Iglesia de San Francisco de Asís (Santa Cruz de Tenerife)

Santa Cruz de Tenerife

La parroquia de San Francisco de Asís es un templo religioso de culto católico y sede parroquial en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife (Canarias, España).

Parroquia de San
Francisco de Asís
Bien de interés cultural
Localización
País EspañaBandera de España España
Comunidad Canarias Canarias
Isla Tenerife
Localidad Santa Cruz de Tenerife
Coordenadas 28°28′05″N 16°14′58″O / 28.467949, -16.249466
Información religiosa
Culto Iglesia católica
Diócesis San Cristóbal de La Laguna
Orden Clero secular
Advocación San Francisco de Asís
Patrono Francisco de Asís
Historia del edificio
Fundación 1680
Construcción 1680
Datos arquitectónicos
Tipo Parroquia
Estilo barroco
Bien de interés cultural
Patrimonio histórico de España
Categoría Monumento
Código RI-51-0008731
Declaración 7 de febrero de 1986
Mapa de localización
Mapa
Sitio web oficial

Este templo perteneció en origen al convento franciscano de San Pedro Alcántara, ya desaparecido, y es considerada desde el año 1869 como la segunda parroquia más importante de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, tras la Parroquia Matriz de la Concepción. La Iglesia de San Francisco es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca en Canarias y una de las iglesias más ricas en arte sacro del archipiélago.

En esta iglesia se encuentra la imagen del Señor de las Tribulaciones, venerado bajo el título de Señor de Santa Cruz y que es la imagen más venerada de la ciudad.

Es Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, desde 1986.[1][2][3]

Historia y descripción

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La Parroquia de San Francisco de Asís se encuentra situada junto a la Plaza del Príncipe, en el histórico barrio del Toscal de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. En sus orígenes fue la iglesia del antiguo convento de San Pedro de Alcántara, hoy desaparecido. Y lo que fue su huerto, hoy es la propia Plaza del Príncipe. Aunque previamente a la creación del convento en 1676 por Real Cédula, existía en el lugar la ermita de la Soledad, que fue cedida por su fundador Tomás Pereyra de Castro Ayala para su conversión en convento.

La desamortización de Mendizábal trajo consigo el cierre de la inmensa mayoría de los conventos, entre ellos de los dos ubicados en Santa Cruz. Así, mientras el Convento Franciscano de Pedro de Alcántara pasó a ser sede del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y otras dependencias: cárcel, observatorio y sede de la Sociedad Económica de amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, el convento dominico de la ciudad permaneció inicialmente vacío hasta que su solar fue estimado como un emplazamiento adecuado para la construcción del nuevo Mercado y del Teatro Municipal, como así ocurrió. Posteriormente, el templo franciscano sería reabierto aunque ya como parroquia, que es como se ha mantenido hasta la actualidad. Aún hoy, junto a la Iglesia de San Francisco y unida a ella se encuentra el Palacio de la Audiencia, que fue el antiguo Palacio de Justicia de la ciudad y que pertenece al Ayuntamiento.

Se trata de uno de los edificios religiosos más importantes de la ciudad ya que alberga una colección de tallas religiosas de gran valor artístico y devocional, entre las que hallamos la imagen del Señor de las Tribulaciones, de factura presuntamente andaluza, con la característica de que está hecha de telas encoladas en lugar de madera. Esta es la imagen religiosa más venerada de toda la ciudad, por esta razón es llamado el "Señor de Santa Cruz". Esto se debe a que salvó a la urbe de una terrible epidemia de cólera en 1893, tras ser sacado en procesión por las calles de la ciudad, la epidemia cesó milagrosamente. Desde entonces se lo ha tenido como protector de la ciudad.[4]

Conserva tres capillas: la Mayor, la de la Virgen de la Soledad, y la del Señor de las Tribulaciones. Varios de sus altares y retablos desaparecieron o se perdieron. Aún podemos admirar el Retablo Central, una obra del siglo XVIII de la escuela andaluza con profusa decoración, con las imágenes de San Francisco de Asís hecha en La Habana (Cuba), la Inmaculada Concepción, de la escuela andaluza y la de Santo Domingo, de autor canario.

Otras imágenes religiosas importantes son: Santa Rita de Cassia (imagen muy venerada en toda la ciudad e isla, numerosos devotos la visitan todos los días), y las tallas de San Antonio de Padua y el Cristo de la Buena Muerte (estas dos últimas imágenes de gran calidad artística), entre otras muchas imágenes.

Este templo es una maravillosa muestra del barroco insular de los siglos XVII y XVIII. Con tres naves, un pórtico neocorintio y columnas esculpidas en piedra canaria. Estas son tres, y están hechas en piezas únicas con una hornacina en su parte alta que albergan imágenes de la Virgen de la Milagrosa, San Francisco y Santo Domingo.

En un lateral de la iglesia y unida a ella se encuentra la Capilla de la Venerable Orden Tercera (V.O.T.) que está considerada como una joya barroca y está muy relacionada con la Iglesia de San Francisco porque los franciscanos fueron los que donaron un lugar contiguo a su convento para asentamiento de esta orden.[5]

Elementos patrimoniales

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Fachada

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Esta parroquia es claro ejemplo de arquitectura tradicional religiosa canaria: muros de mampostería encalados, naves interiores divididas por columnas de cantería en estilo toscano, artesonados de influencia mudéjar, cubiertas de teja árabe, etc. Pero, si algo diferencia a las iglesias tradicionales del archipiélago entre si es la fachada. San Francisco hace esquina, por lo que tiene doble fachada: una lateral muy sencilla que corresponde a la nave del Evangelio, y la principal, dando a la Plaza de San Francisco. Esta plaza es consecuencia urbanística de la implantación del convento.

La fachada principal es de serenas líneas que siguen las normativas barrocas, hasta el punto de ser un ejemplo destacado de este estilo en el archipiélago. Se estructura a manera de amplio tríptico (coincidiendo con la tres naves), con cada parte limitada por dos machones (parte central) y dos esquinales. Estos cuatro paramentos que recorren toda la fachada verticalmente son de sillares basálticos, piedra más oscura que la del resto. En esta fachada destacan tres elementos muy peculiares:

1- Coronamiento curvo

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El pórtico de la iglesia está formado por un cuerpo central más alto y dos laterales. Cada uno de estas tres partes están rematadas por una cornisa pétrea ondulante que recorre los tres cuerpos, aunque en cada uno de ellos se interrumpe en los machones. Estas tres cornisas unen curvas cóncavas y convexas, algo plenamente barroco, siendo la más elaborada la de la nave central, en remate mixtilíneo. Si bien existe bastante debate en la cantidad de elementos de influencia portuguesa en la arquitectura tradicional canaria, sí que hay unanimidad en señalar que este tipo de terminación ondulante es de clara influencia lusitana.[6]​ No son muchas las iglesias canarias con este tipo de remate curvo barroco: Concepción de La Orotava, San Pedro de Güímar, San Juan Bautista de Arico, San Antonio de Padua de Granadilla (las cuatro en Tenerife), Iglesia Matriz de El Salvador (Santa Cruz de La Palma), antiguo convento dominico de Teguise en Lanzarote o Santa María en Guía (Gran Canaria). Ésta, la santacrucera, es de las más destacadas, por la complejidad y desarrollo de las curvaturas. En el eje de cada uno de los tres paños de la fachada, por debajo de la cornisa, hay dos ventanales terminados en arcos de medio punto en las naves laterales, mientras la nave central tiene un elegante óculo. Por encima de la cornisa, como remate final, hay hasta un total de nueve perillones, que aunque parecen iguales, unos están terminados en bola y otros en bulbos. Por último destacar que para este terminamiento ondulante barroco, la fachada se tiene que desarrollar por encima de las cubiertas mudéjares a dos aguas que cubren cada nave, como se puede apreciar viendo la fachada desde atrás.

2- Portada principal

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Ofrece similitud con la portada de San Juan Bautista de Arico. Mientras de la primera se sabe el nombre del alarife, Juan de Armas, con procedencia de La Orotava,[7]​ de ésta se desconoce su autor, pero no es descartable que sea el mismo por similitudes estilísticas y cronológicas. Esta portada principal realizada en cantería gris, está definida por un arco de medio punto enmarcado por columnas con capiteles corintios. El frontón curvo truncado está terminado en volutas, y deja paso a una hornacina con una imagen de la Virgen Milagrosa, de hierro, que sustituyó, probablemente a finales del siglo XIX a la original imagen de San Pedro Alcántara de mármol, que permanece en la actualidad en la sacristía, aunque descabezada. Del conjunto, destacan las dos colosales columnas salomónicas, labradas en una sola pieza, únicas en Canarias junto a las de San Francisco de Borja en Las Palmas. Hubo una tercera portada con este tipo de columnas, el colegio de San Luis Gonzaga en La Orotava, recinto también jesuita desaparecido en el siglo XIX. La aparición de la arquitectura barroca de los jesuitas en Canarias en el siglo XVIII se considera la más culta[8]​ y la más alejada de la tradición local, por lo que las similitudes de la portada franciscana con estas dos ya mencionadas, que van más allá de dichas columnas helicoidales, habría que enmarcarlas dentro del impulso que, en el último tercio del siglo XVIII, propició el provincial franciscano de Canarias, fray Jacobo Delgado Sol, en la iglesia del antiguo convento franciscano.

3- Escudo

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Este elemento de la fachada, sobre la portada principal, es enormemente peculiar. Tradicionalmente ha pasado por ser el escudo de la familia de los patronos fundadores, los Castro Ayala, ya que tenían ese derecho. Sin embargo, un estudio pormenorizado permite apreciar que uno de los tres emblemas típicos de los franciscanos, las cinco llagas sangrantes, aparece de forma muy camuflada. Los otros dos emblemas tradicionales son los dos brazos cruzados (de Jesús y San Francisco) y el cordón con nudos que ciñe el hábito de los hermanos. Estos tres emblemas aparecen, por ejemplo, en el escudo que remata la portada del antiguo convento franciscano de Las Palmas de Gran Canaria. En el escudo que nos ocupa sí que aparece el cordón franciscano, pero al figurar junto a una elaborada decoración rococó a base de rocallas y concha de remate, este cordón pasó desapercibido. Más escondidas aún están las cinco llagas sangrantes, que se representan sutilmente como marcas en bajorrelieve incorporadas en el centro de cinco soles: en los cuatro soles exteriores, como marcas en forma de pequeños triángulos que representan los clavos de Jesucristo, mientras en el sol central se representa la herida por lanza en el costado de Jesús mediante una media luna. Además, por fuera del cordón, en ambos extremos laterales, aparecen dos figurillas humanas, cuya simbología aún no se ha descifrado. Como conclusión, no se conoce ni precedente ni similitud alguna de este diseño de escudo franciscano que, por su decoración rococó, es probable que fuese el último elemento incorporado a la fachada en las últimas décadas del siglo XVIII y más que probablemente impulsado por el ya mencionado fray Jacobo Delgado Sol.

Interior

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Esta antigua iglesia conventual, actual parroquia, destaca por su amplio interior de tres naves, separada por arcos de medio punto sustentados por columnas de orden toscano en cantería roja, piedra muy utilizada en la zona de Santa Cruz y La Laguna. Nada más entrar por la portada principal, nos situamos bajo el amplio coro alto de madera de tea, cuyo acceso está restringido.

Dentro del variado patrimonio existente, con importantes imágenes y pinturas, cabe destacar la variedad de retablos existentes del siglo XVIII, algunos de enorme importancia, como es el retablo mayor, lo que le confiere a esta iglesia una armonía estilística muy destacada a nivel canario:

 
Principales capillas y puntos de interés
1- Retablo de la Porciúncula
2- Lápida del Mariscal Mayoni Salazar
3- Cuadro del Martirio de San Pedro
4- Retablo de la Consolación
5- Retablo de San Buenaventura
6- Cuadro de Ánimas
7- Capilla de la Soledad
8- Órgano en el coro alto
9- Púlpito
10- Pintura mural en el arco toral
11- Artesonado pintado
12- Pintura mural del presbiterio
13- Cuadro de los obispos Gª Ximénez y Conejero Molina
14- Retablo de la Capilla Mayor
15- Baptisterio
16- Retablo de San Antonio
17- Arco del Cristo de la Buena Muerte
18- Retablo de San José
19- Capilla del Señor de las Tribulaciones

1- Retablo de la Porciúncula

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Este retablo tan peculiar es asimilable a los denominados de “tramoya”, ya que un gran lienzo esconde detrás un belén. El conjunto, compuesto por el cuadro de La Aparición a San Francisco en la Porciúncula, así como el nacimiento, es único en Canarias, estrechamente relacionada con el espíritu franciscano.[9]​ El lienzo, que se retiraba cuando llegaba la Navidad, es una iconografía nada habitual. Aunque es anónimo tinerfeño del siglo XVIII, toma como referencia a la gran Porciúncula de Valdés Leal, que a su vez se basa en las porciúnculas de Murillo. Presenta una novedad iconográfica, ya que San Francisco porta en su mano el texto de la indulgencia que le concede el Señor en este episodio de la vida del Santo.

Respecto al belén del interior, aunque es una composición de carácter popular, sigue los modelos napolitanos muy difundidos en España durante la citada centuria. Las figuras del Nacimiento pertenecen a una mano más experta, mientras que el resto de los personajes, así como de toda la composición, ofrecen resultados estéticos menores. El cuadro, dado su mal estado, no se encuentra en el retablo sino fijo en la pared de enfrente. Todo el conjunto necesita urgente restauración.

2- Lápida del Mariscal Mayoni Salazar

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Lápida del Mariscal, 31.er capitán general de Canarias

Hasta principios del siglo XIX, cuando se inaugura el histórico Cementerio de San Rafael y San Roque, se enterraba a los fallecidos en las iglesias. Tras las restauraciones del siglo XX, se cambió el suelo de la iglesia desapareciendo las posibles lápidas existentes, excepto una, que fue colocada en pared por su relevancia artística. Se trata de la lápida de D. Luis Mayoni Salazar,[10]​ Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, que llegó a Tenerife en septiembre de 1745 para hacerse cargo de la Comandancia General (máximo poder militar en las Islas) y de la Presidencia de la Real Audiencia. Siendo ya persona de cierta edad, falleció al poco tiempo, el 25 de agosto de 1746.

Al margen de este importante militar, se sabe que en la iglesia están enterrado relevantes artistas, como son Lázaro González de Ocampo (1651-1714), uno de los primeros imagineros canarios destacados. De mayor importancia aún es el considerado por muchos como el primer gran artista de relevancia de Canarias, Juan de Miranda (1723-1805), que además pidió en su testamento ser enterrado con el hábito franciscano.[11]

3- Cuadro del Martirio de San Pedro

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San Pedro Mártir. Óleo sobre lienzo. 200 x 150 cm. 1864

Gumersindo Robayna (1829-1898) fue uno de los artistas canarios más importantes del siglo XIX. Este cuadro, relevante dentro de su producción religiosa, contiene fecha (1864) y firma y fue una donación personal a esta parroquia. Representa al primer santo mártir de la Orden de Predicadores, inspirado en grabados de la época, dejando entrever las tendencias zurbarianas, tanto por la composición como por resultados cromáticos. Pedro de Verona aparece en el momento de su martirio perpetrado por Pietro de Balsamo, en 1252, quien, curiosamente, acabó siendo también dominico, debido a su arrepentimiento. La vestimenta que usa, incluyendo boina con pluma o medias de colores, poco tiene que ver con la Edad Media. Robayna eligió este tema tan poco frecuente por ser santo patrón de la isla de Gran Canaria, y haber presentado este cuadro a un concurso público en su capital, Las Palmas, junto a su famoso La conquista de Tenerife, obteniendo por ambos la medalla de bronce.[12]

4- Retablo de la Virgen de la Consolación

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Este importante e histórico retablo, magníficamente restaurado en 2021,[13]​ ocupó la cabecera de la iglesia del desaparecido convento dominico de esta capital. Justo antes de la destrucción de dicho convento, en 1849, el retablo fue trasladado al lugar que ocupa hoy. Datado en el primer cuarto del siglo XVIII (¿1724?), se advierte un pretencioso planteamiento arquitectónico y estético. Destaca por su organización en dos cuerpos y tres calles. Es uno de los pocos retablos que hay en Canarias en usar columnas salomónicas con el primer tercio de talla y capiteles corintios. Además posee entablamentos, molduras, relieves y un rico programa ornamental, enriquecido todo ello por la policromía a base de dorados y tratamientos al temple. En el coronamiento del retablo, con motivos vegetales, aparece el emblema de María, bajo una corona real.[14]

Debajo, en el segundo cuerpo, encontramos representaciones pictóricas franciscanas y dominicas, de la órbita de Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725). El lienzo de la izquierda es una representación de mucha calidad de San Francisco recibiendo al Niño Jesús de manos de la Virgen, de principios del siglo XVIII, tradicionalmente adjudicado al propio Quintana. A la derecha, una entrañable y singular representación de San Luis Beltrán, portando un cáliz del que sale un dragón, que hace mención a un episodio de su vida, en el que casi muere envenenado cuando evangelizaba en Colombia, por lo que el dragón representa el tóxico y la cruz, su salvación. En el centro, San Francisco en meditación.

En el primer cuerpo, en las calles laterales están las imágenes de Santo Domingo de Guzmán (siglo XVIII), que estuvo en el Retablo Mayor, y Santa Rita de Casia (industrial de 1945, que cuenta con gran devoción). En la hornacina central se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Consolación, probablemente el elemento patrimonial más antiguo que hay en San Francisco, de principios del siglo XVII. En el desaparecido convento dominico, esta imagen de vestir sustituyó a la pequeña Virgen de la Consolación gótica (actualmente en la Iglesia de la Concepción), que había traído el conquistador Alonso Fernández de Lugo consigo. Fue la primera devoción mariana de la ciudad de Santa Cruz y la segunda de la Isla, después de la Virgen de Candelaria. Aunque la devoción actual que se le profesa es inferior a otras imágenes, es la Patrona de la capital tinerfeña. Además dio nombre al propio convento dominico.[15]​ Bajo la Virgen de la Consolación, cabe destacar el interesante conjunto escultórico de El Sueño de San José, en madera policromada y dorada (siglo XVII), atribuido a Lázaro González de Ocampo (1651-1714). Única representación de este tema josefino en la plástica barroca canaria, probablemente único también a nivel estatal.

5- Retablo de San Buenaventura

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Todos los elementos de este retablo, incluso imágenes y lienzos, están datados aproximadamente en la primera mitad del siglo XVIII. Está dedicado al teólogo por excelencia de la Orden Franciscana, San Buenaventura. Cuenta con tres calles separadas por elegantes estípites, y dos cuerpos, el primero con hornacinas, cada una de las cuales también están enmarcadas en estípites más pequeños; el segundo, con tres lienzos de originales marcos. El ático incorpora otro lienzo con el tema de Santiago Matamoros, patrón de Santa Cruz, además de estar rematado por cuatro originales pájaros. El retablo ha sido magníficamente restaurado en 2023, devolviéndole todo su esplendor.

En la hornacina central está el titular, una imagen de vestir de San Buenaventura, que mira a lo alto. Porta iglesia y pluma, acorde con su condición de doctor de la iglesia. A la izquierda, una imagen también de vestir de San Blas, mientras que a la derecha está una magnífica talla completa policromada de San Francisco de Paula. Bajo San Buenaventura, en un pequeño nicho, está la extraordinaria escultura de San Ramón Nonato, situada en el pequeño nicho abierto en la predela, posiblemente de escuela napolitana de la citada centuria.

En el segundo cuerpo, dispone de un conjunto de lienzos. En el centro se representa una iconografía no muy habitual: La Virgen del Carmen entregando los escapularios a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Ávila. A la izquierda, Santa Ana amamantando a la Virgen, y la derecha, El martirio de San Lorenzo. Estos lienzos se han llegado a adjudicar, por cronología y similitud estilística, a Nicolás Lorenzo de Fleitas, cuñado y posible discípulo de Cristóbal Hernández de Quintana, además de vecino de Santa Cruz.[16]

6- Cuadro de Ánimas

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Cuadro de Ánimas. Óleo sobre lienzo. 1778

Obra de Rafael Henríquez (1737-1793), pintor local muy relacionado con el antiguo convento, puesto que fue hermano de la Venerable Orden Tercera, incluso síndico apostólico entre 1784 y 1792, además de tener su residencia muy cerca. Está enterrado bajo este lienzo, que en su momento formaba parte de un retablo desaparecido. Dado que esta obra nos revela a un pintor conocedor de su trabajo y por toda esta relación tan directa, se supone que alguna otra obra que está anónima -en la Parroquia o en la Capilla anexa de los Terceros- pueda ser de su mano. Este tema teológico es muy común en las iglesias canarias, en especial en Tenerife. Obedece siempre a una misma estructura compositiva, generalmente en tres niveles: en la parte baja, el fuego purificador que recupera a las almas; en el centro, la Virgen María o el Arcángel San Miguel, y en la parte superior, la Trinidad rodeada de nubes. Henríquez aporta algunas novedades: hizo intervenir en la parte baja a San Francisco y Santo Domingo, con banderolas con sus emblemas, intercediendo por las ánimas; en el centro, flanqueando al Arcángel, dos santos franciscanos arrodillados, que han sido identificados como San Diego de Alcalá y San Pedro Alcántara;[17]​ en la parte superior sitúa, de forma triangular, a Cristo sedante, acompañado por la Virgen en su advocación de Inmaculada, y por San José, ambos arrodillados y que destacan por su calidad técnica.[18]

7- Capilla de la Virgen de la Soledad

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La Capilla de la Soledad ocupa el testero de la nave del Evangelio. En las primeras décadas del siglo XVIII la iglesia conventual queda en forma de planta de cruz latina antes de tomar su configuración actual. Como recuerdo de la primigenia ermita de la Soledad sobre la que se edificó, no sólo se pone un relieve de esta Virgen rematando el impresionante retablo mayor, sino que se erige también esta capilla del lado del Evangelio. Mientras que de la construcción de la capilla del lado de la Epístola se ocupa el por entonces Cónsul de Francia, de ésta se ocuparán los Hermanos Terceros, que suelen tener capilla propia en los conventos franciscanos. Ya en 1723 la reciben como donación perpetua.[19]​ Detrás de esta capilla poseían los Terciarios cuartos para despojos, conectado con la capilla por dos puertas en la parte baja del retablo, que aún existen. Medio siglo más tarde deciden convertir estos cuartos en capilla propia, más amplia e independizada de la iglesia conventual, creándose la Capilla de la V.O.T.

El arco de separación entre capilla y resto de la nave está cubierto por pintura mural que representa a La Piedad, probable obra de algún pintor local con ciertas carencias técnicas que le otorgan una cierta candidez a la lectura del mensaje evangélico. El artesonado de esta capilla, de estilo mudéjar policromado, se encuentra en mal estado. En la pared lateral se encuentra también el Cuadro de ánimas que se ha expuesto en el punto anterior.

El retablo que preside la Capilla es anterior a 1733, puesto que hay datos de ese año de limosnas para aplicarle el dorado.[20]​ Es una muy importante muestra del segundo barroco isleño. Estructurado en tres calles separadas por estípites y dos cuerpos, el inferior con nichos y el superior con pinturas. Es un interesante derroche compositivo a base de relieves, hojarascas, rocallas, todo ello dorado y pintado con repertorios chinescos muy próximos ya al lenguaje rococó. Destaca en el nicho principal la magnífica imagen de vestir de la Virgen de la Soledad, habitualmente adscrita a algún taller canario del siglo XVII, aunque se ha llegado también a adjudicar concretamente a Lázaro González de Ocampo como una de sus última obras, por lo que sería de principios del siglo XVIII.[21]​ Flanqueando a ésta, las esculturas de San Juan Bautista (siglo XVIII) y, sobre todo, un magnífico San Pedro Alcántara, quien fue el titular del convento hasta su desaparición. Dentro del denominado barroco naturalista, se trata de la mejor imagen de la parroquia, alejada de cualquier idealización del personaje, y con gran realismo anatómico: "nos muestra en su rostro evidentes signos de penitencia tanto en las arrugas de la cara como en lo macilento de la carnación. El santo, pese a todo, es delicado y bello, tal vez por la limpieza de mirada con la que le dotó su anónimo autor". [22]​ Se le ha relacionado con alguna escuela andaluza del siglo XVIII. Entre los lienzos del segundo cuerpo, todos ellos de autoría canaria del siglo XVIII, sobresale el perteneciente al Santísimo Cristo de La Laguna, bajo un curioso marco en forma de pabellón, fiel reflejo de la enorme importancia que se le concede a esta imagen gótica en toda Canarias.

8- Órgano en el coro alto

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Órgano justo antes del comienzo de su restauración, en agosto de 2024

En el último cuarto del siglo XVIII se construye un espacioso coro alto donde se ubica una amplia sillería y un gran órgano barroco, con características de la escuela castellano-andaluza. Realizado entre 1778 y 1781, tiene algunas singularidades muy destacables: está construido por el único organero que montó taller en Canarias, concretamente en La Laguna, el cordobés Antonio Corchado, que estuvo trabajando en las Islas durante más de cuarenta años.[23]​ El que nos ocupa es un instrumento único, al añadirle Corchado lo que se denomina cadereta, una segunda caja de sonido más pequeña que se sitúa a la espalda del instrumentista. Tiene un valor histórico considerable, ya que es de los pocos ejemplares completamente realizado en las Islas, dado que la mayoría de los instrumentos de la época tienen procedencia extranjera. El mueble, construido en madera de pino canario, posee unas dimensiones considerables: 3’20 m de ancho, 1’38 m de fondo y 4’40 m de altura, sin contar con las cresterías flameadas que lo coronan. Conserva características de la etapa dorada del órgano español, el Barroco tardío, con cinco campos. De éstos, tres son torreones semicirculares rematados en cornisa: el central con 7 tubos; los laterales, algo más cortos y con 9 tubos cada uno; por último, dos planibandas intermedias entre los torreones, de 7 tubos cada una. En la base de los torreones van unos tablones en los que se insertaban los tubos de dos registros de lengüetería horizontal con los que estaba dotado el órgano y que se suprimieron. El teclado que se conserva es el original, de muy buena factura, con 51 notas, con teclas de marfil y de madera de roble entintada. Este instrumento sufrió a principios del siglo XX una extrema modificación con la intención de adaptarlo a los gustos de esa época. Está en restauración, cuya finalización está prevista para 2026, y que pretende devolverlo a su esplendor original, lo que incluye retirar la pintura marrón con la que fue cubierto, ocultando su aspecto blanquecino original. Por tanto, su aspecto final será parecido al órgano de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Las Palmas, pariente muy cercano al que nos ocupa, puesto que también es de las escasas obras del mencionado Antonio Corchado.[24]​ Se pretende también devolverlo a su ubicación primitiva, en el lado del evangelio del coro alto, lo que permitirá la reconstrucción con la cadereta original, después de posiblemente más de un siglo arrinconada y abandonada.[25]

9- Púlpito

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Estilísticamente, cabe datarlo en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo similar a otros existentes en las Islas. Sobre columna abalaustrada, se presenta la tribuna, en forma de copa octogonal, algo no habitual porque lo frecuente es que sea como máximo hexagonal. Los frentes ofrecen una serie de óleos sobre lienzo que cubre seis de los ocho lados, que son: los cuatro evangelistas, San José y la Inmaculada. La opinión más generalizada se inclina por la paleta del pintor canario Juan de Miranda (1723-1805). Lo cierto es que la figura de la Inmaculada destaca sobre las demás, por lo que las otras cinco pudiesen tener la mano de algún ayudante del maestro. El tornavoz, de forma octogonal en concordancia con la tribuna y con elementos decorativos para dotarlo de una estética barroca, está rematado por una pequeña y magnífica imagen de la Alegoría de la Fe.[26]

13- Cuadros de los obispos García Ximénez y Conejero Molina

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En las dos paredes laterales del presbiterio existen dos cuadros gemelos de grandes dimensiones, uno frente al otro. Se trata de los retratos de dos obispos de la diócesis de Canarias: Bartolomé García Ximénez (en el lado del Evangelio) y Lucas Conejero de Molina (en el de la Epístola). Ambos prelados prefirieron residir mayoritariamente en Santa Cruz de Tenerife, en vez de en su palacio episcopal y sede diocesana de Las Palmas de Gran Canaria. El primero, además, con una vida digna de novelar.[27]​ Aunque parecen del mismo autor, un estudio más detenido refleja una pincelada muy superior en el del obispo Conejero. Éste es obra de uno de los mejores retratistas que ha habido en el archipiélago, José Rodríguez de la Oliva, y dentro de su producción cabe destacarla entre las mejores, aun habiéndola realizado a una muy temprana edad, unos 25 años, dado que "Su Ilustrísima" residió en el convento desde 1718 hasta 1724. La composición recuerda a la pintura hispana del siglo XVIII. A pesar de que la obra no está firmada, no cabe duda de que pertenece al pintor lagunero, ya que éste realizó un estudio preparatorio de la cabeza del prelado, que perteneció a D. Matías Rodríguez Carta, ya que este importantísimo personaje santacrucero profesaba gran admiración al Obispo. El retrato gemelo del Obispo García Ximénez se debió hacer en parte de memoria, pues en 1736 el coronel Francisco Astigarraga regala el cuadro al convento, y hacía cerca de medio siglo que el Obispo había fallecido. Debajo del cuadro de Ximénez y pintado al fresco se lee la inscripción: Ob. D. Bartolomé Gª Ximénez, fundador de este convento, colocó personalmente en él la majestad sacramentada, el 21 de julio de 1680; debajo del otro prelado está inscrito: El Ob. D. Lucas Conejero de Molina hizo construir esta capilla Mayor, año 1720.[28]

14- Retablo de la Capilla Mayor

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Está trabajada con madera de barbusano, y sus medidas son, ocho metros de largo por once de alto, se destaca por la riqueza y variedad de la decoración. En la peana central se encuentra la imagen de la Inmaculada Concepción (siglo XIX) procede de escuela andaluza, y en los laterales; San Francisco de Asís, obra americana del siglo XVIII, y Santo Domingo de Guzmán, anónima del siglo XVII, procedente del desaparecido convento de la Orden de Predicadores de la ciudad.

15- Baptisterio

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Como capilla bautismal se aprovechó un reducido espacio debajo de la escalera de acceso al coro. En él se encuentra la pila bautismal de mármol coronada por una cruz, del año 1895 y adquirida con limosnas de los feligreses, como señala la inscripción de la base, donde figura también el autor, E. Wiot. Junto a la pila, un cirio pascual bendecido cada año la noche de Pascua de Resurrección y una pintura alusiva al bautismo de Jesús. Los mármoles de Canarias del periodo barroco tienen procedencia, casi en su totalidad, de Génova o Andalucía, y si bien la pila bautismal es más moderna, si que deben ser de esos orígenes las dos pilas benditeras que se encuentran en la entrada de la iglesia. La de la izquierda, más sencilla, figura que fue una donación de finales del siglo XVII. La más cercana al baptisterio, más elaborada, es probable que sea del XVIII.[29]

16- Retablo de San Antonio de Padua

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Es el último retablo situado en la nave de la Epístola.[30]​ Posee dos cuerpos en los que destacan elementos arquitectónicos que definen sus tres calles. La escasa ornamentación, a base de dorados, mitiga la sobriedad de los materiales. Aunque su construcción se remonta al siglo XVIII, las intervenciones de etapas posteriores son evidentes. Consta que en 1835 estaba pintado imitando jaspes y perfiles dorados, sin embargo, al igual que otros muchos elementos patrimoniales (retablos, órgano, púlpito) en algún momento del siglo XX fue cubierto por pintura marrón. Por tanto, necesita de una profunda restauración, ya que la madera se encuentra también en mal estado. Consta también que en los dos nichos laterales del segundo cuerpo se encontraban los cuadros de San Francisco y San Pascual Bailón, que ahora están en la Capilla del Retiro. Hay intención futura por devolverlos a sus sitios primigenios. En la actualidad, en lugar de estos cuadros, están dos imágenes del siglo XVIII de interés: el expresivo y bellísimo San Luis Beltrán, que debió venir del desaparecido convento dominico junto al Retablo de la Consolación, y San Salvador de Horta, de factura popular, acompañado por dos pequeños mendigos. En el centro, la Virgen del Sagrado Corazón, industrial del siglo XX. En el cuerpo inferior, está una talla de vestir de calidad de San Cayetano, probablemente presente en la iglesia desde la creación del antiguo convento en 1680. En el otro extremo, una Santa Lucía que aun siendo industrial, está en los registros de la iglesia desde finales del siglo XIX,[31]​ y que cuenta con gran devoción. Aunque mayor devoción aun tiene el grupo escultórico que preside el retablo, San Antonio de Padua, una teatral y artística obra de tamaño natural, sobre un basamento de nubes y acompañado por el Niño Jesús y dos angelotes con atributos paduanos. Tallado en madera en el siglo XX, procede de talleres valencianos. Su festividad, el 13 de junio, se celebra con gran solemnidad, con procesión por las calles del barrio del Toscal.

17- Arco del Cristo de la Buena Muerte

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Enfrentado al acceso lateral de la Iglesia, nos encontramos con un arco de cantería de medio punto en la nave de la Epístola. En su entorno permanecen restos de la pintura mural que cubría todas las paredes, en este caso, falsas arquitecturas (columnas, entablamento, remates, una ventana, etc.). Este arco, originariamente era el acceso al claustro del desaparecido convento. Fue así hasta mediados del siglo XIX. Con posterioridad se habilitó detrás del arco una capilla mortuoria, que estaba presidida por un crucificado al que se le denominaba Cristo de la Buena Muerte. Desaparecidas las edificaciones conventuales en la década de los 30 del pasado siglo, este acceso se tapió y el arco desapareció mediante encalado. Finalmente, en la gran restauración de la iglesia de 1990 se recuperó el arco y se puso tras éste un paramento de cantería roja, de modo que está allí nuevamente ubicado el magnífico Cristo de la Buena Muerte. Es esta una imagen de tan perfecto estudio anatómico, que se suponía de origen andaluz del siglo XVII.[32]​ No obstante, recientes investigaciones proponen que es obra del artistsa palmero Domingo Sánchez Carmona,[33]​ datada entre 1725-30, por similitudes estilísticas con una obra segura de este autor, una Dolorosa de la parroquia de San Francisco de Santa Cruz de La Palma, así como por el parecido con el crucificado del impresionante Calvario flamenco del Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, en la misma Isla, que dicho autor pudo estudiar en primera persona.

18- Retablo de San José

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El retablo de San José fue restaurado en el año 2022. Su situación anterior era penosa, con serio peligro de colapso, dado que el 80% de la madera estaba gravemente afectada por ataque de termitas. La magnífica restauración le ha devuelto el esplendor a esta singular pieza de la retablística canaria. Además, fruto de dicha restauración, se han conocido nuevos datos como que inicialmente fue retablo de San Antonio, posteriormente de San Francisco y sólo desde finales del siglo XIX está dedicado a San José.[34]​ Se trata de un retablo construido y dorado entre 1733 y 1739. Ha sido atribuido a Guillermo Beraud, importante maestro francés establecido en Tenerife desde 1725, cuya producción supuso la renovación estética de la plástica barroca insular,[35]​ aunque no todos los expertos que han estudiado el retablo coinciden en esta atribución. Respecto al retablo, a pesar de que no tiene excesivo desarrollo volumétrico, destaca por su concepción en traza y su desarrollo ornamental dentro de la estética del denominado segundo barroco, con inclusión de ciertos requiebros rococós, en los que comulgan una rica decoración botánica en relieve (hojarascas, conchas, espejos y guirnaldas ensartadas de flores y frutos) con la existencia de columnas salomónicas y estípites. Destacar también la presencia de dos escudos, franciscano y dominico, bajo una corona, que representa la hermandad de ambas órdenes mendicantes, al igual que en muchos otros lugares de la iglesia (retablo mayor, cuadro de ánimas, etc). Toda la decoración, de gran volumetría y agitación, lo dota de movimiento flamígero de avance hacia el espectacular ático que contiene tres pinturas pertenecientes a autores canarios del siglo XVIII.[36]​ Mientras las dos primeras fueron realizados específicamente para este retablo, en concreto San Juan de Dios y San Lorenzo (que aparece con la parrilla, símbolo del martirio al que fue sometido), la tercera, San Juan Bautista, ha sido reutilizada. Este lienzo, debido a su gran calidad, ha sido atribuido (durante el periodo de restauración del retablo) a Cristóbal Hernández de Quintana. Resulta sorprendente porque el santo aparece con una clara apariencia andrógina, algo nada habitual, habiendo que retrotraerse al San Juan Bautista del genio Leonardo.

Respecto a las imágenes, el retablo está presidido por un bellísimo San José, imagen de vestir del siglo XVIII importada desde Cuba. Al haber otras imágenes gemelas a ésta en Canarias, como el que está en San Marcos de Icod, y al igual que pasa con el San Francisco del retablo mayor, nos hace pensar que en América se realizaban tallas de gran calidad pero en serie, destinada a su exportación. También es de mérito el Niño Jesús dormido que porta en su brazo derecho. San José está flanqueado por dos arcángeles. San Miguel es una talla de gran calidad, probablemente del siglo XVII de taller peninsular. Por el contrario, San Rafael es de factura más popular, y ha sido atribuido al círculo del escultor Lázaro González Ocampo, por lo que probablemente sea de la primera mitad del siglo XVIII. Se representa ofreciendo un pescado al joven Tobías.[37]​ Por último, bajo San José, en el lugar que ocuparía el sagrario, está una de las joyas de la Parroquia: una Inmaculada Concepción de alabastro, de 82 cms de altura total. Se le representa pisando un curioso demonio en forma de dragón, de influencia oriental. Está policromada con minúsculas representaciones florales. Es de las escasas imágenes existentes en Canarias de esta delicada piedra y, además, su estado de conservación es magnífico. Su origen habría que establecerlo en la isla de Sicilia, en concreto, en la ciudad de Trapani, cuyos talleres se especializaron en este tipo de imágenes. Consta en el antiguo Convento desde 1708, por lo que es probable que sea del siglo anterior.[38]

19- Capilla del Señor de las Tribulaciones

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 Originalmente llamada de "San Luis Rey de Francia", es la capilla que actualmente acoge la imagen venerada del Señor de las Tribulaciones. En los nichos laterales se encuentran las imágenes de Santo Domingo de la Calzada y San Expedito. En un nicho superior, San Alfonso María de Ligorio y un Niño Jesús, de vestir y en actitud de bendecir.


Altares desaparecidos

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Algunos retablos y altares han desaparecido o se han perdido entre ellos:

Otras imágenes

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La iglesia posee además otras imágenes colocadas en nichos laterales o bien retiradas del culto, entre ellas destacan:

Efemérides

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Este templo acogió en 1994, la venerada imagen de la Virgen de Candelaria (Patrona de Canarias) durante su visita a la capital ese año con motivo del 500 aniversario de la fundación de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, además se descubrió una placa conmemorativa del histórico evento, que actualmente está situada en uno de los laterales de la puerta principal de la iglesia. La patrona canaria estuvo custodiada durante 15 días en esta iglesia, entre el 15 y el 28 de octubre de 1994. Anteriormente la Virgen Morenita había visitado la Iglesia de San Francisco de Asís en 1965.

Otros datos

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  • Un dato curioso es el hecho de que la torre y el reloj de la iglesia pertenecen al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, mientras que las campanas son de la parroquia.[39]​ Hasta no hace muchos años, había que pedir permiso para subir a tocar las campanas. En la actualidad, éstas se manejan desde la sacristía, ya que el sistema se ha automatizado.[39]
  • La Parroquia de San Francisco está considerada como la iglesia del Puerto de Santa Cruz, por lo que a lo largo de los siglos muchas personalidades han pasado por ella a orar antes de embarcarse, entre estas personalidades pudo estar el Santo Hermano Pedro.[39]

Véase también

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Referencias

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  1. Gobierno de Canarias (7 de marzo de 1986). «DECRETO 30/1986, de 7 de febrero, por el que se declaran monumentos y conjuntos históricos artísticos de interés para la Comunidad Autónoma de Canarias.». Boletín Oficial de Canarias. 
  2. Gobierno de Canarias (5 de enero de 2009). «DECRETO 242/2008, de 23 de diciembre, por el que se delimita el entorno de protección del Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento "La Iglesia Parroquial de San Francisco", situada en el término municipal de Santa Cruz de Tenerife, isla de Tenerife.». Boletín Oficial de Canarias. 
  3. Ministerio de Cultura. «Consulta a la base de datos de bienes inmuebles». Consultado el 25 de abril de 2024. 
  4. El Toscal alaba al Señor de las Tribulaciones
  5. Iglesia y Convento de San Francisco de Asís (Santa Cruz de Tenerife) (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  6. Carlos J. Castro Brunetto (2011). Sobre Portugal y el arte en Canarias. Siglos XVI-XVIII. Revista de estudios colombinos, nº 7, p. 74
  7. Juan de Armas, alarife de San Juan Bautista de Arico
  8. Arquitectura culta jesuita en Canarias
  9. Martínez de la Peña, pp. 52-53
  10. Martínez de la Peña, p. 52
  11. Varios autores (2023). Juan de Miranda lo pintó (catálogo exposición). Gobierno de Canarias, p. 262. ISBN 978-84-7947-894-0.
  12. Mª del Carmen Rodríguez Fraga (1993). Robayna. Gobierno de Canarias, pp. 80, 83. ISBN 84-7947-075-5
  13. Restaurado el retablo del s. XVII de la Iglesia de San Francisco
  14. Ficha retablo de la Consolación, web del RACBA
  15. Nuestra Señora de la Consolación, Patrona de Santa Cruz
  16. Margarita Rodríguez González (1983). Panorama artístico de Tenerife en el siglo XVIII. Cabildo Insular de Tenerife, pp. 154-5. ISBN 84-500-8335-4.
  17. Martínez de la Peña, pp. 46-7
  18. Margarita Rodríguez González (1983). Panorama artístico de Tenerife en el siglo XVIII. Cabildo Insular de Tenerife, pp. 166-7. ISBN 84-500-8335-4.
  19. Martínez de la Peña, p. 45
  20. Martínez de la Peña, p. 45
  21. Sebastián Matías Delgado Campos (2017). De dolorosas, artistas y retablos
  22. Carlos Javier Castro Brunetto (2008). San Pedro de Alcántara: la penitencia y la mística. Revista de Historia Canaria, nº 181, p. 71
  23. Rosario Álvarez Martínez (2008). Los órganos históricos de Canarias. Almogarén, nº 42, pp. 292-3
  24. Datos del órgano de Santo Domingo de Guzmán en el programa del VII Ciclo de Conciertos de Órganos históricos de Gran Canaria (2018)
  25. Rosario Álvarez Martínez. Informe sobre el órgano de la Parroquia de San Francisco. En la web antigua de la Parroquia
  26. Martínez de la Peña, pp. 43-44
  27. García-Ximénez, el obispo que tardó 178 días en llegar desde Cádiz a Tenerife
  28. Rodríguez Pérez, pp. 66-67
  29. Martínez de la Peña, pp. 63, 65
  30. Martínez de la Peña, pp. 61-62
  31. Martínez de la Peña, p. 46
  32. Martínez de la Peña, p. 60
  33. Pablo Torres Luis (2024). Representaciones de Cristo Crucificado en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Programa de Semana Santa de Santa Cruz de Tenerife, pp. 26-28
  34. Pablo Torres Luis y Leticia Perera González (2024). El antiguo retablo de San Antonio de la parroquia de San Francisco de Santa Cruz de Tenerife. Anales de la RACBA, p. 123
  35. Germán F. Rodríguez Cabrera (2019). El maestro Guillermo Beraud. Nuevas aportaciones sobre su vida y obra. Revista de Historia Canaria, nº 201, p. 437
  36. Ficha retablo de San José, web del RACBA
  37. Varios autores (2006). Roque de Montpellier. Iconografía de los santos protectores de la peste en Canarias. Ayuntamiento de Garachico, p. 244. ISBN 84-7947-426-2.
  38. Juan A. Lorenzo Lima y Pablo Hernández Abreu (2024). Matías Rodríguez Carta (1675-1743). Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, pp. 208-9. ISBN 978-84-96963-05-4.
  39. a b c d Los tesoros de San Francisco se pierden

Bibliografía

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  • Alejandro Cioranescu (1977). Historia de Santa Cruz de Tenerife 1494 – 1803 Tomo II. Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife. ISBN 84-500-1652-5. Páginas 430 - 440. 
  • Alberto Darias Principe. Santa Cruz de Tenerife, Ciudad, Arquitectura y Memoria Histórica 1500–1981. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. ISBN 84-89350-92-2. Páginas 47 pp. 
  • Domingo Martínez de la Peña (2018). Historia del Convento de San Pedro Alcántara, de la Iglesia Parroquial de San Francisco de Asís y de la Capilla de la Venerable Orden Tercera. La tienda del papel. Depósito legal TF-732-2018. 
  • Antonio Rodríguez Pérez (1986). Antiguo convento de San Pedro Alcántara. Los franciscanos en Santa Cruz de Tenerife. No publicado, disponible en la biblioteca TEA (Tenerife Espacio de las Artes). 

Enlaces externos

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