Pedreñal

Arma de fuego de los siglos XVI y XVII

El pedreñal (también denominado pedrenyal catalán[1]​) es un arma de fuego a manera de escopeta corta, empleada entre los siglos XVI y XVII principalmente en Cataluña,[2]​ que se disparaba con chispa de pedernal. Su funcionamiento era igual que el de los trabucos, aunque tenía la ventaja de que era más corto y más manejable. Dio origen al trabuco, al encaro y al trabuquete. Tenía un calibre intermedio entre el arcabuz y el pistolete.[3]​ A pesar de que su potencia era menor que la de otras armas de fuego de aquella época, era el arma preferida por los bandoleros,[4]​ ya que al ser un arma más corta, la podían esconder fácilmente bajo la capa y aproximarse a sus víctimas para amenazarlos e incluso matarlos. Antonio Romero discrepa en que los forajidos hicieran uso del pedreñal. Dice ser una confusión con el pistolete, y que el arma propia de los bandidos era el trabuco. Añade que en el capítulo 60 de la segunda parte de El Quijote se confunde el pedreñal con el pistolete.[3]

Pedreñal catalán del siglo XVII.

Historia del arma

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Con la aparición de la llave de rueda, similar a la empleada en los mecheros, en Cataluña se desarrolló un arma de diseño autóctono: el pedreñal. Los armeros especializados en la construcción de este tipo de arma se denominaron pedreñaleros (pedranyalers o pedrinyalers).

La encendida del cebo se obtenía mediante las chispas que generaba el pedernal mecánico (inicialmente, la llave de rueda, posteriormente, mediante la llamada llave de transición, que daría lugar a la llave de Miquelet o llave española). Morfológicamente contrasta la longitud del cañón con las reducidas dimensiones de la empuñadura de este. En los primeros pedreñales, de los siglos XVI y XVII, (con llave de rueda) la empuñadura montada se denominaba de cola de pescado, por la similitud de su extremo en dicho forma, posteriormente, en el siglo XVIII, la empuñadura pasó a tener forma ovalada.[5]

Debida a su fiabilidad, muy superior a las armas de mecha, el pedreñal se impuso rápidamente, convirtiéndose en el arma característica de los bandoleros.[4]

En abril de 1603, el entonces virrey de Cataluña Joan Terès i Borrull impuso la prohibición de cualquier tipo de pedreñal, ya que en aquel año más de 300 personas habían sido asesinadas con esta arma.[6]​ La industria del pedreñal pasó plenamente a la clandestinidad.

Referencias

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