06) Putnam, H. (1995) PDF
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18U +9Putnam, +. (1995). significado y Referencia.En Filosofíade la mente y ciencia cognitiva (pp. 233-246).
Barcelona: Paidós Básica.
CAPfTULO8
SIGNIFICADO Y REFERENCIA*
Hilary Putnam
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bebe XYZ(y no agua), o lo quesea. Enefecto, una vez que hemos des-
cubierto la naturaleza del agua, no hay nada que cuente como un
mundoposible en el cual el agua no tenga esa naturaleza. Una vez que
hemos descubierto que el agua(en el mundoreal) es H¿O, no hay nada
que cuente como un mundoposible en el cualel agua no sea H,O.
Porotro lado, podemos imaginar, perfectamente,tener experiencias
que no convencerían (y que harían racional creer) que el agua no es
HO.Eneste sentido, es concebible que el agua no sea HO. Es conce-
bible, ¡pero no es posible! Lo concebible no es una prueba de lo posible.
Kripke alude a los enunciados que racionalmente sonnorevisables
(suponiendo que existan), como cognoscitivamentenecesarios. Y alude
simplemente comonecesarios (o a veces como “metafísicamentenece-
sarios”) a los enunciados que son verdaderos en todos los mundosposi-
bles. En esta terminología, el punto que acabamosde elaborar puede
volver a enunciarse así: un enunciado puedeser (metafísicamente) nece-
sario y cognoscitivamente contingente.La intuición humanano tiene un
accesoprivilegiado a la necesidad metafísica.
Eneste artículo, sin embargo, nuestro interés reside en la teoría del
significado y no en la teoría de la verdad necesaria. Desde hace tiempo,
palabras como “ahora”, “esto”, “aquí” han sido reconocidas como
deícticos, o caso-reflexivas [token-reflexive], esto es, como teniendo una
extensión que varía de contexto a contexto o de caso a caso. Para estas
palabras, nadie ha sugerido la teoría tradicional de que “la intensión
determina la extensión”. Para tomar nuestro ejemplo de la Tierra
Gemela: si yo tengo un Doppelgúnger en la Tierra Gemela, entonces
cuando pienso “Me duele la cabeza”, él piensa “Me duele la cabeza”.
Pero la extensión del ejemplar particular de “yo” en su pensamiento ver-
balizadoes él mismo(o su clase unitaria, para ser preciso), mientras que
la extensión delejemplarde “yo” en mi pensamiento verbalizado soy yo
(0 miclase unitaria, paraser preciso). Así, la misma palabra, 'yo”, tiene
dos extensionesdiferentes en dos idiolectos diferentes; pero nose sigue
que el concepto que yo tengo de mí mismosea diferente del concepto
que mi Doppelgingertiene de sí mismo.
Ahorabien, hemos sostenido quela deicticidad se extiende másaJlá
de las palabras y morfemas(por ejemplo,el tiempo de los verbos)
obviamente deicticales. Nuestra teoría se puede resumir diciendo que las
palabras como “agua” tienen un componente deíctico no advertido:
“agua” es el material quetiene una cierta relación de similaridad [simi-
larity] con el agua que nos rodea. El agua en otra época o en otro lugar
o incluso en otro mundoposible, tiene que tener, a fin de que sea agua,
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la relación mismo, con nuestra “agua”. Así, la teoría de que 1) las pala-
bras tienen “intensiones” que son algo así como conceptos que los
hablantes asocian con las palabras; y 2) que la intensión determinala
extensión, no puede ser verdaderade las palabras de clase natural como
“agua”, por la misma razón que no puedeser verdadera de las palabras
obviamente deícticas como “yo”.
Lateoría de que las palabras de clase natural como “agua' son deíc-
ticas, deja pendiente sin embargo el problema dedecir si “agua' enel
dialecto castellano de la Tierra Gemelatiene el mismosignificado que
“agua' enel dialecto de la Tierra y unaextensión diferente —queeslo
que normalmente decimos respecto de “yo” en los diferentes idiolec-
tos—, renunciandoconello a la doctrina de que“el significado(la inten-
sión) determina la extensión”,o si decir, tal como hemoselegido, que
la diferencia en la extensión constituye ipso facto unadiferencia enel
significado de las palabras de clase natural, renunciando con ello a la
doctrina de que los significados son conceptos o, ciertamente,entidades
mentales de algún tipo.2
Debería resultarclaro, sin embargo, que la doctrina de Kripke de
quelas palabras de clase natural son designadoresrígidos y nuestra doc-
trina de que son deícticas, no son sino dos modos de establecer el mismo
punto.
Hemosvisto entonces que la extensión de un término no sefija
mediante un concepto que el hablante individual tiene en su cabeza, y
esto es verdad tanto porquela extensión se determina, en general,
socialmente— existe la división deltrabajo lingúlístico así como la del
trabajo “real”— como porquela extensión se determina, en parte, deíc-
ticamente. La extensión de nuestros términos depende de la naturaleza
real de las cosas particulares que sirven como paradigmas, y general-
mente, esta naturaleza real no es conocida totalmente por el hablante.
Lateoría semántica tradicional deja a un lado las dos contribuciones
2. Nuestras razones para rechazarla primer opción —decir que “agua”tiene el mismo
significado en la Tierra y en la Tierra Gemela,renunciandopor eso a la doctrina de que
el significado determina la referencia—, se presentan en “The Meaning of 'Meaning”.
Ellasse puedenilustrar así: Supóngase que “agua”tiene el mismo significado en la Tierra
y en la Tierra Gemela. Ahora bien, permítase que la palabra “agua” resulte fonémicamente
diferente en la Tierra Gemela, que resulte, digamos, 'quaxel”. Presumiblemente éste no
es per se un cambioen el significado, en ningún enfoque.Así,“agua” y “quaxel”tienen el
mismosignificado (aunque se refieran a líquidos diferentes). Pero esto resulta altamente
contraintuitivo. ¿Por qué no decir entonces, que “olmo” en miidiolecto tiene el mismo sig-
nificado que “haya' en el suyo, aun cuandorefieran a árboles diferentes?
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