Miguel Villegas

Hugo Sotil Yerén. Hábil como ninguno para gambetear, como si en lugar de jugar, bailara; salvaje desde el pelito a lo Tarzán de la selva; único latinoamericano que puede decir que fue 10 del Barcelona antes de Maradona y Messi. Tuvo cinco hijos, una esposa, una película. Tuvo fama, dólares, pesetas. Tuvo, cuando menos, diez portadas en Ovación, una tapa en la revista oficial del Barza con su cara, tras la Liga 73/74 y un portafolio de fotos tan excéntrico —bebiendo champagne, paseando hippie por la Rambla, piloteando una motazo—, que podría creerse que el Cholo, acaso el mejor dribleador de la historia del fútbol peruano, era más que un futbolista. Casi un Rolling Stone.