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Lo que la Biblia Enseña Sobre el Diezmos, Ofrendas y Primicias
Enviado por ADM el Lun, 12/14/2009 - 13:42.
Fecha:
12/06/2009 - 13:37
La manera como lidias con el dinero revela sobre tus prioridades, lealtades y ambiciones.
Aquello en lo que primero aplicamos nuestro dinero demuestra donde están nuestras prioridades y lealtades. Necesitamos
colocar a Dios en primer lugar en nuestras vidas: en nuestra familia, profesión y encima de todo en nuestra vida financiera.
Jesús dijo que donde estuviera nuestro tesoro allí escaria nuestro corazón. El corazón está en el centro de los intereses de Dios,
por esto la cuestión del dinero es tan importante, pues es lo único que de hecho puede concurrir con Dios en el control de nuestro
corazón.
Existen dos cosas que Dios separa exclusivamente para si: el diezmo y las primicias. La forma como lidiamos con ellas va
determinar la bendición o la maldición en nuestras vidas. Las ofrendas es resultado de nuestro amor.
EL DIEZMO
A palabra “diezmo” significa la décima parte de alguna cosa.
Diez por ciento de todo lo que nos viene a las manos debe ser entregado al Señor, porque el diezmo es santo, o sea, separado
exclusivamente para Dios.
Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. (Levítico 27:32)
3. El diezmo me recuerda que todo lo que tengo me fue dado por Dios
Sino acuérdate de Jehová tú Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus
padres, como en este día. Dt. 8:18.”
LAS PRIMICIAS
1.El primogénito debe ser sacrificado o redimido
Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío
es. Ex 13.2
Por 16 Veces las escrituras declaran que el primogénito pertenece al Señor. Este es un principio importante de la Palabra de Dios.
Las primicias de cualquier cosa le pertenecen exclusivamente a Dios.
Dedicarás a Jehová todo aquel que abriere matriz, y asimismo todo primer nacido de tus animales; los machos serán de Jehová.
13Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al
primogénito de tus hijos. Ex 13.12-13
La regla es: que el animal puro debería ser sacrificado, pero El impuro debería ser redimido.
Esta es una de las grandes revelaciones de las escrituras. Es un cuadro de la redención del Señor. Todos nosotros nascemos
impuros, por eso deberíamos ser redimidos, pero Jesús siendo el primero y puro, tuvo que ser sacrificado. Como puro el murió
para redimir a los impuros y como primogénito puro el debe ser sacrificado.
Jesús es como si fuera el diezmo de Dios. El nos fue dado por la Fe. Jesús es la ofrenda de Dios, o su semilla, para poder
cosechar la gran cosecha de la humanidad.
Diezmo es solo una cuestión de colocar a Dios primero.
2. Los primeros frutos deben ser ofrendados
Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su
madre. Ex 34.26
El Señor dice que las primicias de los primeros frutos eran de El. No era solo los primeros, pero los primeros de entre los
primeros. Dios jamás acepta ser el segundo.
Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;
Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto. Pv. 3.9-10
El ejemplo de Jericó
La primera ciudad en ser conquistada fue Jericó. El Señor dijo que todo oro es toda plata de aquella ciudad seria de El, porque era
la primera (Josué 6.18-19). Todo lo que es primero es de Dios. Ve la consecuencia de Cam de haber tomado algo que era de Dios.
Ve que a partir de la segunda ciudad los despojos podrían ser divididos entre el pueblo.
Porque Acan fue maldecido? Porque cogió. Aquello que era santo y consagrado, y ningún hombre podría coger. Eso es
exactamente lo que el diezmo significa: algo santo que pertenece a la Casa del Señor. Si alguien coge el diezmo tendrá la misma
maldición que cayo sobre Acan.
Dios no dijo a Josué: después que conquistes diez ciudades dame una, antes El dijo: la primera es mía.
El ejemplo de Abel es Cain
Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. 4Y Abel trajo también de los
primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5pero no miró con agrado
a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Gn 4.3-5.
La ofrenda de Abel fue de las primeras del rebaño, pero la ofrenda de Caín no fue de las primicias de su cosecha. Este es uno de
los motivos que la ofrenda de Abel fue acepta y la de Caín rechazada. Dios solamente acepta lo primero y solamente cuando el es
colocado en primer lugar.
La ofrenda de Caín no procedió de fe pues el trajo al Señor algo que después de algún tiempo, o sea, después de juntar alguna
cosecha. Pero Abel trajo las primicias, o sea, el no espero tener mas para ofrendar al Señor. El dio lo primero antes De la segunda
venida.
El ejemplo de Pablo
En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2Cada primer
día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se
recojan entonces ofrendas. I Cor 16.1-2.
Pablo ordeno que la ofrenda fuese recogida en el primer día de la semana apuntando para las primicias. El también mando que la
ofrenda es proporcional a la prosperidad de cada uno. Proporción nos habla de porcentaje. El porcentaje bíblico es 10 por ciento.
Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; entonces tus graneros se llenarán
con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.
Las “primicias” son los primeros frutos de algo nuevo, por ejemplo, el primer hijo de la familia, un nuevo
año, un negocio nuevo, las primeras bendiciones que recibimos al empezar el año, el primer salario del
año, las primeras ganancias de un negocio; puede ser el ingreso por la primera venta del día, de la
semana, quincena o mes; en agricultura la primera cosecha o venta del producto. En cuanto al tiempo,
pueden ser las primeras horas de la mañana, el primer día de la semana, del mes, del año. Honrar a
Dios con las primicias de todos nuestros frutos es reconocer que Dios es la fuente de toda bendición y
buen fruto que recibimos y que debemos agradecerle, devolviéndole a Él una porción para la
propagación y sostenimiento del evangelio, a través de la Iglesia que es Su Cuerpo.
En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios, a través de los siglos, dedicaba al Señor su primer hijo, el
primogénito; también ofrendaba al Señor la mejor cría de su ganado, el 10% de los mejores frutos del
campo y de las ventas, lo mejor de toda labor, lo mejor de la vida en general, como un acto de
obediencia a los preceptos del Señor y sobre todo como una muestra de acción de gracias a Dios por la
vida.
¿Por qué Dios se goza en que le demos si Él es el dueño del oro y de la plata, el poderoso Creador del
Universo y proveedor de todo bien y riqueza? Dios nos enseña que solo dando es como recibiremos,
sembrando es como cosecharemos y a través de la práctica de estos principios bíblicos de dar y
sembrar, es como abrimos las oportunidades para que Dios multiplique las bendiciones. - 2CO 9:6.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra
abundantemente, abundantemente también segará”. Por tanto, dar nuestras primicias a Dios, es un acto
de fe y obediencia, de agradecimiento, de honra y respeto. Es parte del modelo de Dios para que
nosotros podamos recibir bendiciones, resalta la consagración a Dios y la consiguiente protección divina
sobre el pueblo.
Estamos al inicio de un nuevo año, es tiempo de disponernos para una nueva siembra. Nuestro Padre
Celestial es el labrador, un buen comienzo se establece entregándole a Él la tierra de nuestro corazón,
como primicia del nuevo año, para que Él la prepare, la remueva, la surque para la siembra, para que
El la limpie de toda maleza, de toda mala semilla y raíz dañina y amarga que estorba, para que quite las
piedras y espinos que pueden ahogar la buena semilla de Su Palabra que Dios desea sembrar. Con el
poder del Espíritu Santo, hagamos sendas derechas, que agraden y honren a Dios, permitamos que
Dios siembre abundante semilla en nuestras vidas para que cosechemos fruto bueno, bendito,
abundante; y de esta buena cosecha lo primero que tenemos que hacer es apartar con alegría una
preciosa porción, para devolverle a Dios de lo recibido, como un acto de acción de gracias. Sembremos
de la abundante semilla que produjo la cosecha, en la Iglesia, en los siervos de Dios y sus misiones o
ministerios y compartamos con el prójimo en necesidad de lo que hemos recibido.
Damos las primicias de nuestro tiempo al Señor cuando nuestro caminar diario se inicia con un tiempo
de calidad, de comunión e intimidad a solas con Dios al iniciar nuestro día y mantenemos un estilo de
vida conectado al Señor durante todo el día. También podemos dar tiempo en servicio y amor al
necesitado; si podemos dedicar 2 o 4 horas a la televisión, también podemos dedicar una porción de
nuestro tiempo a servir, empezando por nuestros seres amados: nuestra familia, los vecinos, los
enfermos, los pobres y necesitados.
El dar es como un seguro de vida, como un granero de reserva, por eso se genera un serio problema si
nos comemos toda la semilla. En nuestros países, el campesino que siembra maíz, aparta la mejor
semilla de la cosecha para volverla a sembrar y así garantiza las futuras cosechas, pero si nos
comemos toda la cosecha de maíz y no apartamos una buena y sana porción para volver a sembrar,
¿cómo tendremos nuevas cosechas? Muchas personas dicen: “yo no doy porque no tengo” pero, en
base a este principio, diríamos que “no tiene porque no da”. En los servicios cristianos, se nos ensena a
dar ofrenda, pero muchos buscan en sus bolsillos la moneda de menor valor, y esconden para si los
billetes de números mas grandes. Aunque sea muy poco lo que tenemos, aunque no nos alcance,
aprendamos a separar primero que todo, la porción que vamos a sembrar en el Reino de Dios, El nos
dice “probadme en esto y veréis como Yo Abriré las ventanas de los cielos hasta que sobre y abunde”.
Otras personas dicen “si me sobra voy a dar”, Dios no quiere sobras, ni que le demos de lo que ya no
ocupamos, de las cosas viejas que ya no nos sirven, El quiere lo mejor porque El desea bendecirnos
con lo mejor. Recordemos, “el que siembra escasamente, escasamente recogerá”, Dios ama y multiplica
al dador alegre, que con gozo se dispone cada día para dar lo mejor de si mismo.