Habis

rey de Tartessos

Habis,[1]​ también llamado Habido[2]​ o Abido, así como también Habidis [3]​ fue, según la mitología,[4]​ un rey civilizador de un pueblo que vivía en las zonas boscosas de Tartessos.[5]

Fuentes literarias antiguas

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Es probable que lo que se sabe de Gárgoris y Habis provenga de Asclepíades de Mirlea, que conocía la Turdetania por haber enseñado allí gramática griega. Se conservan partes de una obra suya sobre este territorio, llamada Periégesis, en la que se habla de viajes y fundaciones basadas en fábulas. Su información pudo haber llegado directamente a Pompeyo Trogo, directamente de sus escritos o a través de los de Posidonio.[6]

Marco Juniano Justino, en su obra Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo, dice que Gárgoris fue rey de un pueblo que habitaba en las áreas boscosas de Tartessos. Los historiadores se dividen entre dos traducciones de quién pudo haber sido este pueblo: los cunetes o los curetes.[7][6]

Según Heródoto los conii, cynetes o cunetes eran un pueblo que vivía en el extremo occidental de Europa. Los curetes, por otro lado, eran un pueblo que tenía su origen legendario en Creta. Los que sostienen que eran curetes argumentan que, según Diodoro Sículo, estos fueron los primeros en recoger miel, al igual que Gárgoris. También argumentan que Cronos quiso acabar con Zeus al igual que Gárgoris con Habis, y que un mito dice que Zeus, según la Biblioteca mitológica de Apolodoro y los Fastos de Publio Ovidio Nasón, fue protegido por los curetes.[6]

En la obra de Justino, basada en la de Trogo, se dice que la hija de Gárgoris quedó embarazada. Unas traducciones, como la de Fernando Gascó, dicen que quedó embarazada por una deshonra[7]​ y otros, como Diego Ruiz Mata, que fue embarazada por su padre.[8]

En la obra de Justino se dice que Gárgoris ordenó abandonar al niño por vergüenza y, después de varios días mandó buscar el cuerpo. Entonces se encontraron que el niño seguía vivo amamantado por diversas fieras. Tras esto, Gárgoris puso al niño en un sendero estrecho por el que solían pasar manadas de animales, sin que le pasase nada. Posteriormente, lo arrojó a una jauría de perros furiosos que llevaban varios días de ayuno y, luego de que sobreviviera, le arrojó a los cerdos. Como al niño no le pasaba nada, sino que era amamantado por las hembras, Gárgoris dispuso arrojarlo al océano. El niño fue arrastrado por las olas hasta la orilla con suavidad por voluntad divina. Fue encontrado por una cierva que lo amamantó y logró criarse con los ciervos consiguiendo su misma agilidad. Finalmente, fue capturado a lazo y entregado al rey Gárgoris como regalo. El monarca le reconoció por el parecido y por unas marcas de nacimiento. Sorprendido, Gárgoris le nombró su sucesor y lo llamó Habis.[9][7]

Justino cuenta que Habis fue el primer monarca de su pueblo que puso leyes, enseñó a domar a los bueyes con el arado, enseñó a cultivar grano en los surcos y prohibió a los hombres recoger frutos silvestres por el desprecio que había cogido a tener que vivir de la naturaleza.[8]​ También distribuyó a la población en siete ciudades.[7]

Cita de la obra de Justino

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Por otra parte, los bosques de los tartesios, en los que los Titanes, se dice, hicieron la guerra contra los dioses, los habitaron los cunetes, cuyo antiquísimo rey Gárgoris fue el primero que descubrió la utilidad de recoger la miel. Éste, habiendo tenido un nieto tras la violación de su hija, por vergüenza de su infamia intentó hacer desaparecer al niño por medios diversos, pero, salvado de todos los peligros por una especie de fortuna, finalmente llegó a reinar por la compasión que despertaron tantas penalidades. Ante todo, ordenó abandonarlo y, pocos días después, al enviar a buscar su cuerpo abandonado, se encontró que distintas fieras lo habían alimentado con su leche. Después de llevarlo a casa, manda arrojarlo en un camino muy estrecho, por el que acostumbraba a pasar el ganado; hombre verdaderamente cruel, ya que prefería que su nieto fuera pisoteado en vez de darle muerte simplemente. Como también entonces había salido ileso y no estuvo falto de alimentos, lo arrojó primero a unos perros hambrientos y torturados por la privación de muchos días y después también a los cerdos. Así pues, puesto que no sólo no recibía daño, sino que además era alimentado por las ubres de algunas hembras, mandó por último arrojarlo al Océano. Entonces claramente por una manifiesta voluntad divina, en medio de las enfurecidas aguas y el flujo y reflujo de las olas, como si fuera transportado en una nave y no por el oleaje, es depositado en la playa por unas aguas tranquilas, y no mucho después se presentó una cierva, que ofrecía al niño sus ubres. Más tarde, por la convivencia con su nodriza el niño tuvo una agilidad extraordinaria y durante mucho tiempo recorrió montañas y valles en medio de los rebaños de ciervos, no menos veloz que ellos. Finalmente, apresado con un lazo, es ofrecido al rey como regalo. Entonces, por el parecido de las facciones y por las señales que se habían marcado a fuego en su cuerpo cuando pequeño, reconoce al nieto. Después, admirando tantas penalidades y peligros, él mismo lo designa su sucesor al trono. Se le puso el nombre de Habis, y después de haber recibido la dignidad real, fue de tal grandeza, que parecía no en vano arrancado a tantos peligros por la majestad de los dioses. De hecho, sometió a leyes a un pueblo bárbaro y fue el primero que enseñó a poner a los bueyes bajo el yugo del arado y a procurarse el trigo con labranza y obligó a los hombres, por odio a lo que él mismo había soportado, a dejar la comida silvestre y tomar alimentos más suaves. Sus vicisitudes parecerían fabulosas si no se contara que los fundadores de los romanos fueron alimentados por una loba y que Ciro, rey de los persas, fue criado por una perra. Prohibió al pueblo los trabajos de esclavo y distribuyó la población en siete ciudades. Muerto Habis, sus sucesores retuvieron el trono durante muchos siglos.[10]
Marco Juniano Justino en Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo. Traducción del académico José Castro Sánchez

Interpretación

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La obra de Justino menciona el parecido de esta narración con lo que se contaba de Ciro II, rey de los persas, amamantado por una perra y Rómulo y Remo amamantados por una loba.[7]

Marcelino Menéndez Pelayo opina que es un relato épico parecido al de Ciro II, narrado por Heródoto, o al de Rómulo y Remo, contado por Tito Livio.[7]

También hay mitos que narran que a Neleo y Pelias los amamantó una yegua y a Mileto varias lobas.[11]

Joaquín Costa vio en esta historia un mito donde Habis era una personificación del sol.[7]

El académico Diego Ruiz Mata ve aquí una forma de narrar la transición entre el hombre cazador-recolector, representado por la época de Gárgoris, y la civilización sostenida por la agricultura, representada por el reinado de Habis.[5]

En la literatura moderna

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El mito de Gárgoris y Habis fue narrado en verso en una obra de nueve capítulos titulada Las Abidas (1566) de Jerónimo de Arbolanche. El libro trata de que Gárgoris tiene un hijo fruto de una relación incestuosa con una de sus hijas y, para evitar una vergüenza, abandona a este en el mar. El niño es salvado por unas ninfas y devuelto a tierra. Luego vive en el bosque amamantado por una cierva hasta que un pastor llamado Gorgón lo recoge y lo cría. Vive como pastor hasta que se encuentra con su madre, que logra para su hijo el trono.[12]

Fernando Sánchez Dragó escribió un ensayo titulado Gárgoris y Habidis (1978), donde trata de Tartessos y otros temas.[13]

Véase también

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Referencias

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  1. De Molina, J. M. «Habis, rey Tartesso. El mito del rey Tartesso Habis». España. Archivado desde el original el 11 de julio de 2013. 
  2. «Cuadernos de Trabajo de Historia de Andalucía. Carpeta V. Tema 3». Gran Enciclopedia de Andalucía. 
  3. Sánchez Dragó, Fernando (1978). Gargoris y Habidis. 
  4. Arnaldos, Manuel (I - II a.C.). «Mito de Habis y Gárgoris». Enciclopedia Mercabá de Arqueología. 
  5. a b Ruiz Mata, 2023, pp. 653-654.
  6. a b c Fernando Gascó La Calle (1987). «¿Curetes o cunetes? Justino XLIV, 4,1». Gerión (5): 183-194. ISSN 0213-0181. 
  7. a b c d e f g Fernando Gascó La Calle (1986). «Gargoris y Habis: la leyenda de los orígenes de Tartesos». Revista de estudios andaluces (7): 127-146. ISSN 0212-8594. 
  8. a b Ruiz Mata, 2023, p. 652.
  9. «Tarteso, del mito a la realidad histórica (I)». La Biblioteca de Pergamo. 28 de noviembre de 2022. Consultado el 21 de marzo de 2023. 
  10. Justino. Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo. Fragmentos, Madrid, Gredos, 1995, edición y trad. de José Castro Sánchez
  11. Antonio Cascón Dorado (2016). «Otra vez sobre Rómulo y Remo: Ciro y la leyenda del fundador». Myrtia: revista de filología clásica (31): 57-81. ISSN 0213-7674. 
  12. María Francisca Pascual Fernández (2011). «'Las Abidas' de Jerónimo de Arbolanche: primer episodio pastoril». "Scripta manent". Actas del I Congreso Internacional Jóvenes Investigadores Siglo de Oro, JISO 2011: BIADIG. Biblioteca áurea digital 10: 319-336. ISBN 978-84-8081-262-7. 
  13. Ramón Hervás, en Diccionario Literario Bompiani, Apéndice de obras, 1987-1997, Barcelona: Hora, 1998, pp. 396-398. ISBN 84-85950-82-8.

Bibliografía

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Predecesor:
Gárgoris
Reyes míticos de
Tartessos

Sucesor:
Argantonio