La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, aceptó el jueves 22 la nominación del Partido Demócrata rumbo a las elecciones del 5 de noviembre con un discurso que selló un nuevo rumbo -más optimista y efusivo- para la agrupación política que hace poco más de un mes parecía haber perdido el rumbo por las divisiones en torno a la candidatura de Joe Biden.
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Harris, de 59 años, salió al escenario con la promesa de ser la presidenta de todos los estadounidenses y advirtió de los peligros que, en su opinión, implicaría una victoria del exmandatario republicano Donald Trump, a quien calificó de “poco serio”. Fue una alocución bastante esperada por quienes querían escuchar más de la exfiscal, cuyo rol como vicepresidenta ha sido más bien deslucido.
El Comercio conversó con Arlene Ramírez Uresti, académica de la Universidad Iberoamericana de México y articulista de “Forbes”, sobre los retos que vienen ahora para Harris, entre ellos mantener una estrategia clara para convencer a los indecisos que ella puede ser mejor que Trump.
-Kamala Harris resaltó su historia personal, acogió un lenguaje de patriotismo y lanzó una avalancha de ataques hacia Donald Trump. ¿Logró transmitir un mensaje lo suficientemente contundente para impulsar su joven candidatura?
Creo que por primera vez se vio a la fiscal, a esa mujer que conoce el sistema de Estados Unidos. Incluso como vicepresidenta creo que no la habíamos escuchado con una narrativa tan interesante. Finalmente se vio el poder que puede tener con respecto a su oponente y creo que fue un discurso brillante en el sentido del ‘storytelling’ que se fue construyendo. Hizo mucho sentido que hablara de su rol como procuradora, tanto a nivel local como en el sistema de justicia de Estados Unidos, y creo que definitivamente este discurso viene a ser el parteaguas en su historia política.
"Tiene que atraer hacia ella el voto que era para Biden. Eso no lo tiene garantizado. El reto para Harris es muy grande"
-La candidata demócrata dedicó gran parte de su discurso a Trump. ¿Qué nos dice eso de lo que va a ser su estrategia para lo que queda de campaña?
En realidad, ese tiempo tan extenuante que le dedicó a Donald Trump es para quien no está decidido todavía, y ahí es donde está la estrategia de la campaña de Kamala Harris. Hablarle, por un lado, a los indecisos; por otro, a los no militantes; y, por supuesto, hablarle a la gente que no piensa votar, a los que de alguna forma ya tienen una abstención permanente, pero además a quienes no están convencidos de apoyar a ninguno de los dos candidatos porque a lo mejor su primera opción era Joe Biden. Aquí hay un punto muy importante. Ella tiene que atraer hacia ella el voto que era para Biden. Eso no lo tiene garantizado. El reto para Harris es muy grande. Yo no diría que a partir del discurso del jueves, que fue muy bueno, se puede asegurar una buena elección ni ganarla. Eso hay que tenerlo muy claro.
-¿Cómo evalúa la forma en la que Harris abordó los problemas del país?
Además de tratar de rescatar este voto que está en el limbo, la estrategia de Harris fue subirse a la conversación que ha iniciado Donald Trump, y ahí es donde medimos que quizá el candidato republicano está mejor posicionado en ciertos ejes. Harris habló de los cárteles de México en el mismo sentido que Trump. Habló de la lucha contra el tráfico de sustancias ilícitas. Habló del aborto. Yo siento que es un tema bien arriesgado para ella. Hablar del aborto y de posturas tan radicales genera incomodidad. Son temas progresistas que en Estados Unidos no son cómodos. Y, por otro lado, habló de Gaza y de Israel. Entonces se sube a la conversación y a la agenda que ya tiene Trump. Eso nos indica que el monitoreo de su campaña le dice que necesita contraatacar en puntos donde Trump está siendo más fortalecido.
-¿Cuáles son los principales retos para Harris en este punto de la contienda?
Uno, articular una campaña en 11 semanas, mientras que Donald Trump viene prácticamente de ocho meses de estar en el foco y con una campaña perfectamente articulada, enaltecida por el atentado en su contra y todavía más fortalecido por las sentencias que le queda por escuchar. Número dos, creo que ella necesita mostrarse, y eso le cuesta trabajo, la vemos muy débil y prácticamente invisible como vicepresidenta. Entonces le cuesta mucho trabajo abordar temas y ser desafiante ante la complicada agenda del país. Creo que ese es su principal reto: mostrarse, tal como hizo ayer, de forma permanente. Una mujer que se ha ganado un lugar en la política de Estados Unidos, que es vicepresidenta de Estados Unidos, pero que en tal cargo ha dejado muchísimo que desear. Contrarrestar esa imagen en la mayoría de los estadounidenses no va a ser fácil. Y el otro reto, que aunque no mayúsculo sí es importante, es articular un discurso hacia todas las minorías. Harris está muy enfocada en los afroamericanos. Ella de forma natural se ha identificado con el grupo, entonces le habla a ellos, pero no al resto de minorías, cosa que los republicanos han estado haciendo, incluso Donald Trump ha estado acercándose a las otras minorías, y eso puede hacer la diferencia.
-La vicepresidenta se dirigió especialmente a las clases medias también, incluso aprovechando su propia historia personal. ¿Cómo vio su mensaje para ellos?
Encontré un poco de incongruencia en esa parte del discurso porque, por ejemplo, ella habla de la clase media que ha sido despojada de sus casas cuando en el gobierno de Joe Biden, con ella como vicepresidenta, se ha vivido la peor crisis de tenencia de casas y de propiedades en EE.UU. La clase media ha desaparecido en Estados Unidos. Ella está hablando de una clase media que hoy ya no existe, como ella la está narrando. Eso habla de un desconocimiento importantísimo de la realidad del país. La gente que hoy no puede pagar las hipotecas ni las rentas es mayor del número de habitantes que había en esa condición en el gobierno de Trump.
-Las encuestas le dan una ligera ventaja por encima de Donald Trump. ¿Se puede atribuir esto a la emoción inicial por su candidatura o podría ser algo permanente?
Yo soy muy escéptica de las encuestas. Hoy Kamala Harris es parte del grupo en el poder. En realidad, lo mismo pasó con Hillary Clinton. Una noche antes las encuestas oficiales de los medios alineados al gobierno de Barack Obama decían que Hillary Clinton iba a ganar contundentemente la presidencia. Hoy pasa exactamente lo mismo. Yo no confiaría tanto en las encuestas. Pienso que el termómetro va a ser a partir de hoy la respuesta que Kamala Harris tenga en la calle con la gente porque no ha hecho campaña a ese nivel.
-Uno de los puntos que más división causa entre los demócratas es la guerra en Gaza, sobre el que Harris pareció buscar un punto medio en su discurso. ¿Cómo sorteó la demócrata este tema, que incluso generó protestas en el marco de la convención?
Definitivamente no conoce el tema de política exterior como debería. Me atrevo a decir que ese es uno de sus puntos más flacos en la administración. En lo personal, ella tiene una postura respecto a Israel y a Gaza, pero la postura de Estados Unidos es de apoyo a Israel. Entonces, la propuesta que ella plantea la está diciendo desde su propia voz y creo que eso es un error estratégico, porque finalmente el involucramiento que tiene no solamente Estados Unidos, sino los países de la OTAN, es contrario a la postura que ella está mostrando. Entonces, por el sistema de pesos y contrapesos, difícilmente se le podría autorizar a un presidente de Estados Unidos cambiar absolutamente la narrativa. Incluso va en contra de los principios fundamentales filosófico-políticos de Estados Unidos.
-Trump comentó el discurso de Harris prácticamente en tiempo real y no dudó en llamarla “camarada Kamala” y afirmar que la vicepresidenta “no ha hecho nada más que hablar durante tres años y medio”. ¿Se espera un cambio en la estrategia de Trump frente a lo que hemos visto en la Convención Demócrata?
Yo creo que vamos a ver nuevamente al Trump misógino, al Trump agresivo, al Trump que si bien tiene un cierto porcentaje muy asegurado de votos, también va a buscar acercarse a los indecisos. Entonces, se va a ir a la yugular en los temas donde sabe que hay un punto débil. La gran desventaja que tiene Kamala Harris es que ella tiene que ir en contra de su propio desempeño. No hay que perder de vista algo muy importante. Joe Biden y Kamala Harris son la administración peor evaluada por los estadounidenses, superando a Richard Nixon. El estadounidense promedio evaluó en varios estudios de universidades sobre gobernabilidad, gobernanza y sobre el ejercicio de gobierno a esta dupla como la peor en la historia. Eso dice mucho de la percepción que tiene el estadounidense sobre el desempeño de Kamala Harris y ahí es donde está principalmente el punto de fortaleza de Trump, quien tuvo un mejor desempeño como presidente. La economía estuvo mejor, la vivienda estuvo mejor, la lucha contra los narcóticos estuvo mejor. El tema del COVID-19, por ejemplo, a Donald Trump prácticamente no le tocó. A Joe Biden le tocó de lleno la vida pospandémica y resulta que Estados Unidos está entrando en recesión. El reto es grande para los demócratas.