Hugo Coya

Nuestros queridos , siempre tan preocupados por el bienestar de la nación, han decidido resucitar las prácticas más anacrónicas de la censura con su nueva y la propuesta de intervención en el órgano que administra TV Perú y Radio Nacional. Porque, claro, nada mejor que reforzar la controlando lo que el público puede o no ver en un país que alguna vez soñó con la.

La inspiración para esta joya legislativa, con la congresista a la cabeza, parece extraída directamente del manual de la dictadura militar del general . Así, en aras de un cine nacionalista, se creó en 1974 la Junta de Supervigilancia de Películas, donde se negaban fondos a proyectos audiovisuales críticos al régimen o cuestionadores de la sociedad en la que vivíamos.

Ahora, cualquier proyecto de película que no haga reverencias a principios vagos y subjetivos como “atentar contra el ”, “contravenir la defensa nacional” o “la seguridad y el orden interno del país” podrá ser eliminado de un plumazo por una dirección administrativa del. Porque, ¿quién mejor para decidir sobre la valía artística que un burócrata con miedo a perder su puesto?

Y si alguien pensaba que la discriminación ya había sido eliminada del se equivoca. Esta ley también se asegura de que los cineastas de fuera de tengan que cubrir el 50% de sus costos antes de recibir un centavo del Estado. Además, la nueva ley encarga la comisión fílmica –encargada de promover, facilitar, brindar apoyo logístico, permisos y recursos a cineastas extranjeros– a . Total, no es que necesiten saber algo sobre cine, ¿verdad? Es como poner a un jardinero a pilotear un avión: seguro saldrá bien.

Nuestros legisladores, en su infinita sabiduría, también han decidido ignorar propuestas más sensatas como la creación de una cinemateca o la discusión sobre la cuota de pantalla. Al fin y al cabo, ¿quién necesita pensar en el cine nacional cuando podemos centrarnos en destruirlo?

Para poner la cereza sobre el pastel, la ministra de Cultura ha insinuado que podría observar la ley, aunque expresó su disposición por modificar los criterios en la concesión de estímulos económicos al cine. Claro, porque, después de tanto destrozo, un poco de maquillaje legislativo seguro arreglará todo, con la certeza de que la presidenta, siempre tan preocupada por mantenerse en el poder, probablemente firmará cualquier cosa que le asegure un día más en

Pero no contentos con este desastre, la Comisión de Descentralización del Congreso, presidida por el congresista y a propuesta de su colega de bancada , ha aprobado la incorporación de representantes del Parlamento y del en el directorio del. Es obvio que esta incorporación comprometería la autonomía e independencia del IRTP, facilitando la interferencia política aún más en los contenidos de TV Perú y Radio Nacional.

Lo más irónico es que ambas iniciativas han sido impulsadas por congresistas de un partido que proclama la libertad como su principio irrenunciable. ¿Libertad para qué? ¿Para imponer censura y controlar medios?

Así, estas iniciativas legislativas nos dejan una lección valiosa: cuando los políticos dicen que están trabajando por la libertad, asegúrese de revisar las letras pequeñas. No vaya a ser que, entre líneas, lo que realmente estén diciendo es que quieren decidir qué puede ver, leer y pensar. Porque en el Perú de hoy, el desprecio por el ciudadano se ha convertido en la única realidad.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Hugo Coya es Periodista