponen
agujas
por todas partes.
¡Ja, ja!,
comprendo el juego.
Una carta de amor
que le dio alguien
al pasar
y estaba sellada por
un broche
con el que se pinchó
el dedo.
El Narciso ahora
lo busca;
¡oh, qué
atolondrado!
Id, amigos,
y sea para esta
noche dispuesta
la fiesta nupcial
con la más rica
pompa.
Yo quiero que sea
magnífica la fiesta,
con cantos,
fuegos,
gran cena,
y gran baile,
para que todos
aprendan cómo trato
a los que me son
queridos.
Amantes constantes,
adictos al honor,
cantad, load,
a tan sabio señor,
Cediendo un
derecho,
que ultraja,
que ofende,
él castas os entrega,
a vuestros amantes,
Cantemos, loemos
a tan sabio señor…
ACTO IV
Lo he perdido...
¡pobre de mí!...
¡Ah, quién sabe
dónde estará!
No lo encuentro...
No lo encuentro...
Lo he perdido...
Y mi prima,
y el amo...
¿que dirán?
Barbarina,
¿qué te sucede?
Lo he perdido,
primo.
- ¿Qué cosa?
El broche…
El broche que me dio
el amo para llevar a
Susana.
¿A Susana?,
¿el broche?
¿Y tan jovencita ya
conoces el oficio...
para hacerlo todo
tan bien como lo
haces?
¿Qué ocurre? ¿Estás
encolerizado
conmigo?
¿Y no ves que
bromeo?
Mira...
...este es el broche
que el conde te dio
para llevar a Susana,
y servía de sello a
una cartita.
¿Ves si estoy
enterado?
¿Por qué lo
preguntas si ya lo
sabes todo?
Deseaba oír cómo
el amo
te dio el encargo.
¡Oh, nada
extraordinario!
"Ten, muchacha,
lleva este broche
a la bella Susana
lleva este broche
a la bella Susana
y dile: este es el sello
de los pinos."
¡Ah, ah, de los pinos!
Es verdad que él
añadió:
"mira que nadie
lo vea",
pero tú no dirás
nada.
Tenlo por seguro.
¿No necesitas saber
nada más?
Oh, nada, nada.
Adiós, mi bello
primo,
voy a ver a Susana
y después a
Cherubino.
¡Madre!
¡Hijo!
Me muero.
Cálmate, hijo mío.
Me muero, te digo.
Calma, calma
y más calma.
El hecho es serio
y nos conviene
pensar.
Pero, un momento,
Pero, un momento,
que aún no sabes
de quién se burla.
Ah, ese broche,
oh madre,
es el mismo que
antes él recogió.
Es verdad,
pero esto a lo sumo,
te da el derecho de
estar en guardia
y vivir con sospechas.
Pero no sabes si,
en efecto...
¡Alerta!
Sé dónde se ha
establecido
el lugar del
encuentro...
¿A dónde vas,
hijo mío?
A vengar a todos
los maridos. Adiós.
Debo avisar
a Susana enseguida...
Yo la creo inocente:
¡esa cara,
ese aire de modestia!
Y suponiendo que
no lo sea...
cuando no estamos
obsesionadas
por nuestro
propio interés,
cada mujer lleva
la defensa
de nuestro
pobre sexo
de los
desagradecidos
hombres
que sólo piensan en
oprimirnos.
¿Quién va?
Son aquellos que
invitaste a venir.
¡Qué mal aspecto!
¡Pareces un
conspirador!
¿Qué diablos son
estos infaustos
preparativos?
Lo veréis dentro
de poco.
En este mismo lugar
celebraremos la
fiesta
de mi honesta
esposa
y del feudal señor...
¡Ah, bueno, bueno!
Comprendo
lo que pasa.
Se han puesto de
acuerdo sin mí.
Vosotros de estos
lugares no os alejéis.
Mientras tanto yo
voy a dar ciertas
órdenes
y vuelvo en un
momento.
A un silbido mío,
acudid aquí todos.
Tiene al diablo
en el cuerpo.
- ¿Qué ha pasado?
- Nada.
Al conde le gusta
Susana y ella le ha
dado una cita, que a
Fígaro no le gusta.
¿Y qué? ¿Debería
aguantarse?
Muchos lo han
hecho,
¿por qué él no?
Y, en cualquier caso,
¿qué puedo
hacer yo?
En este mundo,
amigo,
siempre ha sido
peligroso
meterse con los
poderosos.
Las cartas siempre
están a su favor.
Todo está dispuesto
la hora debe estar
próxima.
Oigo gente...
¡Es ella!...
No hay nadie...
Oscura es la noche,
y yo empiezo ya
a hacer el estúpido
oficio de marido.
¡Ingrata!,
en el momento
de mi ceremonia
él gozaba leyendo
y, al verlo, yo me reía
de mí mismo sin
saberlo.
¡Oh Susana,
Susana,
cuánto dolor
me cuestas!
Con esa ingenua
cara,
con esos ojos
inocentes...
¡Quién lo habría
creído!
¡Ah, fiarse de
una mujer
es siempre
una locura!
Señora, ella me dijo
que Fígaro vendría.
Ha venido:
baja un poco la voz.
Así que uno nos
escucha
y el otro vendrá a
buscarme.
¡Comencemos!
Quiero esconderme
aquí.
Señora, vos tembláis,
¿tenéis frío?
Me parece húmeda
la noche;
yo me retiro.
Henos aquí en el
gran momento de la
crisis.
Bajo estas plantas, si
la señora lo permite,
me quedo a tomar el
fresco una media
hora.
¡El fresco, el fresco!
Quédate cuanto
quieras.
El bribón está
de guardia.
Divirtámonos
también nosotros,
démosle el premio
de sus dudas.
Llegó al fin el
momento
en que gozaré
sin inquietud
en brazos de mi
ídolo.
¡Tímidos desvelos!,
¡salid de mi pecho!,
no vengáis
a turbar mi deleite.
¡Oh, cómo parece
que, al amoroso
ardor,
la amenidad del
lugar
la tierra y el cielo
respondan!
¡Cómo la noche mis
secretos…
secunda!
Ah, ven, no tardes,
oh bien mío!
¡Ven a donde el
amor
para gozar te llama!
mientras luzca
en el cielo
la antorcha nocturna,
y el aire esté
sombrío,
y el mundo calle.
Aquí murmura el
arroyo, aquí bromea
el aura
que con dulce
susurro, el corazón
conforta.
Aquí ríen las flores y
la hierba es fresca,
aquí todo invita a los
placeres del amor.
Ven, bien mío,
entre estas
plantas ocultas,
¡Ven!
te quiero…
coronar…
la frente de rosas.
Te quiero…
¡Pérfida!
¿Y de esta forma
me mentía?
¡No sé si estoy en
vela o duermo!
- La, la, la…
- ¡Melindrosa!
- ¡Desvergonzado!
- ¡Maliciosa!
- ¡Idos rápido,
fuera de aquí!
- Dame un beso o no
harás nada.
- ...por la voz ese es
el paje.
- También un beso,
¡qué valor!
Y ¿por qué hacer
no puedo...
- ¡Temerario!
- me pellizca,
me cosquillea…
Además de la dote,
oh querida,
recibe también un
brillante,
que te ofrece un
amante en prueba de
su amor.
Susana lo toma todo
de su benefactor.
¡Va todo de
maravilla!
pero lo mejor
falta aún.
Señor, de encendidas
antorchas veo el
resplandor.
Entremos mi bella
Venus, vayamos a
ocultarnos.
- Maridos necios…
- Entremos mi bella
Venus…
- …venid a aprender.
- …vayamos a
ocultarnos.
¿En la oscuridad,
señor mío?
Es eso lo que quiero.
Tú sabes que
yo no deseo
entrar allá para leer.
- La pérfida
lo sigue…,
- comienza bien el
asunto…
- ¿Quién pasa?
- Pasa gente.
¡Es Fígaro,
me voy!
Marchad;
luego volveré.
Todo está tranquillo
y plácido:
entró la bella Venus;
con el bello Marte,
nuevo Vulcano
del siglo,
en la red la cogeré.
Eh, Fígaro,
callad.
Oh, esta es la
condesa...
A tiempo aquí
llegáis...
veréis allí vos
misma...
al conde y a mi
esposa...
Con vuestra mano
tocarlos podréis
Hablad un poco
más bajo.
De aquí no me
muevo,
pero vengarme
quiero.
¡Susana!
¿Vengaros?
¡Sí!
¿Cómo
podría hacerse?
La zorra quiere
- sorprenderme…
- Al malvado quiero
sorprender…
- y quiero seguirle el
juego…
- después se lo que
haré…
- La zorra quiere
sorprenderme…
- Al malvado quiero
sorprender…
¡Ah, si la señora
lo quiere!
Venga, menos
palabras.
¡Ah…
Se…
… ñora
Venga, menos
palabras.
Heme aquí a
vuestros pies...
tengo lleno el
corazón de fuego.
Examinad el lugar...
¡pensad en
el traidor!
¡Cómo me pica
la mano!
¡Cómo se me altera
el pecho!
¡Qué frenesí,
qué furor!
¡Qué frenesí,
que calor!
- ¡Qué frenesí,
qué furor…!
- ¡Qué frenesí,
que calor…!
¿Y sin ningún afecto?
¡Súplalo mi
despecho!
No perdamos el
tiempo en vano,
dadme vuestra
mano...
Dadme…
¡Servios, señor!
¡Qué bofetón!
¡Sí, bofetón!
… y éste…
- … y éste otro…
- ¡Aprende, aprende,
oh pérfido!...
¡Paz, paz,
mi dulce tesoro!
Yo conocí la voz
que adoro
y que siempre
conservo en el
corazón.
¿Mi voz?
La voz que adoro.
- ¡Paz, paz,
mi dulce tesoro!
- ¡Paz, paz,
mi tierno amor!
No la encuentro ¡y
he recorrido todo el
bosque!
Éste es el conde,
por la voz le conozco.
¡Susana!
¿estás sorda?
¿estás muda?
¡Bien, bien!
¡No la ha conocido!
- ¿A quién?
- A la señora.
- ¿A la señora?
- ¡A la señora!
- La comedia, ídolo
mío, terminemos;
- consolemos al
bizarro amador.
Sí, señora,
vos sois mi bien.
¿Mi esposa? ¡Ah,
estoy desarmado!
¡Un consuelo a mi
corazón concederéis!
Estoy aquí para hacer
lo que queráis.
¡Ah bellacos!
- Ah, corramos,
mi bien,
- y las penas
compense el placer…
¡Gente, gente! ¡A las
armas, a las armas!
¡El amo!
¡Gente, gente!
¡Ayuda, ayuda!
¡Estoy perdido!
¿Qué sucede?
El malvado me ha
traicionado, me ha
infamado, ¡y vais a
ver con quién!
¡Estoy aturdido,
- ¡Estoy aturdido,
- estoy asombrado,
- no puedo creer que
sea verdad!
- ¡No!
¡No!
Al menos para ellos
obtendré el perdón.
- ¡Oh cielos,
- qué veo!
- ¡Deliro,
- desvarío!
- qué creer…
- no sé…
¡Condesa, perdón!
¡Perdón, perdón!
Más dócil yo soy
y digo que sí.
- ¡Ah! todos
contentos
- estaremos así…
- Este día de
tormentos,
- de caprichos,
de locura,
- en contento
y alegría
- sólo el amor puede
concluir.
- Esposos, amigos
- ¡al baile,
a la diversión!
- ¡Dad fuego, dad
fuego a las mechas!
- Y al son de una
alegre marcha
- corramos todos
a festejar.
- corramos todos…
- corramos todos
a festejar.
FIN